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Empezó una opereta sincronizada entre el Palacio San Martín, el State Department y el Bundesministerium des Auswärtigen, la Armada Argentina, siempre subordinada a la superioridad (el State Department). Esta nueva troika va a joder a los fabricantes de submarinos más exitosos del Occidente moderno, franceses que hoy se dicen Naval Group.
Naval Group es el astillero más viejo del planeta. Lo fundó el cardenal Richelieu, entonces primer ministro de Luis XIII, en 1631 para competir con tremenda Royal Navy. Y la Marine Royale lo hizo con todo éxito hasta la Batalla de Trafalgar, en 1802. Con Nelson no se metía ni el Almirante Brown.
El Bundesministerium des Auswärtigen no es un modelo de Volkswagen, sino la cancillería alemana, dirigida por la beligerante militante Verde Annalena Baerbock. El State Department es la casa matriz de su sucursal más austral, la Casa Rosada, y hasta tiene una Sala Oval parecida a la de la Casa Blanca, aunque esos copiones de Washington DC hablan mejor inglés. Bueno, un poco mejor.
El arma que custodia el Mar Argentino fue fundada por el Almirante Brown. Junto a su colega y continuador, el Almirante Segundo Storni, se tirarían de los pelos porque el reloj dice siglo XXI y aún no tenemos submarinos de diseño y fabricación criollos, en lo posible libres de tripulación. Pero ahora va a comprarse tres derivados buenísimos del Thyssen Krupp Type 209, los NG.
El precio, según Zona Militar, va a andar entre los U$ 2700 y 4200 millones, según los retrasos que impongan la deuda externa argentina y la plata que quieran perder los alemanes. No tienen problema, mientras el presidente Macron quede fuera de juego y Washington levante el muerto, si por el muerto se entiende deuda argentina (la deuda eterna, sin X, no la deuda interna). Esta compra no afecta a la población dependiente del PAMI, entiéndase bien. La multiplica, y volverá dependientes del PAMI a los nietos de argentinos veinteañeros que acaban de perder su trabajo y que aún no llegaron a abuelos.
Baerbock no garantiza Submarino Amarillo, pero hasta tres verdes, nos banca. Eso dice Zona, ver abajo.
¿El resultado va a ser mejor para los argentinos o peor para los argentinos? No es un tema que le importe a Zona Militar, pero veamos entre criollos industrialistas quién gana, cómo , con qué y para qué.
GANADORES, PERDEDORES, Y DE YAPA, ARGENTINOS
Una buena para los ut supra mentados criollos industrialistas: aquí supimos tener astillero y de yapa alemán, montado a partir de 1974 por acuerdo entre el Almirante Emilio Massera y la Howaldtswerke-Deutsche Werft. La HDW iniciaba una campaña tremebunda de venta de submarinos costeros Type 209 al Tercer Mundo, que nadie llamaba Sur Global. Nadie vendió tantos U Booten ni tan buenos, y el secreto, amén de la calidad, fueron la transferencia de tecnología y la fabricación local bajo restricción de reventas a terceros bajo contrato.
A nadie le importó esoi. Las ventas a milicos de países deudores nunca faltan. En 30 años, un submarino sin mantenimiento (como le pasó siempre a los argentinos) es chatarra a espera de naufragio y hay que reponerlo.
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Nuestro mejor submarino en Malvinas (y también el único en condiciones de llegar rengamente hasta el teatro de operaciones navales) fue el Type 209 ARA San Luis. Heroico es decir poco, a esos pibes el Alte. Anaya los mandó al muere.
El San Luis peleó 799 horas en inmersión total, con torpedos que fallaban por falta de testeo previo, pegado al barro del fondo como un pez guitarra, sin hacer ruido alguno y bajo una lluvia bastante británica, por lo previsible y densa, de bombas y torpedos de profundidad. Les tiró tres torpedos vengativos, los ingleses los detectaron los tres. Pero con más de 200 radares e hidrófonos británicos escrutando el paradero del San Luis, uno de sus torpedos, el tercero, estalló. Buuuum, se oyó, lejos, a través del casco.
