Hace 10 años y una semana, un país menos enfermo que éste salió a calles y plazas para festejar el lanzamiento del satélite ARSAT-1. Fue como haber ganado el mundial de fútbol de 2014 (aquel año se perdió por poco): una fiesta popular.
Cuando nuestras camionetas de mantenimiento (ploteadas con el logo de la empresa) paraban en cualquier estación de servicio del país para recargar gasoil, los empleados del surtidor, del buffet y hasta el cajero (¡Che, mirá, son de ARSAT!), salían a tomarse selfies.
Eso duró meses. Inesperadamente, éramos un símbolo. Algunos profesionales de la empresa quedamos convencidos de que ARSAT se había vuelto un hecho irreversible.
Qué manga de pelotudos… En 2016, tras ganar la presidencia por un 1,5 %, el gobierno de Macri, usó el 100% del poder que da el Ejecutivo para discontinuar los planes de hacer 6 satélites ARSAT más, y cada vez más potentes.
Lo hizo pese a que los satélites geo ganan plata a espuertas. Lo hizo pese a que la construcción de cada uno de los futuros estaba asegurada, y fondeada por la recaudación de los anteriores. Uno nuevo cada 3 años y hasta 2030. Eso, según la ley 27.208 de 2015.
Macri la volteó con un decreto. Luego trató de vender el control del siguiente ARSAT en planos, el 3, a la Hughes Space. Le salió mal: se le rebelaron (inesperadamente, creo) la prensa y el congreso.
Lo cierto es que, pese a aquel escándalo, no se volvió a construir ningún satélite argentino geoestacionario más.
Ahora, siempre por decretazo, el gobierno de Javier Milei saca a la venta los últimos 100 MHz (megahertz) de ancho de banda de alta frecuencia en propiedad de ARSAT.
Estaban destinados a desarrollar aplicaciones 5G para educación pública a distancia. Antes ya Macri le había cercenado a ARSAT 250 Mhz, 100 para Movistar y Personal respectivamente, y 50 para Claro. En ambos casos la excusa es que ARSAT tiene ese capital parado al cuete.
En ambos casos ARSAT tuvo una dirección hostil a la existencia misma de la empresa, y cuyas instrucciones por parte del Poder Ejecutivo fueron precisamente frenarla para desguazarla.
Las 104 grandes antenas que transmitían TV de alta definición gratis a las zonas donde vive el 90% de los argentinos, especialmente a jubilados y población carenciada, hoy están rotas o apagadas. Y la semana pasada Milei cruzó el Rubicón: celebró el aniversario del lanzamiento del ARSAT-1 poniendo a la venta el 49% de la firma.
¿Habrá que hacer hoy un velorio popular? ¿Esto no amerita resistencia? A ARSAT la están carneando, y no por falta de éxito sino por exceso.
¿Cómo pudo caer semejante firma en el olvido? El ARSAT-1 nos volvió el 8vo país del mundo con domino autónomo en diseño y construcción de satélites geoestacionarios de telecomunicaciones.
Con ellos la firma defendió 2 posiciones orbitales que, incluso subexplotadas, generan 1/3 del PBI de una provincia como San Luis, pero sin los gastos. Podrían recaudar mucho más. Y podríamos perder mucho más.
En 2019, al haberse suspendido “sine die” el ARSAT-3, la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones de las Naciones Unidas) nos intimó, según derecho, a darle la órbita 81º Oeste y la frecuencia Ka al siguiente aspirante (el Reino Unido).
Si hubieran sido Azerbaiyán o Bangla Desh y no Inglaterra, tal vez la dirección macrista se habría encogido de hombros. Pero si los macristas aceptaban eso, y ya con florido historial diplomático de sumisión ante Su Graciosa Majestad,y de yapa con elecciones nacionales por suceder, políticamente eran boleta. Salieron como locos a alquilar el primer satélite medio ocioso en banda Ka, y eligieron el SES-17, pasado de años y ya más muerto que vivo.
La firma luxemburguesa SES, la mayor operadora de geos del mundo, lo navegó por el cielo con sus escasas reservas de propelentes hasta la 81º Oeste y ahí sigue. Lo estamos alquilando por U$ 7 millones/año: ignoro si ese satélite gana plata o la pierde. Es como ocupar un sillón con un moribundo para que no te lo embarguen, y resume bien la política espacial del macrismo: que no haya ninguna, pero que no se note.
Con los 2 ARSAT que pudimos poner en órbita se pagan todos los gastos de la firma, y queda saldo favorable. ¿Razones para enajenarla? Las que acabo de dar. Si es tan dura de matar, no bien vuelva una racha políticamente favorable, le empieza a comer mercado a los dueños del cinturón geoestacionario.
