
Introducción de AgendAR:
El gobierno de Javier Milei, concetrado en destruir la actividad nuclear local, venía con pelota dominada para privatizar NA-SA, y ese mediocampista rengo que supimos conseguir, el parlamento, parecía decidido a dejársela pasar. Pero por fin le salieron los defensores al cruce, y el patadón de emergencia para salir de peligro es la ley que les copio a término de esta introducción.
Se llama «Ley de soberanía energética», propuesta por los diputados Esteban Paulón y Mónica Fein. «Soberanía» suena declamativo y no lo es. Tenemos un programa nuclear chico, pero es el más activo e independiente del hemisferio sur, cosa que incordia a nuestros dueños en el hemisferio norte.
Desde exportamos tecnología nuclear, los hemos corrido a patadas de la B, el mercado de los reactores de producción de radioisótopos. En ése reinamos desde 2000. Pero desde entonces queremos subirnos a la A, el mercado de las centrales de potencia.
Advertencia: reactores son unidades de baja potencia, de 50 megavatios térmicos o menos. Los más ambiciosos son mitad fábrica, mitad universidad. Por eso se llaman «multipropósito»: el nombre tradicional de reactores de investigación les queda chico. Producen insumos de medicina nuclear, silicio irradiado para chips de alta resistencia, investigan en ciencia de materiales aeroespaciales, y forman personal experto. En ese tipo de plantas, somos Gardel. El más caro que hemos vendido (Holanda) tal vez sume unos U$ 700 millones.
Una central de potencia, en cambio, sólo produce electricidad, punto. Una mediana, como las que estaban diseñando NA-SA y la CNEA hasta que irrumpió la actual Murga dei Ladri, puede venderse entre los U$ 3000 y 6000 millones. La demanda mundial se acaba de volver mayor que la oferta, al punto de que faltan unos 100.000 ingenieros nucleares en el mundo.
Sumando radioisótopos de diagnóstico, de terapia y los «teranósticos» (que hacen ambas cosas), el mercado mundial cerró 2024 en U$ 11.940 millones, y contando. Pero la parte del león está en la comercialización, no en la producción.
La medicina nuclear es algo que uno usa pocas veces en la vida, y si es de clase media para arriba y vive en países de ingresos medianos para arriba. Pero la electricidad la usa todos los días casi toda la humanidad y cada vez más, salvo por un núcleo duro de pobreza de unos 750 millones de habitantes del África Subsahariana.
Por ende, hay unos 7500 millones de consumidores de electricidad, y el 9% de la misma es nuclear. A diferencia de las energías intermitentes, la nuclear por ahora es la única fuente «de base»: está disponible al 100% de su potencia instalada 24×7 más de 300 días/año.
Para evitar seguirle inyectando carbono fósil a la atmósfera, y mitigar y atrasar siquiera un poco el desastre climático en curso, al menos entre el 30% y el 40% de la electricidad mundial debería ser nuclear. ¿Es imposible? En Eslovenia, el 60,3% de la electricidad es nuclear, en Hungría, el 47,1%, en en Bélgica el 42,2%, en Francia el 67,3%. Salvo Francia, que en los ’80 llegó a un 85%. ninguno de esos países es una potencia.
Entre los que sí son potencias , China ya anda por el 16%, la India con el 3,3% y Rusia con el 7,7%, y vienen construyendo centrales (y muy buenas) a lo bestia. Toda esa instalación es nueva y estatal.
Los Estados Unidos, donde las centrales son de propiedad y operación privada, en cambio, vienen pa’atrás: en 1980 tenían 112 y hoy les quedan 94, con una edad promedio de 42 años: más cerca del arpa que de la guitarra. Desde 1990 sólo inaguraron 2 nuevos, Vogtle 3 y 4, y completarlos tomó 3 veces el tiempo acordado, y 4 veces el presupuesto.
La iniciativa privada yanqui parece muy privada de iniciativa.
