Bioquímico, Doctor en ciencias de químicas, Investigador Principal de Conicet, Gabriel Rabinovich forma parte de la Organización Europea de Biología Molecular y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Estos honores son el resultado de años de investigación en el área de la Inmunología.
“Yo no sabía muy bien qué quería hacer de mi vida y en tercer año de la facultad en Bioquímica cursé Inmunología. Cuando empecé a darme cuenta de que todos nosotros tenemos un sistema de defensa, reconocer todos los enemigos que pueden invadirnos, como microbios, virus, bacterias o tumores, me voló la cabeza. Aprender cómo manipular, cómo capitalizar este sistema inmunológico para poder eliminar tumores y patógenos”, dice con el entusiasmo de quien sabe que sus investigaciones salvan vidas.
En 1993, Rabinovich identificó por primera vez el rol de la proteína Galectina-1 (Gal-1) en el sistema inmune, y durante las tres décadas siguientes participó y dirigió numerosas investigaciones que permitieron establecer el rol clave de Gal-1 en la regulación del sistema inmune en distintos escenarios fisiológicos y patológicos. “Yo creo que la ciencia tiene que ser transformadora. No existe esa disquisición que se hace entre ciencia básica y aplicada, la ciencia aplicada se nutre de la ciencia básica. Lo importante es la ciencia transformadora, que transforme el conocimiento, que transforme la vida de la gente, que la gente pueda vivir mejor”.
Mucho antes de ser este especialista reconocido y premiado en todo el mundo, Gabriel Rabinovich empezó a tener contacto con el mundo de la salud a través de la farmacia de sus padres: “En Villa Cabrera, Córdoba, donde nací, mis padres tenían una farmacia y yo los acompañaba ordenando los frasquitos y los medicamentos. Recuerdo escuchar a los pacientes que llegaban y que mi padre atendía; quizás fue la primera vez que sentí las ganas de poder hacer algo por la gente, por los pacientes”.
Trabajo y talento al servicio de los demás
Gabriel Rabinovich entreabrió una puerta de esperanza para el cáncer pueda ser combatido de manera exitosa. “Todo comenzó hace 30 años con un descubrimiento completamente inesperado. Yo era estudiante en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba. En ese momento tenía que elegir un laboratorio para hacer un trabajo final. Me dijeron: ‘En el fondo del pasillo hay un laboratorio que trabaja en la retina del pollo y ahí hay un lugar’. Yo no quería estudiar la retina del pollo, quería trabajar sobre el sistema inmune, pero tomé la oportunidad porque podía aprender. Esa oportunidad me cambió la vida. Mi vida está llena de oportunidades y por eso yo creo en la palabra oportunidad”, comenta con la mirada enfocada hacia ese pasado transformador. Y prosigue: “Conocí a mi primer mentor, Carlos Landa, él me dijo vamos a hacer anticuerpos, yo ahí dije: ‘Acá está la inmunología’. Me recibí y cuando me fui me dijo: “Te podés llevar algunos de recuerdo y otros quedan en el laboratorio’. Jamás pensé que eso me iba a cambiar la vida. Pasaron dos meses y apareció un lugar en la cátedra de Inmunología y apareció mi segunda mentora, que fue Clelia Riera. Yo empecé con un proyecto que no salía, pensé: ‘Capáz que no sirvo para la ciencia’, no me salían los experimentos. A veces hay que aprovechar esa crisis de ese momento y poder salir. Resulta que yo me había ido a casa y había dejado esos anticuerpos que puede llevarme en el freezer. En un momento, cuando pensé en dejar la ciencia, me acordé de esos anticuerpos. Le hablé a mi madre: ‘¿Vos tenés todavía los anticuerpos?’ A la semana esos anticuerpos reaccionaron contra una proteína que no sabíamos de qué se trataba, era un misterio y terminó siendo la proteína Galectina 1. ¿Y qué demostramos? Demostramos que esta proteína sirve para frenar nuestras defensas. Elimina los linfocitos T”.
Didáctico, explica: “Todos tenemos en nuestra circulación un ejército de células que se llaman linfocitos, que son los que nos defienden. Tienen un receptor para absolutamente todo, para virus, para bacterias. Los receptores se dan cuenta de que nos tienen que defender, captan Y cuando encuentran un virus o un tumor van por dentro, van evolucionando y entonces tenemos miles de millones, porque la amenaza es inmensa. De esos linfocitos se producen miles que van hacia el lugar y van a reaccionar. Llega un momento en que reaccionan, que cumplen su función y tienen que volver a la normalidad. La proteína que identificamos hace que vuelvan a la normalidad, de lo contrario producirían enfermedades autoinmunes, se vuelven locos y empiezan a dañar tejidos propios”.