ARSAT todavía es la más diversa, compleja y exitosa empresa de telecomunicaciones del Hemisferio Sur. Su diseñador/constructor de satélites es INVAP. Y ambas firmas son estatales y públicas, guste o no guste.
Evidentemente entre tilingos y embajadas, no gusta, y ni te cuento de la empresa HISPASAT, la señora de los cielos sudacas. No bien la nueva dirección macrista de ARSAT canceló los satélites y dejó a INVAP colgada del pincel, la considerable TAI (Turkish Aerospace Industries), que factura U$ 1000 millones/año, tocó timbre para asociarse con el que habría sido el ARSAT-5, rebautizado SG-1 para la ocasión.
Los turcos saben de satélites en órbita baja, a entre 300 y 1000 km. de altura.
Pero los geo son otra historia. En general deben navegar con su propia propulsión, a veces más de 400.000 km., desde donde se apearon del cohete de lanzamiento hasta sus sitios asignados por latitud. Luego deben estacionarse a 35.786 km. sobre la vertical de ese punto ecuatorial, y resistir 15 años de operaciones sin moverse. Son 15 años MUY largos, aguantando la radiación del viento solar, las pérdidas repetidas de contacto con sus enlaces terrestres causados por los tirones aleatorios de la gravedad lunar y solar, y cada equinoccio de primavera y de otoño, los cortocircuitos de placa.
Los geos son más espacionaves no tripuladas que satélites, y TAI estaba impresionada por el éxito de nuestros dos primeros ARSAT.
Ignoro qué presiones recibió en este caso Turquía, como miembro de la OTAN, para abandonar esta alianza. La de TAI en INVAP no era una asociación nada ortodoxa respecto de la política de EEUU y el Reino Unido hacia la Argentina. La aeroespacial turca parecía entusiasmada, y ya estaba haciendo la folletería.
Para remitirse a las pruebas, la imagen que abre este artículo, donde el SG-1 se ve iluminando Medio Oriente, África del Norte, Asia Central y todo el occidente euroasiático. Confieso con algo de vergüenza que nunca hicimos imágenes publicitarias tan bellas y libres de errores científicos de ilustrador. La Tierra aparece minúscula, tal como se la vería desde 35.786 km., «a 3 Tierras de la Tierra», medible en apenas 3,5 grados de arco visual.
La ruptura de la unión de empresas TAI-INVAP muestra que la memoria de los ofendidos por la mera existencia de ARSAT abarca también cancillerías, es perdurable, y va por la destrucción de su mayor capital intangible: los recursos humanos.
Y lo está logrando. La última paritaria de FOETRA, el gremio de telecomunicaciones, fue la de noviembre de 2023, pero Milei decidió que no aplicaba a ARSAT. Los sueldos de técnicos y profesionales no se actualizaron más y hoy valen el 50% de lo que hace un año.
Reinan los despidos a veces selectivos como entre 2016 y 2019, a veces al tuntún, para causar parálisis y terror. Pero ni falta hacen: 85 profesionales, entre ellos ingenieros orbitales, satelitales, de redes ópticas, en seguridad informática y matemáticos expertos en criptografía renunciaron por desaliento en lo que va de 2024.
Son gente que no abunda en la región ni crece en los árboles, y no te viene por un clasificado en Clarín.
Se lotean otros bienes inmateriales de ARSAT que valen un dineral. El objetivo no es tanto desbaratarla como abaratarla, para que algún pesado se quede con bienes materiales estratégicos, y en cuya construcción no puso nada.
Hay más que simple rapiña en el asunto, hay estrategia defensiva.
En 2012, la telefonía celular que daban las telcos privadas era indescriptiblemente mala, pero carísima. CFK impulsó entonces a ARSAT a crear Libre.ar. Era un tiro a la santabárbara de las telcos, porque habría transformado a ARSAT de mayorista pura de telecomunicaciones en una firma «con milla final», es decir atención al público. Y con un ancho de banda y un despliegue inigualables para las telcos, que habían pasado ya 22 años cobrando caro y rascándose el higo. ¿Cuál de ellas tenía un red óptica como la REFEFO, entonces ya desplegada más de 15.000 km, y con un programa de construcción para llegar a 60.000 más o menos este año?
Para lidiar con Libre.ar, a ARSAT, entonces con 350 personas, le habrían hecho falta miles de empleados más, y capacitados en gestión masiva de atención al público. Estábamos un poco aterrorizados de la movida, en una empresa donde cada incorporación había demandado decenas de horas de selección por currículum laboral y/o méritos académicos. De pronto nos habríamos vuelto una firma enorme.
La red óptica es mucho más cara que las antenas celulares, ya la teníamos, y ésas las habríamos desplegado en meses. El objetivo declarado de Libre.ar era pisar el precio de las líneas y del servicio, y obligar a las telcos a mejorar la calidad del mismo.
