Hace casi dos años, Rafael Grossi, a cargo del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), se sentó a la mesa de negociación con Vladimir Putin en medio de una guerra que puso en riesgo la seguridad de la central nuclear más grande de Europa.
En la actualidad, el peligro en Zaporiyia no sólo no menguó, lamenta, sino que los problemas se multiplican para este diplomático argentino: mientras Irán triplicó recientemente la producción de uranio enriquecido hacia niveles cercanos a los de las armas nucleares, en un contexto de total inestabilidad en Medio Oriente por el estallido del conflicto entre Israel y Hamas, Corea del Norte ordenó a su sector de armamento nuclear que acelere los preparativos bélicos ante una supuesta amenaza estadounidense.
Pero este fin de año, sin dejar de atender a todos los frentes que le preocupan, Grossi decidió viajar a su país de origen, con una agenda igual de nutrida que la internacional. Tan sólo este jueves, se reunió con el presidente Javier Milei para conocer el plan del nuevo gobierno en materia nuclear y darle sus impresiones “acerca de lo que está pasando en el plano energético mundial”.
También se reunió con la canciller Diana Mondino, quien reafirmó el compromiso de la Argentina con el OIEA y felicitó a Grossi por su reciente reelección al frente del organismo para el período 2023-2027. También recibió una distinción como personalidad destacada de las Ciencias Políticas y Sociales en la Legislatura porteña.
Habló sobre los enormes desafíos al frente de su organismo y no descartó la posibilidad de postularse como secretario general de la ONU en el futuro. “Dentro de las leyes no escritas del funcionamiento de Naciones Unidas se supone que el próximo secretario general podría ser un latinoamericano o caribeño. En ese sentido, mucha gente viendo la actividad de la agencia piensa que podría ser una posibilidad”, expresó.
-¿Cuál es el objetivo de su viaje a la Argentina?
-En primer lugar, espero conversar con Milei. Por supuesto, escucharlo, y darle mis impresiones acerca de lo que yo veo que está pasando en el plano energético mundial, y muy especialmente en el plano nuclear. Después hay otros aspectos que son menos visibles para el gran público, pero que son igualmente importantes en los cuales la agencia está colaborando con la Argentina, que van desde los aspectos vinculados a la salud hasta la agricultura y que tienen una importancia comercial y económica muy grande. También voy a ir muy probablemente con el ministro de Defensa [Luis Petri] a la Antártida, porque otra de las cosas que está haciendo la agencia globalmente es un programa de identificación y reciclaje de plásticos y microplásticos en el medio marino.
-¿Qué cambios espera con el gobierno de Milei en el sector de la energía nuclear? No se habló mucho al respecto durante la campaña, pero sí sobre la posibilidad de privatizar las centrales nucleares… ¿Es algo que le preocupa?
-Una central nuclear es distinta a cualquier otro tipo de instalación. Yo creo que lo que el gobierno ha hecho es indicar que esto forma parte de un paquete privatizable, no sé hasta qué punto lo puedan hacer. Y el organismo por supuesto puede dar su asesoramiento, pero las centrales nucleares tienen un factor de seguridad y de actividad controlada que acaso son las más reguladas en el mundo. Y por lo tanto, requiere una interacción muy grande con el sector público. Hasta qué punto vos podés lograr un modelo que sea compatible con eso, no sé. Porque requiere mucha inversión en materia de seguridad. Entonces, no sé, un privado que vaya a comprar eso… Pero bueno, no me quiero meter en algo que puede ser una decisión del gobierno. Lo que sí digo es que una central nuclear no es una actividad económica cualquiera, requiere un entramado de normas y de medidas de seguridad muy altas para hacerse bien. Y la Argentina lo hace muy bien, porque como ves está operando centrales nucleares desde hace medio siglo sin problemas mayores.
-¿Cómo se compara la capacidad nuclear de la Argentina con la de otros países de la región? ¿Y qué oportunidades ve de crecimiento en el corto y mediano plazo?