Eso sí, los EEUU tienen cantidad de proyectos tecnológicamente disruptivos, que juntan plata de la gilada especuladora y quiebran, como New Scale. Son el modelo a no imitar y el socio a evitar.
Con los EEUU en knock-out y la Unión Europea preguntándose cuando, cómo y porque perdieron el tren, en el renglón centrales nucleares de potencia tenemos un mercado potencial inmensamente mayor que en de reactores. Hay que ser un completo imbécil (se me ocurren palabras peores) para perder esa ventana de oportunidad.
Si la usamos, podemos volvernos una segunda marca mundial solitos con nuestra alma, y/o de asociarnos como proveedores de componentes y montajistas de obra de plantas nucleares de cualquier otra marca ya enraizada.
Con los reactores, la gloria ya la tenemos. Con las centrales, vamos por la plata.
El verdadero negocio nuclear no es vender megavatios hora: es vender tecnología. Privatizar NA-SA, entregarla a ese fracaso atómico que son los EEUU, es un modo de sacarnos de la cancha.
Y qué cancha.
PARA DAR UNA IDEA
Por el recalentamiento global, la energía nuclear se ha vuelto imparable, y no por popular sino por imprescindible.
Hay sólo 440 centrales operativas en 31 países. Hay 70 más están en construcción y se vienen otras 110 planificadas y aprobadas. La mayor parte de ese crecimiento ocurre en China, la India, Turquía, Corea y Bangla Desh, pero el «target» de ventas NA-SA lo tiene en Sudamérica, Africa, Medio Oriente y Oceanía. Allí ya somos marca. Desde 1978, en esas tres regiones nos venido comprando reactores de producción y/o de investigación de INVAP, otra firma estatal como NA-SA, brotada del tronco común de la CNEA.
También tenemos chances es en la liga de los «newcomers», los 30 países con programas nucleares emergentes que quieren debutar en electricidad nuclear. Moverán realmente el amperímetro a partir de 2040. No son pocos, y los que no están muy poblados (como Uganda), al menos tienen bolsillos muy profundos (como Arabia Saudí). Nuestros blancos de interés son Egipto, Arabia Saudí, Uganda y Argelia, donde INVAP con sus reactores ya le abrió camino a NA-SA.
En Sudamérica tenemos un reactor vendido en Brasil, el único país nuclear del subcontinente fuera del nuestro. En Oceanía, tenemos otro reactor en Australia. Funciona tan bien desde 2006 que con apenas 20 megavatios térmicos suministra una cuarta del consumo mundial de radioisótopos, y podría producir la mitad. De yapa INVAP suministró plantas radioquímicas para extracción de radioisótopos y formulación de radiofármacos en Cuba, la India, Argelia, Brasil y Holanda.
En todos esos países tenemos un pie metido en la puerta. ¿Por qué regalarle esos mercados a EEUU, que en términos nucleoeléctricos está en coma cuatro desde 1977? Y fundamentalmente, ¿por qué regalarle a nadie el mercado nucleoeléctrico argentino?
Y ahí está el nudo actual de la cuestión. Tenemos sólo tres centrales activas, dos alemanas (las Atuchas 1 y 2) y una canadiense (Embalse). Es el inventario que habríamos debido tener en 1987. Puedo explicarle a nuestros clientes nucleares que Atucha 1, 2 y Embalse son 80% argentinas, a fuerza de terminación, reparación, extensiones de vida y mejoras. Y es verdad, ¿pero me tienen que creer?
Si intento vender una central puramente de NA-SA en Uganda, Perú, Argelia, Brasil, Cuba, Holanda o Egipto, me van a preguntar: ¿tenés alguna 100% tuya que podamos pasar a ver?
La respuesta es NO. Y vuelvo a NA-SA
LO QUE QUIEREN HACERLE A NA-SA Y LO QUE VAMOS A HACERLES
Acabo de anoticiarme por Bloomberg que uno de los clientes a los cuales Milei quiere venderles NA-SA es ARC Energy. Es una firma de servicios petroleros estadounidense sin ninguna trayectoria nuclear. O más bien sin trayectoria.
