Con el montaje de un ciclotrón en el Instituto de Tecnologías Nucleares para la Salud (INTECNUS), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) -organismo dependiente de la Jefatura de Gabinete- avanza en su proyecto para producir radioisótopos en la ciudad de San Carlos de Bariloche.
El objetivo de esta instalación, cuya puesta en marcha se estima para el segundo semestre de 2025, será producir radioisótopos de vida media muy corta, que no pueden ser llevados a la región desde Buenos Aires. También habrá una radiofarmacia, con celdas donde se fabricarán radiofármacos para medicina nuclear.
Los radiofármacos son compuestos que contienen radioisótopos y se utilizan para el diagnóstico de distintas enfermedades, especialmente en las áreas de oncología, cardiología y neurología. Como la actividad de estos radioisótopos decae rápidamente, es fundamental que no pase mucho tiempo entre la fabricación del radiofármaco y su aplicación al paciente. El traslado debe ser rápido y eficiente. Bariloche es un punto estratégico para su producción, porque es una ciudad con muy buena conectividad aérea.
La obra se encuentra en la etapa final, fue ejecutada por INVAP y supervisada por la CNEA para cumplir con los lineamientos de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
“Primero vamos a producir la droga que se utiliza mayoritariamente para el diagnóstico de varios tipos de cáncer, que es la fluorodesoxiglucosa o flúor 18-FDG. Después continuaremos con otros radioisótopos, como carbono 11 (C-11), nitrógeno 12 (N-13), oxígeno 15 (O-15) y galio 68 (Ga-68)”, explica el doctor en Física Sergio Suárez, coordinador del equipo de trabajo integrado por seis profesionales del Departamento de Producción de Radioisótopos y Radiofármacos de la CNEA.
“Queremos que esta instalación también sirva como lugar de crecimiento y formación de recursos humanos –agrega Suárez-. La idea es que puedan venir profesionales a entrenarse, pero también a hacer una maestría o un doctorado”, asegura.
A futuro, también se proyecta montar un laboratorio de química dentro de las instalaciones para el desarrollo de nuevos fármacos específicos para cada diagnóstico. En paralelo, se prevé diseñar programas académicos que permitan la formación profesional especializada.
Nota de AgendAR:
En este modelo, algo no cierra: para evacuar una producción copiosa, mucho mayor que la población rionegrina, Bariloche (créase o no) carece de una grilla de vuelos regular, y algunos de los isótopos (el iodo 131 en particular) tienen tiempos de semivida cortos. A 8,5 días de fabricado un lote recién de iodo 131 pierde por decaimiento la mitad de su masa efectiva, y por ende de su actividad terapéutica.
Ergo, algún país cercano lo va a comprar y alguien lo va a vender. Las respuestas son respectivamente Chile y la Fundación INTECNUS. Estaría todo muy bien, pero el ciclotrón se fabricó con dinero de la CNEA, es decir del estado nacional, es decir de Ud. y de mí, es decir, de nuestros hijos. Por ende, la destinataria privilegiada de su producción, más allá de que la distribuya una fundación privada como INTECNUS o la propia CNEA, debería ser la población pediátrica argentina. El iodo 131 se usa para marcar e irradiar selectivamente las metástasis residuales remanentes de un cáncer de tiroides de púberes.
AgendAR apoya la medicina nuclear. Sin ella, parte de nuestra redacción estaría escribiendo desde el más allá. Pero no apoyamos el uso con fines de lucro privado, y menos de otros países, de medicinas fabricadas en sitios construidos con dinero del estado federal. La CNEA, gracias al reactor RA-3 y sus sucesivas repotenciaciones y extensiones de vida, abastece de radioisótopos de diagnóstico y de terapia todos los centros de medicina nuclear del país.
Por iniciativa de la CNEA, con fondos, personal y radioisótopos irradiados en el RA-3 de Ezeiza, amén del apoyo de autoridades -y fundaciones- locales, desde los ’80 existen centros de medicina nuclear en Mendoza, CABA, Rio Negro, Santa Cruz, Formosa y La Pampa. No existen en todas las provincias porque la CNEA desde 1983 lucha por «llegar a fin de año» con unos presupuestos pésimos. Amén de los centros nacionales, casi todos los hospitales públicos del país tienen pequeños elencos de Medicina Nuclear, supervisados por la ARN, y los excedentes de producción del RA-3 se distribuyen en la medicina privada argentina y las exportaciones a países limítrofes.
La CNEA no gana plata en esto, a lo sumo recupera un poco. Pero sí que gana prestigio, y se lo hace ganar al país. Todavía nos falta ver un talibán de Greenpeace que, en un apuro, se niegue a dar batalla contra un tumor con radiosótopos fabricados por una institución que ha vivido vilipendiando, y de un Centro Atómico (el de Ezeiza) que ha vivido de vilipendiar.
Pero lo de Río Negro está pensado de un modo más experto, más sutil, más torcido.
La provincia recibe desde siempre los producidos en Ezeiza por irradiación con neutrones. Es excelene que además de radiofármacos «de reactor» venidos desde la provincia de Buenos Aires, tenga una familia de radioisótopos bastante distinta de radiofármacos «de ciclotrón», de producción local y a patir de protones. Pero eso se hizo con plata del estado federal, y la prioridad la deberían tener la población rionegrina, la del resto del país, y en tercer lugar, la argentina que opta por la medicina privada y la de países limítrofes. En ese orden. En el caso, Chile. Y el objetivo no puede ser el lucro de una Fundación.
En tiempos algo mejores, Mamá CNEA compró dos ciclotrones gemelos para el Hospital Infantil Garrahan, de modo de garantizar la continuidad de los tratamientos. En el hospital porteño quedó uno solo. El otro, ups, terminó en Bariloche, y adivinen en manos de qué elefante blanco y con qué pasado negro. Intecnus es fundación y no paga impuestos, pero vive de los nuestros, del estado y de la CNEA. Paradoja, no atiende a la UP (la obra social de los estatales). En particular, NO ATIENDE a enfermos de la CNEA.
Cuando la salud es un negocio tan burdo, el que gana se hace rico y el que pierde se muere.
Con la nuestra no, libertarios.
Esto se hizo a espaldas de la administración anterior de la CNEA. Fue idea de la actual, tan experta en operar a media luz o en las sombras. Ningún juez va a querer indagar este asunto: hay pacientes argentinos cuya vida depende de estos radioisótopos.
En este agujero negro entre la tecnología médica, la política, la farmacología y la ley, habrá argentinos que pagaron en vida por un diagnóstico o un tratamiento avanzados QUE NO VAN A RECIBIR.
Y sin enterarse.
Daniel E. Arias