Habríamos recibido una avalancha de exclientes furiosos. Las habríamos barrido del mercado celular y, sobre todo, el de la internet 4G y servicios IP, montados sobre Internet. Habríamos hecho pedazos el marco mafioso de la privatización de las telecomunicaciones de Menem, que fue liquidar un monopolio privado muy deteriorado, ENTEL, y crear otros dos peores, pero privados y blindados por los medios, el ejecutivo, el legislativo y los tribunales.
Nada aterra tanto a los presuntos cultores de la libre competencia como la libre competencia.
La idea de CFK, lamentablemente, duró un mes. Qué oportunidad perdida… En ARSAT nos encogimos de hombros y seguimos en lo nuestro, fibra y fibra y fibra, y los satélites, y la Televisión Directa al Hogar, y el soporte informático del Programa Conectar Igualdad para la alfabetización digital del estudiantado secundario. Todo a pulmón y (repito) con 350 laburantes. De Misiones Imposibles, teníamos más que Tom Cruise.
Pero el terror entre las telcos de que un escenario así se repita y sin marcha atrás, todavía subsiste.
Por eso hay que sacarle la fibra óptica a ARSAT. En manos del estado, siempre será una amenaza.
Lectores, bienvenidos a la Argentina.
¿REINA LA PAZ EN LA LEONERA DE LAS TELCOS?
Repartirse una presa chica (una gacela Thompson, por ejemplo) suele generar conflictos entre los leones. Con las “telcos”, o multinacionales de telecomunicaciones, es lo mismo. O debería.
El próximo dueño cantado de ARSAT es Carlos Slim, en gateras desde 2016. Y lo que quiere es el activo principal de la firma, la Red Federal de Fibra Óptica, o REFEFO. Es una obra de infraestructura como no existe otra en América Latina, 40.000 km. de fibra óptica subterránea de 200 Gigaherz de ancho de banda. Su cerebro es el Data Center.
El resto de la firma, televisión directa, conexión a internet de escuelas, reparticiones, fuerzas de seguridad y municipios remotos, así como los 2 satélites ARSAT, mantienen el país unido sin que el fisco ponga un centavo. El ARSAT-3 le iba a dar internet de alta velocidad a 200.000 argentinos de la población rural agrupada y dispersa que jamás habían tenido un teléfono público a tiro.
Y a Slim esas cosas le interesan un carajo. Su único rival local en la leonera por manducarse esta vaca es Telecom, es decir, Clarín, es decir Héctor Magnetto.
La REFEFO le serviría a la empresa de telefonía celular de Slim, Claro, casi carente de antenas en las zonas más despobladas de Patagonia, el Chaco Árido y la Cordillera, para tener señal.
Dicho sea de paso, si Movistar y Personal tienen señal en las 5 megalópolis y en las ciudades de más de 100.000 habitantes, es porque sus antenas usan la REFEFO. Eso sí, a costos absurdamente bajos, multinacionales y monopolios disfrazados con nombres de fantasía como pequeñas cooperativas de pueblo. Son como tiranosaurios disimulados en una canasta de pollitos.
Entre 2000 y 2013, al no estar fondeadas en una red óptica fuerte pero sí saturadas de clientes, el servicio de las Telcos de celular fue un desastre en progreso. Tan malas eran las líneas que había quienes preferían usar las terrestres de Telefónica y Telecom (TASA y TECO, en el ambiente), montadas esencialmente sobre la red de cobre de la vieja ENTEL.
Luego empezó al gran afano de cables, y continúa. Eso por razones de rentabilidad: el precio del cobre subió un 542% desde principios de siglo. ¿Acaso está constitucionalmente prohibida la minería de cables? Tiene menos impacto ambiental que la de mineral. ENTEL murió en 1990, pero cosa curiosa, todavía hay quienes siguen vendiendo su cadáver por fetas.
Por ello, la Internet en Argentina habría seguido revistando como la peor del Cono Sur “sine die”. Pero entre 2013 y 2014 la REFEFO se hizo enorme, se iluminó con láseres infrarrojos y empezó a interconectar miles de antenas celulares con fibra óptica subterránea, gastos a cargo de Papá Estado.
Si la Argentina funciona un poco y nuestros celulares 4G hacen algo, las “telcos” que te venden la línea están exentas de todo mérito. Los celulares se comunican gracias a la REFEFO, que pone la autopista. Las telcos se limitan a cobrar peaje.
El ARSAT-1 básicamente distribuye TV argentina en el Cono Sur y enlaza municipios, escuelas y cuarteles remotos de policía, gendarmería y FFAA. En 2015 subió el ARSAT-2, que por su posición 82º Oeste, balconea sobre las Tres Américas y vende TV y otros servicios de “broadcasting” entre Tierra del Fuego y Canadá.