Estos pibes se compraron IMPSA por un vuelto. Llamada también Pescarmona, es una metalúrgica argentina fundada en 1907, y la única especializada en piezas descomunales de acero forjado que logró superar el siglo y monedas. Llegó a emplear a 1.300 personas, trabajar con más arriba de 100 proveedores argentinos y a exportar el 85% de su producción a 40 países. En la lista hay turbinas hidráulicas en decenas de represas, puentes grúa en decenas de puerto, e incluso componentes de centrales nucleares.
IMPSA se fundió con la energía eólica, cagadas típicas de una firma familiar en la tercera generación. Produjo una turbina que se rompía demasiado, sembró miles de ellas en Brasil, y la mataron a multas por energía no entregada. EEUU salvó a la Boeing porque es enorme, tiene un siglo de muy buenos aviones (hasta que se jodieron con el 737 MAX 800), pero sobre todo, es una de las cinco grandes firmas de defensa de los EEUU.
Aquí IMPSA no tuvo esa suerte, aunque para el país resultaba igualmente estratégica. Fabricaba los blindajes del tanque argentino TAM, los generadores de vapor de la central Embalse, y el recipiente de presión de la centralita modular CAREM. El presidente Alberto Fernández y el gobernador mendocino Alfredo Cornejo la sostuvieron como la cuerda al ahorcado, hasta que perdiera sus últimos clientes VIP y su personal más experto y caro. En febrero de este años, Milei y Cornejo se la regalaron a ARC Energy por U$ 15 millones, a cambio de la deuda acumulada.
Según Bloomberg, estos son los quías que van a quedarse con NA-SA. Según radio pasillo de la CNEA y de NA-SA, donde reinan la paranoia y el terror, detrás están Westinghouse y un billonario local con cantidad de aeropuertos.
Attenti, lectores. A diferencia de otras firmas a regalar (YPF, FAdeA) NA-SA no es conocida en la calle. Más de uno la confunde con la Agencia Espacial de los EEUU.
NA-SA está acusada de haber haber construido la mayor central nuclear del país, Atucha 2, y como agravante, de haberla reparado dos veces de un par de pifiadas de diseño de Siemens, pero sin Siemens, privándola de unos U$ 800 millones. Se la inculpa asimismo de haberle dado 30 años de extensión de vida a nuestra mejor central, Embalse, canadiense, pero sin los canadienses, lo que ocasionó un lucro cesante de U$ 2150 millones, que fueron a parar a un centenar largo de proveedores nacionales.
NA-SA está sospechada de haber acelerado la construcción del CAREM en un 11% en 2 años, con grave daño moral para administraciones anteriores. Pero sobre todo, se cree que estaba diseñando otra central puramente argentina, con 700 megavatios eléctricos, la más potente.
Leo la mente de los mileistas y macristas: los de NA-SA son casta, son el estado demoníaco, impiden la libertad de apropiarse de bienes públicos, y de rascarse, cobrar y fugar. Merecen firmemente que algún corsario sin pergaminos se quede con el 49% de sus acciones. Pero es mucho más de lo que se necesita. Con cederle el 1% de tu casa a Al Capone, no tenés casa.
La cámara de senadores no dió los 2/3 para rechazar la privatización de NA-SA: 28 votos la aceptaron en una cámara de 72 escaños. La semana pasada, Diputados ya había logrado evadir la cuestión al no dar el quórum. Un faltazo te emporca menos que un voto a favor de este evidente afano.
Pero en el «mientras tanto» anterior a las elecciones, la idea es cambiar el estatuto de propiedad de NA-SA para blindarlo contra privatizaciones destructivas. Para darles los honores, la presentaron los diputados Esteban Paulón y Mónica Fein.