-Brasil y la Argentina tienen un perfil nuclear muy fuerte, con un sector científico tecnológico muy desarrollado. México optó por un modelo un poco diferente; es un muy buen sector nuclear, pero que no tiene una aspiración científica y tecnológica tan grande. Brasil tiene un proyecto emblemático que es el de su submarino nuclear. La Argentina lo ha considerado en su momento, no sé si este gobierno lo querrá volver a considerar. También existía hace más de 10 años una larga negociación con China para otro reactor. Y justamente eso será parte de lo que converse con las autoridades argentinas actuales. Hubo una pre negociación bastante avanzada con la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC), pero calculo que está sujeto a una revisión. Hace poco estuve en China en una visita oficial y por supuesto los chinos están muy expectantes, pero yo no fui allá como negociador argentino. En cuanto a las oportunidades, yo creo que la Argentina tiene que hacer un análisis estratégico de cómo quiere ver al sector en los próximos 10 o 15 años. Y allí está un poco la clave. Justamente la Argentina es uno de los pocos países en el mundo que ha desarrollado un reactor modular, que lo tiene bastante avanzado. Y los reactores modulares serán un elemento importante a futuro, porque, según los cálculos, es un negocio de aproximadamente 300 billones de dólares en los próximos 40 años. El país que muestre que tiene un reactor modular, tiene un producto muy interesante. Y ya existen escarceos, conversaciones, y ahí es una decisión del gobierno por dónde quiera ir.
-Una de las amenazas globales más latentes tiene que ver con la decisión reciente de Irán de acelerar la producción de uranio enriquecido después de una reducción a mediados de año. ¿Qué cambió? ¿El actual conflicto en Medio Oriente tuvo algún papel detrás de esta decisión?
-Se trata de un gesto de naturaleza política. La reducción que ellos habían hecho fue parte de un proceso de diálogo bilateral que tenían, quizá tienen todavía, con Estados Unidos. Se trató de una negociación bastante atípica porque estaba centrada en la liberación de prisioneros iraníes-norteamericanos. Entonces hubo un quid pro quo, en el que se acordó, entre otras cosas, este gesto supuestamente de buena voluntad de Irán de dejar de enriquecer tanto uranio a un nivel tan alto. Y ahora, de pronto, empezaron a acelerar. Son todos gestos inquietantes, que se encabalgan a una situación en Medio Oriente, que no me corresponde a mí juzgar, pero donde existen ciertas especulaciones acerca del rol que pudiera estar jugando Irán en eso. Entonces, evidentemente, cada gesto en el plano nuclear inmediatamente tiene una repercusión muy grande. Yo hablé con el vicepresidente de Irán; probablemente vuelva a Teherán el primer cuarto de 2024. Pero toda conversación con Irán en este momento se ve un poco limitada por la ausencia de una visión estratégica de largo plazo, de qué es lo que puede suceder y que es dependiente de otros factores muy importantes, como por ejemplo, las elecciones en Estados Unidos. Cuando no hay un mínimo común denominador entre las grandes potencias, evidentemente, países que quieren hacer cosas tienen un espacio para hacerlas. Que antes, si bien había un total acuerdo entre Pekín y Washington, si un país sacaba los pies del plato, vos sabías que Pekín y Washington iban a reaccionar de la misma manera, se iban a sentar alrededor de la mesa e iban a decir ‘no, esto no es funcional para la preservación de la paz y la seguridad internacionales’. Ahora eso no es tan seguro.
-Aunque la evidencia señala que Irán no tuvo un rol directo en el ataque del 7 de octubre, sí financió durante años a grupos como Hamas y Hezbollah. En el contexto actual, ¿existe un temor de que estos actores no estatales puedan eventualmente acceder a armas nucleares?
-Hay una preocupación. Está comprobado que estos grupos han buscado tener acceso a material nuclear. Pero desde hace mucho tiempo, existe una resolución del Consejo de Seguridad que prevé una serie de medidas nacionales de control para evitar que actores no estatales se doten de material nuclear. Nosotros también desde el OIEA tenemos ciertos mecanismos de alerta para tratar de determinar si hay algún tipo de contrabando o robo. El año que viene vamos a hacer una gran conferencia en Viena, a la que voy a invitar a la canciller Mondino, sobre las medidas que están tomando los países para la protección física de su material nuclear. Los países nucleares como la Argentina tienen una responsabilidad muy importante.