La Reina Isabel jamás confesará a qué le pegó ese torpedo, nunca dirá si le pegó a algo flotante, y como quedó ese algo. Mala época para ser ballena franca, 1982, pero para formar en la Task Force fue un año especialmente feo. No camelear es una de las pocas ventajas de una reina muerta. Igual, en vida, la Isabelita Windsor nunca habló de más, y sólo se esperaba que dijera pavadas. Cumplió a conciencia. No debe haber sido fácil: era inteligente. Muy.
Su gemelo (el del San Luis, no el de la Isabel gringa) fue el ARA Salta. Llegó a la guerra Malvinas hecho percha, cubierto de lapas e incrustaciones, con ruidos de flujo turbulento y de árbol de la hélice que lo volvían más fácil de detectar con hidrófonos que una murga en el Teatro Colón. Cautamente, lo dejaron en Bahía Blanca. En una prueba de torpedos, faltó nada para que éste estallara sin haber logrado salir del tubo de lanzamiento.
Es que el Almirante Cero, ese fúnebre Isidorito Cañones, se había gastado la plata náutica en vuelos de la muerte, en gomina, en torturar monjas y en alquilar mesa en Mau Mau y algunas putas verdaderamente caras. ¿Tercer Mundo, dijo alguien?
En fin, el San Luis, y sus valientes entre los valientes de la Armada Argentina, ahí solos con su alma en su desolada y descuidada gloria. Aquí en AgendAR nunca los hemos olvidado. Nos importa un carajo qué pensaban en materia de política. A la hora de la hora, son compañeros, son amigos, son familia. Uds, y casi nadie más.
Pero Massera ni hizo todo mal. Cualquier otro maringote más mamerto no habría reforzado el pacto con HDW con otro contrato más con Thyssen Krupp, para adquirir seis peligrosísimos TR-1700 codiseñados a medida con Argentina.
No he conocido ningún submarino diésel eléctrico con semejante masa de baterías, el doble de toneladas de lo que cualquier otro submarino de ese desplazamiento chico. Los TR-1700 debían ser seis, pero no llegaron nunca a Malvinas, la cláusula 5ta de la OTAN retrasó la entrega de los dos construidos en Alemania en tiempos de Alfonsín.
Cuando los gringos juzgaron su desempeño en maniobras conjuntas con otras armadas sudacas, se espantaron: los TR-1700 hundían portaaviones y submarinos nucleares con silenciosa indiferencia. Jamás dejaron que el astillero que luego se llamó Alte. Storni construyera los 4 restantes.
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El presidente Carlos Menem, otro Isidorito siempre a la orden de ajenos, hundió el astillero y seis submarinos usando apenas una lapicera. Cerró el Storni, dejó en la calle a expertos formados una década y más en Alemania, logró que los dos TR-1700 se comieran, en plan caníbal, los componentes de los 4 nonatos a construir, y la Reina Isabel no se quejó de nada. El bizco Néstor Kirchner intentó reflotar el astillero, pero la gente se había muerto, jubilado o volvió sabiendo que la cosa era precaria.
Efectivamente, no se construyó más nada que anduviera bajo el mar, y lo que se reparó en tiempos de Néstor, estaba reparado para la mierda por gente menos calificada, sin un gomán en la caja chica y con repuestos de ocasión que habrían hecho aullar de furia a los nibelungos de Thyssen Krupp.
De modo que volver a pedirles a los mismos proveedores tres copias muy mejorads del viejísimo y chatarreado San Luis, el submarino más vendido de Planeta Posguerra, es un acierto no buscado. Somos el comprador erróneo en el momento erróneo y por motivos erróneos. El objetivo de esta compra no es reclamar territorio marino alguno para la Argentina. Es endeudar más al país con un crédito que no podrá repagarse jamás, en una operación diplomática perfecta con el Rey Carlitos y Trump para que Francia no se vuelva lo que ya es, la potencia proveedora de submarinos de Brasil, Chile, Perú y siguen las firmas.