El objetivo del estatuto es nacionalizar el 51% de NA-SA , y darle el 24% a la CNEA, todo esto con acciones intransferibles. El 1% quedaría en manos de EBISA, una estatal que en 1997 reemplazó a la lamentada Agua y Energía. Esto, mal que mal, hace difícilmente vendible el 75% del paquete, salvo decretazo, causa local frecuente de volteo de leyes. El resto del paquete accionario se provincializaría con un 1% para cada una de las provincias y lo mismo para CABA.
Tiene mérito: NA-SA y la CNEA seguirían como dueñas y con comando. Tiene problemas: muchas provincias antinucleares de distinta gravedad (Río Negro, Córdoba, Corrientes, Tucumán, Santa Cruz y Tierra del Fuego). Pero Chubut, integrante del listado anterior, es un buen caso testigo. Puede ofrecer la panza para que la rasquen, a cambio de algunos dólares con cualquier proyecto multinacional de exportación de uranio. Es que con el resurgir nuclear, el precio de este metal estratégico se cuadruplicó entre 2017 y 2024, y contando.
Lo difícil de vender a las 7 provincias nucleofóbicas son los proyectos de alto valor agregado nacional. Mi pregunta sería qué vendrían a hacer dichas provincias en el directorio de una firma tecnológica hasta hoy nacional, y que no regala mineral de uranio sino que vende honestamente diseño, construcción y operación de centrales, y ganando plata.
NA-SA no necesita ñoquis.
OJO CON QUIENES TIENEN ACCIONES
Yendo al espíritu de este proyecto de ley, vuelve difícil venderle lo más abultado del paquete de NA-SA a ARC Energy o a quien designe el State Department. Requeriría de una ingeniería rosquera endiablada, y en demasiados parlamentos. Los EEUU podrían lograrlo con la famosa Banelco, pero les tomaría tiempo, y el momento de gloria que tuvieron con Milei posiblemente será irrepetible durante algunos años.
Las provincias sin intereses nucleares o sin interés por lo nuclear, da lo mismo, con esta ley pueden venderle su 1% a otras provincias que al menos ven el negocio de subirse a NA-SA, algunas sin contraprestación alguna, pasada, presente o futura. No es muy correcto. «Simili modo», 24 jurisdicciones y una firma multinacional son una forma de administración parecida a una asamblea de consorcio.
A revisar también: EBISA no existe. Fue la binacional argentino-paraguaya que administró Yacyretá desde 1997, pero en 2018 fue absorbida por ENARSA, argentina y estatal, que a su vez fue privatizada y cedida a TRANSENER por Milei. Esta firma fue fundada en 1993 por Carlos Menem con los activos de Agua y Energía, Hidronor y SEGBA, viejas firmas reales y al menos las primeras dos, famosas por obras y trayectoria.
Quizás por no buscar bien, pero desde 1993 no hay noticias de nuevas líneas de alta tensión construidas TRANSENER, firma de Marcelo Mindlin que tiene el monopolio legal y efectivo del transporte de electricidad en todo el país. Y sin contraprestaciones: fue «prima donna» en no pocos apagones y mega-apagones provinciales, nacionales e incluso internacionales.
Se le puede adjudicar el Apagón del Día del Padre (mayúsculas merecidas) del 16 de junio de 2019. Lo causó la falta de la falta de mantenimiento de la tercera línea desde Yacyretá a la Región Centro: se cayó al Paraná, pluff, y en 30 segundos, zzk, dejó a 50 millones de personas, todo el país y vecinos de frontera, manoteando en la oscuridad.
TRANSENER dentro de NA-SA es un experimento dudoso: puede salir mal, o peor.
Los puntos que se anotó NA-SA entre 2021 y 2023 los hizo recontratando a los echados de la Unidad de Gestión por el mejor ministro de Energía de la Shell, el muy mentado ingeniero en petróleo Juan Carlos Aranguren. Estaban acusados de terminar Atucha 2 y retubar Embalse. Harto alto mamerto vivió 27 años afirmando que Atucha 2 no podía ni debía construirse. Pucha con NA-SA, hacer quedar como boludos a tantos boludos.