Dr. Jekyll y Mr. Hyde
“Con este descubrimiento”, explica Rabinovich, “lo primero que hacimos es resolver el problema y que ese ejército de linfocitos vuelva a la normalidad. Esa es la función fisiológica. Entonces ahí nos preguntamos cómo podemos capitalizar, aprovechar este descubrimiento para mejorar enfermedades. Y ahí descubrimos un paradigma que le llamamos ‘El dulce caso del Dr jekyll y Mr Hyde’. Es la misma persona que es buena o mala en distintas circunstancias. Y es dulce porque esta proteína interacciona con carbohidratos, interacciona con dulces. Y básicamente lo que vimos es que en enfermedades autoinmunes se comporta como doctor Jekyll, es buena porque lo que hace es eliminar los linfocitos T que están de más y que pueden causar peligro. En el caso de los tumores empiezan a producir muchísimo más de diez o cien veces de esta proteína que lo que tiene una célula normal y eso es contraproducente. En vez de defendernos del tumor, lo fortalecen. Mata los linfocitos T antes de que estos maten al tumor”.
Este descubrimiento genera medicamentos decisivos que sirven para “bloquear la Galectina 1 en cáncer para que el linfocito pueda entrar al tumor y eliminarlo y por otro lado, tener más Galectina 1 cuando hay una enfermedad autoinmune. Lograr para esos dos tipos de enfermedades distintos tratamientos. Además, generamos un anticuerpo monoclonal, que es una proteína que neutraliza a la Galectina 1. Y, por otro lado, hicimos una variante de Galectina 1 muy estable que simula a la Galectina 1 para autoinmunidad. Entonces, para cáncer tenemos el anticuerpo y para autoinmunidad, la variante”.
¿Por qué desarrollarlo en la Argentina, teniendo la posibilidad de ganar más dinero vendiéndolo estas patentes a grandes laboratorios? Responde Rabinovich: “Una cosa muy linda que pasó es que el CONICET ayudó muchísimo durante todos estos años con becas, todo esto lo hicieron 30 becarios que pasaron por mi laboratorio, muchísimos técnicos e investigadores. Ahí el Estado tuvo un rol importante conteniendo. Y dijimos: ‘¿Por qué no armamos nosotros una empresa de base tecnológica cuya misión sea traducir toda esta información, todos estos descubrimientos en terapias, transformar estas tecnologías en medicamentos?’ Y fue así que creamos hace dos meses, en el Instituto de Biología de Medicina Experimental, la empresa GALTEC.
Apuesta por la Argentina
¿Por qué Rabinovich decidió quedarse en la Argentina teniendo muchas posibilidades para trabajar y vivir en el exterior? “Yo estoy muy arraigado al país, siempre estuve muy conectado con mi familia, con mis amigos. A mí me ayudaron mucho, Y ahora también muchos colegas internacionales me están ayudando. Me emociona cerrar el círculo de haber comenzado con un descubrimiento científico y ahora poder generar una terapia y hacerlo en mi país. Yo creo que tenemos que hacer un esfuerzo para vivir mejor, además de más. En este contexto en que la situación de envejecimiento tenga una clara mejora en la calidad de vida está todo el esfuerzo de la medicina, inclusive en lo que se viene en un futuro que es la medicina de precisión en el contexto de la inteligencia artificial; la detección de que cada persona individualmente cuando tiene una patología, esa patología es única y ya no se la puede tratar como a todas las patologías asociadas. Hay muchas enfermedades asociadas con el envejecimiento, neurodegenerativas, inflamatorias crónicas. Porque hay un punto crucial que es el centro de todas las patologías, es la inflamación exacerbada durante nuestra vida. Nosotros consumimos muchísimas cosas. Los alimentos, la calidad de vida, el estrés, toda la vida nos lleva a inflamarnos. El blanco principal de todos los científicos es buscar la forma de desinflamar, de generar una homeostasis de ese sistema inmunológico. Si nosotros podemos modular la homeostasis del sistema inmune, podemos modular todas las patologías asociadas.
Gabriel Rabinovich sigue trabajando con la misma pasión con la que acomodaba los frasquitos en la farmacia de sus padres: “Todos los días que me levanto, voy al laboratorio y siempre hay un proyecto nuevo. Me encanta charlar con los jóvenes y alimentarme. Tenemos muchos contactos con médicos que nos van dando la realidad del paciente y es la realidad de paciente la que nos nutre de preguntas nuevas y también nuestras preguntas y nuestras respuestas o posibles soluciones nutren a la medicina. Es algo dinámico, bidireccional, vamos creciendo todo el tiempo. Para mí, lo más importante, lo primero de todo, es tener mucha fuerza para trabajar, mucha resiliencia para levantarse rápidamente de las crisis y sortear los obstáculos. Estamos en un país que no es fácil, un momento difícil, pero no tenemos que perder esa pasión, tenemos que salir adelante. Yo creo que la gente joven tiene que saber que hay un futuro en la Argentina, que la única forma es hacerlo colectivamente, salvar las grietas, unirnos todos para poder conseguir un país mejor, un país que tenga inclusión, un país que dé oportunidades. Cuando dejamos de hablar de oportunidades, ahí es donde perdemos”.