Pero, sobre todo, para que la Argentina no tenga jamás una flota como la que intentó Massera: bastante argentina y “made in casa”, con 6 barcos veloces y con autonomía diésel eléctrica de sobra para navegar desde Marpla hasta Perú a puro snórkel, llegar silenciosamente a teatro de ejercicios navales, y cargarse un par de bestias navales yanquis sin ser siquiera detectado. El día del arquero nos iban a dejar tener seis monstruos así.
¿Y por qué el lujurioso Comandante Cero los quiso tan potentes? Porque a Alemania le importaba cuatro velines cualquier intento de bloqueo de la Embajada Yanqui, y don Emilio el Engominado soñaba con llenarse de gloria fusilando a torpedo a toda la Armada Chilena en sus puertos y amarras, y cuantimás por sorpresa, el Pearl Harbor criollo.
En 1978 aquel decano de la universidad de la tortura, llamada Escuela de Mecánica, se masturbaba con empezar una guerra con Chile por el triunfo mismo, y vivir luego en la gloria, que lava todo crimen de lesa humanidad y de vulgar choreo.
Viendo a la Argentina tan derrotada por sus propios presidentes, la Elizabeth Winsurf se limitó a reclamar para su reino 2,12 millones de km2 de Mar Antes Argentino. ¿Qué había en casa para defenderlos? Toc-toc, ¿alguien en casa? Los Argies no contestan, Su Majestad.
¿Eso cambia? No, da igual submarinos franceses que alemanes. Aquí nadie va a pedir construcción local como “offset”. Los alemanes fueron y son el terror de la Royal Navy, y de yapa, si ellos quisieran y nosotros pudiéramos, les pediríamos un Type 209 más pulsudo, con un casco más largo, y en el espacio vacío creado podríamos poner una planta de potencia nuclear bien Argie.
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¿Tenemos esa planta? AgendAR tiene los planos. Hasta lo que entendemos de energía nuclear, es fantástica por su gran potencia y su escaso volumen, como que se hizo para uno de los 4 TR-1700 alemanes que jamás se construyeron. La diseñó el reactorista suma cum laude doctor Pepe Converti de la CNEA para la Armada en tiempos de Alfonsín.
Y los hijos de Brown y de Storni, pero más hijos de Massera, felicitaon a la CNEA por un año de laburo impagable e impensable en cualquier otro país al sur del Ecuador terrestre. Y los tales gorras le explicaron al citado Converti y al combustiblero doctor Carlos Aráoz que no había un mango para el proyecto. Para alegría imaginable de la CNEA. Si la Armada la había salvado del desguace académico y científico del Proceso sólo para tener un submarino nuclear. ¿Qué destino le esperaba entonces a la CNEA, el tuerto en el país de los ciegos, la institución científica con ínfulas tecnológicas y contactos fabriles, sin ese paraguas de acero? Le sucedió lo obvio, y el resultado es el actual.
Si un presidente hoy inimaginable de un partido político hoy inexistente decide renacionalizar la Argentina y además la Armada, tal vez tenga submarinos alemanes para ensayar el motor nuclear de Pepe Converti. Da entre 10 y 50 MWe de potencia bruta, y un casco fusiforme como el de un Type 209 volaría bajo el agua, con esa potencia, y como podría estar en cualquier parte del mundo sin que lo detecte naides, nuestro socio comercial favorito, Brasil, se interesaría, porque con la propulsión nuclear del futuro submarino Alvaro Alberto vienen con veinte años de retraso. Es un asunto sencillo; nosotros podemos darles una mano, ellos no quieren, y Francia se caga en ellos.
Si las cosas fueran de otro modo y mi abuela fumara en pipa, don Carlos III tendría el equivalente de un Derringer apuntándole a las reales y minúsculas pelotas, bien disimulado bajo la imperturbable mesa diplomática. Onda que de pronto estaríamos recibiendo ofertas ventajosas sobre soberanía en Malvinas, sin saber por qué ni cómo.