En 2021, con el regreso de una administración menos cretina a NA-SA, estos expertos asumieron el riesgo de volver a la Unidad de Gestión. Son unos 200 ingenieros nucleares, mayormente montajistas, con predominio de reactoristas pero también combustibleros, electromecánicos, informáticos y termohidráulicos. La deben estar pasando mal. «Mal pero acostumbraos», como decía Inodoro Pereyra, sociólogo nuclear.
Desde que sobrevino Mauricio Macri en 2015 y hasta bien entrado 2018, NA-SA y el resto del Programa Nuclear Argentino estuvieron en la manos expertas del igualmente sociólogo Nicolás Gadano, baquiano en lo atómico por voluntad de Aranguren y de Dios, apto, por ende, para dirigir al mayor elenco nuclear de posdocs, doctores y graduados en ciencias e ingenierías nucleares del hemisferio sur.
Gadano no es sólo una cara bonita. A Aranguren, el capanga energético de entonces, debemos unos 1900 MWe atómicos no construidos: una central original de NA-SA de 700 MWe y construida por nosotros, que los chinos nos financiaban al 85% y con 8 años de gracia, pero sólo si dos años después empezábamos la construcción de una Hualong-1 de 1200 MWe, obviamente china, iguales condiciones.
Las tres medidas más importantes de aquel dúo dinámico Aranguren-Gadano fueron hundir a la CNEA al nivel de una subsecretaría, luego echar a la calle a la Unidad de Gestión de NA-SA, y y finalmente sabotear la construcción de estas dos centrales. La plaga macrista duró en el ámbito nuclear hasta 2021, bastante más que el Covid-19.
Ignoro por qué no se cambió la cúpula al toque del cambio de gobierno. Alberto Fernández debía estar distraído con la guitarra. Con nuestra ringla de tres presidentes musicales al hilo, no venimos teniendo suerte. La música, tampoco.
El propósito de rajar a la Unidad de Gestión fue transformar a NA-SA en una operadora boba de centrales nucleares ajenas, sin capacidad de reparación, extensión de vida, de rediseño, y fundamentalmente de obra propia e independiente.
A NA-SA, dicen los entendidos, hay que volverla boba en serio hasta que no sólo renuncie a construir una central propia, sino que sea técnicamente incapaz.
Pero además de CAREM, que es un «proof of concept», ya está en planos la cuarta central, la que nos podrían haber financiado los chinos. Su padre y defensor es el ing. José Luis Antúnez, el hombre que termino Atucha 2. Aquí Antúnez tiene leyenda propia, como la tiene Franco Varotto, y la tuvieron Cacho Otheguy y Jorge Sabato. Antúnez a su central la llama «Proyecto Nacional».
Se llame así o «Mate Verde», sin esa máquina en línea en el país no podemos salir a competir en el mercado externo de centrales de potencia. Que es donde hay plata, mucha. Los laureles ya los tenemos, pero son de bajas calorías.
La incapacidad de diseñar y hacer es el tipo de dirección adoptada por las nucleoeléctricas bobas de toda bobera, como las Alemania, Italia, Lituania y España. Ya sabemos cómo termina eso.
Si NA-SA resistió a 6 años como chupamedias perruna de La Embajada, y en sólo dos de buena dirección logró hacer todo lo que hizo, es una joyita de resiliencia y conocimiento del paño, comparable con INVAP.
No da para privatizarla.
¿Qué van a hacer ahora, diputados? ¿Seguir dando faltazo? ¿En este contexto pre-electoral?
Seguí participando, ARC Energy, seguí participando, Westinghouse. Ahora se pone difícil. El genio salió de la lámpara.
Ahi les va el proyecto.
Daniel E. Arias
Comentario editorial:
Debo decir que no comparto el entusiasmo de Arias por este proyecto de ley. Para ser preciso, por la estructura legal que propone para Nucleoeléctrica Argentina.
