Una planta que vende y promociona la carne argentina en China

La historia de la familia Tosi en China comenzó hace 24 años, cuando Juan Carlos Tosi llegó para profundizar el comercio de cueros, que ya venía trabajando desde la Argentina. Se terminó radicando y, años después, invitó a su hijo Sebastián a que se sumara. Fue él quien fundó El Gaucho, la primera planta de procesamiento de carne vacuna argentina en China que, además de vender, apunta a promover el producto en el gigante asiático.

En El Gaucho fabrican empanadas argentinas; procesan la carne cortada en cuadraditos, en finas capas; hacen hamburguesas; chorizos de diferentes clases (de cerdo, de carne, y de pollo); y jamón ahumado.

Sebastián Tosi trabajaba en España, en uno de los bancos más grandes del mundo. Cuando llegó la crisis financiera internacional de 2008 y empezaron los recortes de plantilla, su padre le dijo: “Vení a conocer la economía real, te va a servir para tu formación”. Aceptó la invitación y llegó a China en 2012, cuando ya no era el mismo país que recibió a su papá. “Incluso en el 2000 nadie hablaba inglés, los edificios tenían tres pisos. El país moderno empezó a desarrollarse en el 2008″.

Hoy Sebastián entiende que el consejo de su padre fue “el mejor”. Había estudiado en el Otto Krause y tenía contactos en la Argentina con excompañeros que estaban en el sector industrial. Empezó a ofrecerles insumos que necesitaban importar y, de esa manera, se sumó a la empresa familiar, enfocada en el comercio internacional.

Está instalada en Guanghzou, ciudad donde se realiza la feria comercial más grande y antigua de China. Un día de 2015, estaban tomando mate en la oficina cuando su padre comentaba sobre los asados que les hacía a unos rugbiers argentinos cuando estaban de gira, y se reía de que “se pasaron de argentinos” porque querían comer chorizos y los quisieron hacer ellos.

“De esa charla nació la idea de producir nosotros los chorizos -cuenta Sebastián-. Empezamos, invitamos a los amigos, gustaron. La economía andaba muy bien ese año y pensamos en comenzar a vender también a China, no solo desde allí para afuera. Así nos involucramos en el mercado interno. Trajimos un contenedor, estudiamos cómo hablarle a los consumidores, cómo hacer el puente con los clientes. Fue un trabajo enorme”.

Pusieron primero un local, empezaron a vender a restaurantes y, como les fue bien, en 2019 invirtieron US$1 millón para armar su planta, de 1000 metros cuadrados, donde trabajan diez personas. Los movilizó la idea de llegar a un mercado interno muy importante y de apuntar a un rubro que está en crecimiento, como es el de las comidas. “Les gusta cocinar, probar nuevos productos que conocen en sus viajes al exterior”.

La estrategia que sostienen es la de competir por calidad más que por precio, aprovechando que la carne vacuna argentina es “muy buena”, criada a campo abierto. En esa línea, Sebastián plantea que todavía prefieren los cortes australianos, que son más grasosos. “Hay que ir modificando hábitos”.

“Es un proceso que lleva tiempo, pero en el momento en el que el público chino realmente entienda las ventajas de la carne más saludable, nosotros pretendemos que nuestra marca ya esté instalada en el mercado. Queremos que nos reconozcan como promotores de la carne argentina”, señala.

“Hay un tema cultural, de centurias de hambruna… hoy comen de todo -detalla Sebastián-. Recién en los últimos seis años empezaron a consumir churrascos. El vino, por ejemplo, se consumía hasta no hace mucho como si fuera un licor, hasta que el mercado se fue sofisticando”.

En la planta procesan unas tres toneladas por mes. Recién arranca la recuperación postpandemia. Antes del Covid-19 llegaron a 20 toneladas mensuales. Venden sus productos a hoteles, restaurantes, caterings y ya comenzaron con cadenas de retail.

La planta se instaló también en Guangzhou. Tiene la ventaja de estar muy bien conectada con todo el país: está cerca de Hong Kong y de todo el sur de Asia. Por los costos de logística también les conviene el sur. Con el transcurso del tiempo, el consumidor local fue creciendo y, además, están vendiendo bien en Shanghai.

Gabriela Origlia

VIALa Nacion