Nadie quiere eso, al menos en el Palacio San Martín. No va a suceder, pero con submarinos alemanes, podría suceder. Alemania, ocupada por la OTAN por haber perdido la Segunda Guerra, se interesaría no poco por cómo le va a un submarino Thyssen Krupp con una propulsión nuclear argentina. Hasta los brasileños mismos se pondrían más frígidos que cachondos con su proveedora de submarinos, Madame la République, llamada Francia por otros, y de cuyos desaires imperiales los almirantes brasucas están más que podridos, y Lula ni te cuento.
No va a suceder, pero podría. No se alegre. Pero tampoco se desespere, compatriota y lector. Este partido recién empieza.
Daniel E. Arias
ooooo
Zona Militar. – Uno de los principales esfuerzos de la actual gestión al frente del Ministerio de Defensa es concretar la adquisición de nuevos submarinos de ataque para la Armada Argentina. Si bien durante el año 2024 se han registrado importantes hitos, como la firma de una Carta de Intención por unidades de la clase Scorpène, el proceso de estudios de propuestas y selección no ha finalizado. Así dan cuenta recientes reportes de medios internacionales, que indican que el gobierno de Alemania avanzaría en la aprobación de garantías a fin de apoyar la propuesta por submarinos Tipo 209NG presentada por TKMS al gobierno argentino.
Al día de la fecha, y como ha sido reportado de forma oficial a través de presentaciones de la Jefatura de Gabinete, el programa para recuperar las capacidades y medios de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina cuenta con dos importantes propuestas. La primera, emanada de la empresa francesa Naval Group basada en la provisión de submarinos de ataque clase Scorpène; mientras que la segunda se posa en los submarinos Tipo 209NG de ThyssenKrupp Marine Systems (TKMS). Ambas propuestas tienen en común la cantidad de unidades a ser ofrecidas a la Argentina, consistiendo en tres submarinos. También, como sucede en esta clase de operaciones de venta de equipamiento militar de envergadura, las propuestas de ambas empresas cuentan con el apoyo de sus respectivos gobiernos.
Durante el año pasado se registro un imporante hito con la confirmación de la firma de una Carta de Intención con Naval Group, la cual tuvo como marco la visita del Ministro de Defensa de la República Argentina, Luis Petri, a Francia. Si bien el documento no es vinculante, sienta las bases para el avance de las negociaciones. No obstante, esto no impide a otras empresas de presentar propuestas revisas, al igual que los gobiernos involucrados de redoblar su esfuerzos y apoyos a estas.
Esto último pareciera ser el caso del gobierno alemán, el cual, siguiendo lo reportado a finales de enero pasado por la agencia de noticias Reuters, estaría por avanzar en la autorización de garantías estatales por un valor de 4.270 millones de dólares para apoyar a la propuesta de TKMS para equipar con sus submarinos a la Armada Argentina.
Como ha sido recalcado por las autoridades al frente del Edificio Libertador, la cuestión del financiamiento de la operación de compra de lso tres submarinos pretendidos por la Armada es central para la definición en favor de algunas de las propuestas. Así quedó plasmado en el Proyecto de Presupuesto 2025, el cual no sería aprobado, prorrogando el Presupuesto Nacional 2023, que señalada operaciones de toma de créditos por un valor de US$ 2.300 millones para la adquisición de submarinos.
Sin embargo, algunas cuestiones reportadas por la agencia son llamativas, como la fecha de plazo mencionada, situando las entregas de los submarinos de origen germano para el año 2034 y 2035; añadiendo que se espera en las próximas semanas la aprobación de las mencionadas garantías por parte del Comité de Presupuesto del gobierno germano.
Por último, y como viene siendo observado, las negociaciones han adquirido un bajo perfil en los últimos meses por parte del Ministerio de Defensa y la Armada Argentina, teniendo presente que esta clase de adquisiciones requieren del aval del Poder Ejecutivo debiendo pasar por el tamiz del Ministerio de Economía de la Nación, el cual ha fijado una férrea e inamovible politica presupuestaría de déficit cero.