Sí estoy de acuerdo en que una privatización, aunque fuera parcial y minoritaria, de la infraestructura nuclear de Argentina, sería un desastre bajo este gobierno. Bajo cualquier otro que no tuviera una conciencia clara de los intereses nacionales.
Los gobiernos provinciales pueden -y estimo- deben participar a través de un consejos supervisor.
Pero crear una conducción deliberativa, como de acuerdo a la experiencia sería el resultado de la estructura prevista en el proyecto, es una mala alternativa.
Las empresas que exigen la incorporación de tecnología, la mayoría de las veces desarrollada en la misma, requieren una conducción unitaria, que reúna firmeza, claridad de propósito y los conocimientos técnicos y científicos necesarios. Como la que tuvo NA-SA en el período anterior a diciembre de 2023.
Abel B. Fernández
ooooo
CAPÍTULO I.- Soberanía energética. Fortalecimiento del federalismo en materia energética.
Artículo 1°.- Declárase al Sistema Nuclear Argentino (instalaciones, desarrollos tecnológicos, recursos humanos en formación y especializados, y todo aquello que lo integra), como bien público nacional estratégico no enajenable, de interés nacional y sujeto a uso y control exclusivo del Estado Nacional y los Estados provinciales, en el marco de la política de soberanía energética y fortalecimiento del federalismo.
Artículo 2°.- El Poder Ejecutivo Nacional, conjuntamente con los Estados provinciales, garantizará la administración y el desarrollo integral del sistema nuclear argentino para asegurar su preservación, fortalecimiento y expansión como política de Estado en materia de soberanía energética, científica y tecnológica.
A fin de dar cumplimiento con el objeto y finalidades establecidos en la presente ley, declárase de interés público nacional la federalización de la composición accionaria y de la conducción y administración de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA).
CAPÍTULO II. Federalización de NASA.
Modificaciones estatutarias.
Artículo 3°.- En el marco de la declaración dispuesta en el capítulo anterior, procédese a la cesión y redistribución de las acciones de Nucleoeléctrica Argentina S.A. a favor de las Provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de conformidad con las reformas al Estatuto Social vigente que se introducen a continuación.
Artículo 4° – Sustitúyense los artículos 5°, 12°, 14° y 15° del Estatuto Social de Nucleoeléctrica Argentina S.A., los que quedarán redactados de la siguiente manera:
“Artículo 5° – El capital social se fija en la suma de PESOS VEINTICINCO MIL SEISCIENTOS CUARENTA Y OCHO MILLONES DOSCIENTOS NOVENTA Y OCHO MIL OCHOCIENTOS ($25.648.298.800), representado por VEINTICINCO MIL SEISCIENTOS CUARENTA Y OCHO MILLONES DOSCIENTOS NOVENTA Y OCHO MIL OCHOCIENTOS (25.648.298.800) acciones ordinarias, nominativas, no endosables, de UN (1) PESO valor nominal cada una y con derecho a UN (1) voto por acción.
La distribución accionaria será la siguiente:
- El Estado Nacional, a través del Ministerio de Economía de la Nación: hasta un CINCUENTA Y UNO POR CIENTO (51%) del capital social.
- La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA): hasta un VEINTICUATRO POR CIENTO (24%) del capital social.
- EBISA: hasta un UNO POR CIENTO (1%).
- Las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: hasta un VEINTICUATRO POR CIENTO (24%) del capital social, en un mínimo de UNO POR CIENTO (1%) cada una. Si alguna de las Provincias o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no suscribiera su participación, las demás jurisdicciones podrán acrecer su participación a prorrata.
Las acciones cedidas a las Provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tendrán carácter gratuito, intransferible a terceros y otorgarán derechos políticos y económicos plenos.
Las acciones del Estado Nacional no podrán ser transferidas, toda vez que aseguran el ejercicio del control que corresponde al Estado, a efectos de garantizar la debida utilización de los recursos nacionales afectados; en el marco de las definiciones en materia de soberanía energética nuclear que son competencia exclusiva del Congreso de la Nación”.