-Se habló en los últimos meses de un posible pacto entre Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita que incluiría el desarrollo de un programa nuclear civil en suelo saudita con instalaciones de enriquecimiento de uranio gestionadas por Estados Unidos. ¿Cómo podría contribuir este acuerdo a la seguridad de una región de extrema volatilidad?
-Estuve precisamente en Riad hace muy pocos días. Y lo que puedo decir es que ellos están muy fuertemente interesados en eso. Y la posición nuestra es apolítica, técnica. Yo lo que les expresé es que nosotros por supuesto podemos ayudar, pero que Arabia Saudita se tiene que adecuar a las inspecciones internacionales. Naturalmente hay muchísimas especulaciones, hay países que se agarran la cabeza, pero la realidad es que el sistema nuclear tal como está concebido no incluye censurar a los países ciertas tecnologías.
-Con el estallido del conflicto en Medio Oriente pareciera que muchos se olvidaron de Ucrania. Sin embargo, la guerra sigue. ¿Cómo están las condiciones hoy en Zaporiyia? ¿Aún hay riesgo de un accidente nuclear?
-Todos los días. Hasta que termine la guerra o haya un cese al fuego, ahí hay un riesgo gravísimo. La presencia del OIEA es un factor disuasivo importante. Es una condición necesaria, pero no suficiente.
-En este sentido, ¿tuvo algún impacto la retirada de Rusia del acuerdo que prohíbe los ensayos nucleares?
-Es más simbólico que otra cosa. En realidad no se retiró, lo que hizo fue desratificar. Por eso habrás visto que no fue muy criticado porque Estados Unidos tampoco ratificó ese acuerdo. Lo aplica, el único que no lo hace es Corea del Norte, pero no lo ha ratificado. Rusia, como un gesto de fastidio, dijo ‘yo también desratifico’. Pero, por el momento, dijo que seguirá sin hacer ensayos nucleares. Naturalmente no es una señal muy alentadora, pero está esa limitación.
-Otro frente de preocupación constante es Corea del Norte…
-Hace poco publicamos un informe que indica que están haciendo una nueva campaña para quemar combustible, reciclar plutonio y hacer más armas nucleares. Es una situación muy complicada. Y un factor que a mí me preocupa además de las armas nucleares, que ya existen, es el de la seguridad del programa en sí. Porque nadie ha visto nada. No hay un ojo internacional que pueda determinar la seguridad de esas instalaciones. Mi esperanza es poder establecer algún tipo de diálogo.
-Por último, una pregunta más personal. En el último tiempo ganó muchísima notoriedad gestionando crisis apremiantes en los más diversos rincones del mundo. ¿Cómo ve su carrera en los próximos años? ¿Le gustaría o tiene intenciones de presentarse como candidato a secretario general de la ONU?
-Se habla mucho de eso porque dentro de las leyes no escritas del funcionamiento de Naciones Unidas se supone que el próximo secretario general podría ser un latinoamericano o caribeño. En ese sentido, por las razones que vos apuntás, mucha gente viendo la actividad de la agencia piensa que podría ser una posibilidad. Yo lo que digo es que en este momento tenemos un gran secretario general, António Guterres, un estadista, con el cual trabajo muy bien y al cual hay que apoyar muchísimo. Y en el futuro… veremos. Lo que sí pienso muy firmemente es que América Latina tiene que tener un candidato fuerte, firme y con ideas claras. Naciones Unidas tiene 70 años de vida o más y hemos tenido un sólo secretario latinoamericano, [el peruano] Javier Pérez de Cuéllar. Ya es hora de que la región, como fue en el OIEA, ponga a una persona que refleje un poco la visión de los latinoamericanos. Somos una región que tiene muchos problemas, pero que también tiene una identidad, una visión de paz, una visión de cooperación.