Ambos satélites, deliberadamente conservadores y de baja potencia eléctrica para ser más durables, operan al 90% de su capacidad y recaudan unos U$ 50 millones/año. Macri prohibió los 4 ARSAT siguientes y habilitó 21 satélites europeos y estadounidenses a operar sobre Argentina sin contraprestación (es ilegal, según la UTI), y sin embargo, los ARSAT ganan plata.
El ARSAT-3 se iba a dedicar enteramente a dar Internet de alta velocidad en todo el país, especialmente en las zonas rurales. ¿Era necesario? Para darse siquiera una idea de la demanda insatisfecha de telecomunicaciones, sumando la REFEFO y los satélites, entre 2020 y 2024 ARSAT multiplicó un 823% sus ingresos.
Contra demasiadas expectativas, Alberto Fernández no puso un vintén en la terminación del ARSAT-3. Iba a tener al menos el triple de ancho de banda que la suma de sus dos predecesores.
El problema de imagen de ARSAT es que sus cuatro mayores activos son invisibles para el argentino de a pie, pero no para los buitres que viven de comerle el hígado al país.
Los satélites están a 35.786 km. de altura, 100 veces más altos que la Estación Espacial Internacional. Sólo los podés ver con un telescopio potente, y como dos puntitos fijos en el cielo, pese a que pesan 3 toneladas cada uno. Los ARSAT están hechos para durar aproximadamente 15 años, pero la gente sólo los vio durante sus dos lanzamientos.
Los ya 40.000 km. de la REFEFO son más invisibles aún: están a dos metros promedio bajo tierra en las 24 provincias. El Data Center desde la cual se maneja esta red está en un edificio de alta seguridad y aspecto anodino en el predio de ARSAT, en Benavídez.
Pero allí anida, muy encriptada, el 90% de la data que hace funcionar al estado argentino en sus tres niveles: nacional, provincial y municipal. Y el 50% del Data Center da hotelería de datos o de servidores a un centenar de empresas privadas, algunas enormes.
El Data come tanta potencia que necesita de 3 sistemas de refrigeración autónomos entre sí e independientes de la red eléctrica. Son los mismos recaudos de seguridad que una pequeña central nuclear. Podía inundarse o incendiarse Benavídez, que el data la y la REFEFO seguirían funcionando 3 semanas más.
En cuanto a los RRHH calificados que ARSAT hoy está perdiendo a espuertas son gente como Ud. o como yo.
Nada en su apariencia o hábitos induce a pensar que sin ellos no existirían los Watsapp, las transferencias por celular, las memes de Tik-Tok, los pagos con tarjeta, Mercado Libre o las comunicaciones de gobierno que permiten que un país de 2,74 millones de km2 mantenga cierta unidad política y administrativa, y algún control de su territorio.
Si Slim fuera dueño del 49% de ARSAT, de la unidad nacional se ocuparía la Corporación América. Don Carlos le cobraría peaje a sus dos competidores… que parecen extrañamente tranquilos. Incluso Clarín, que juega de local, y según historial, pone y saca gobiernos.
Gane quien gane, no pinta ningún escenario competitivo, sino de cero cornadas entre bueyes, poco mantenimiento, cero inversión y servicios entre malos y pésimos. «Business as usual». ¿No ha pasado con todas las demás privatizaciones de servicios esenciales? ¿Los ferrocarriles y la electricidad andan acaso mejor?
En cuanto al estado, seguirá con el 51% de la ARSAT residual para pagar gastos de saqueo, porque de poner plata, olvídate cariño. No por nada entre 2012 y 2014 ARSAT instaló tanta fibra óptica como Telefónica entre 1990 y 2014, pero con dos veces más ancho de banda.
Quien me suministró este dato que publiqué ipso facto, un ingeniero en redes de la REFEFO, fue echado de ARSAT por la patota macrista en 2016. No repito su nombre por no joderlo aún más: las “telcos” son memoriosas.
En cuanto a los satélites ARSAT, fuertes y duros como son, saldrán de servicio entre 2029 y 2030. No es imposible que el Reino Unido se apropie legalmente de sus posiciones. Particularmente a la 81º Oeste, los Brits le van a sacar más plata que la que producen esas islas demasiado famosas.
ARSAT fue fundada justamente en 2006 para impedir ese robo de posiciones, que venía palanqueado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones. A la UTI le gusta la concentración. Hay sólo 1800 posiciones orbitales en todo el planeta, y EEUU tiene copadas más de 800, y de las mejores. Nosotros sólo tenemos 2, pero apetecibles.
Sobre quién mandará en la futura empresa “publica-privada” no hay dudas. Si un tigre es dueño del 49% de tu casa, no sos el propietario: sos el almuerzo.
Y de nuevo, lectores, bienvenidos a la Argentina.
Daniel E. Arias