“Artículo 12° – Las reformas estatutarias requerirán el voto favorable de por lo menos DOS TERCIOS (2/3) de las acciones correspondientes al conjunto de las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
“Artículo 14° – La administración de la Sociedad estará a cargo de un Directorio compuesto por OCHO (8) miembros titulares y sus respectivos suplentes, designados/as por la Asamblea de Accionistas de acuerdo con la siguiente distribución:
- TRES (3) directores/as propuestos/as por el Estado Nacional, a través del Ministerio de Economía de la Nación.
- DOS (2) directores/as propuestos/as por las Provincias de las regiones NOA, NEA y Cuyo, en forma rotativa.
- DOS (2) directores/as propuestos/as por las Provincias de la Región Pampeana, Patagonia y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en forma rotativa.
- UN/A (1) director/a propuesto/a por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El mandato de los/as directores/as será de UN (1) año, con posibilidad de reelección”.
“Artículo 15° – El Directorio elegirá entre sus miembros un/a Presidente/a y un/a Vicepresidente/a. El/la Presidente/a será propuesto por los/as representantes del Estado Nacional, y el Vicepresidente/a por los/as representantes de las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alternando en forma anual”.
Artículo 5° – Incorpórase como artículos 10 in fine y 11 in fine del Estatuto Social de Nucleoeléctrica Argentina S.A. el siguiente texto en común a ambos artículos:
“La mayoría especial requerida precedentemente deberá estar conformada, asimismo, con el voto favorable de por lo menos DOS TERCIOS (2/3) de las acciones correspondientes al conjunto de las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
CAPÍTULO III.- DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS.
Artículo 6°.- Derógase el artículo 8° de la Ley N° 27.742 (2024) que declara “sujeta a privatización”, en los términos y con los efectos de los capítulos II y III de la ley 23.696, a Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), y déjase sin efecto todo acto administrativo o jurídico dictado en virtud la declaratoria, así como los actos posteriores que se deriven del mismo; en particular, todo acto o procedimiento vinculado al llamado a licitación pública nacional o internacional de venta de acciones de la empresa.
Artículo 7°.- Las modificaciones establecidas en el CAPÍTULO II tendrán plena vigencia a partir de la promulgación de la presente Ley. Sin perjuicio de su operatividad inmediata, el Directorio y la Asamblea de NASA dispondrán la incorporación formal de las mismas en un texto ordenado del Estatuto dentro de los NOVENTA (90) días de la entrada en vigencia de esta Ley.
Artículo 8° – Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.
Firmante: DIPUTADO NACIONAL ESTEBAN PAULÓN
Acompaña: DIPUTADA NACIONAL MÓNICA FEIN FUNDAMENTOS
Sr. Presidente:
En la década del 90’ mediante el Decreto N.º 1540/94 se constituyó
Nucleoeléctrica Argentina S.A., década en la que se intentó privatizar, y se logró en muchos casos, empresas del estado como esta. La experiencia histórica de ellas debería resultar al menos, aleccionadora. Recordemos que aquellos procesos tuvieron como consecuencia la pérdida masiva de puestos de trabajo, la flexibilización laboral, la tercerización de servicios y el deterioro generalizado de las condiciones de empleo.
Todo este proceso facilitó la entrega del patrimonio nacional y la pérdida de soberanía.
Nucleoeléctrica Argentina S.A. representa un patrimonio estratégico de la Nación, símbolo de soberanía energética, científica y tecnológica, y motor del desarrollo industrial y productivo. Su privatización implicaría no solo poner en riesgo la seguridad operativa de las centrales y la continuidad de proyectos estratégicos, sino también degradar el servicio eléctrico, encarecerse y subordinarlo a los intereses de grupos económicos nacionales y extranjeros que buscan maximizar sus ganancias. La privatización parcial de NASA no solo debe evaluarse en términos económicos, sino también en clave geopolítica y de seguridad nacional.
La Argentina es uno de los escasos países en el mundo con capacidades plenas en el desarrollo de tecnología nuclear, lo que le otorga un lugar de privilegio en el escenario internacional, renunciar o compartir su control con capitales privados constituye pérdida de autonomía en un área estratégica. Por lo expuesto, sostenemos que esta medida no constituye una decisión económica, sino política, orientada por una visión neoliberal que atenta contra la soberanía nacional y los intereses estratégicos del país.
Hablar de energía nuclear es hablar de soberanía nacional. La energía nuclear es una fuente estratégica de energía en el mundo y tiene un papel central en la producción de electricidad como ocurre en las tres centrales que funcionan en nuestro país, pero también presenta múltiples aplicaciones en la medicina, la industria, la agricultura y la investigación científica. Si pensamos en todos sus usos en la vida cotidiana, la energía es uno de los insumos más importantes que tiene la sociedad y ahora está en grave riesgo.
A su vez, la energía nuclear es fuente de cambio climático ya que no emite gases de efecto invernadero, ofrece un suministro constante de electricidad sin estar atada a factores como la radiación solar o el viento, y sirve para tratamientos médicos como el cáncer, o equipos de diagnóstico médico. Por estas y otras razones, es que decidimos presentar este proyecto de Ley en rechazo a la intención de privatizar parte de las acciones de la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA).
En la República Argentina, la empresa NASA opera las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse, y es responsable del desarrollo de proyectos estratégicos como el CAREM, un reactor modular único en el mundo con capacidad para abastecer a ciudades del tamaño de Mar del Plata (proyecto que también está detenido).
A saber, NASA genera entre el 7 y 9% de la electricidad que consumimos, constituye una de las pocas empresas estatales con superávit y, en el primer trimestre del corriente año, presentó un resultado financiero positivo de 17.234 millones de pesos. Se trata de una compañía que garantiza estándares altísimos de seguridad internacional y que no representa déficit alguno para el Estado.
En el marco de lo dispuesto en el artículo 8 de la Ley 27.742, el Gobierno Nacional recientemente anunció su intención de avanzar en su privatización parcial según el esquema previsto que contempla la venta del 44% de las acciones de NASA mediante licitación pública nacional e internacional, mientras que el Estado conservará el 51% del capital y hasta un 5% quedaría bajo un régimen de propiedad participada destinado a los trabajadores. La venta de estas acciones desconoce que esta tecnología lejos de ser un privilegio es una política de estado y motivo de soberanía nacional.
Por lo expuesto, se considera imperioso declarar al sistema nuclear argentino como bien público estratégico no enajenable, bajo control exclusivo y permanente del Estado Nacional y los Estados provinciales, a través de un esquema de federalización de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), empresa estratégica para la soberanía energética nacional y el fortalecimiento del federalismo.
La energía nuclear constituye un pilar esencial en la matriz energética argentina, aportando seguridad, previsibilidad y reducción de emisiones. Su conducción no puede quedar limitada a la esfera exclusiva del Gobierno Nacional, sino que requiere una integración plena de las Provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en tanto actores directos de la política energética y beneficiarios de sus impactos económicos, sociales y ambientales.
La cesión de un porcentaje de las acciones a las jurisdicciones subnacionales permite:
- Fortalecer el federalismo energético, asegurando la participación real de las Provincias en la planificación, control y desarrollo de proyectos estratégicos.
- Garantizar mayor transparencia y control social, al incorporar a representantes de diversas regiones en el Directorio y en las Asambleas de Accionistas.
- Distribuir equitativamente los beneficios económicos derivados de la actividad nuclear, en línea con criterios de coparticipación federal.
- Asegurar la unidad estratégica de NASA bajo mayoría estatal nacional (51%), preservando el control del Gobierno Federal en coordinación con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, etc.
Asimismo, se establecen mecanismos de rotación regional en la designación de directores y alternancia en la presidencia y vicepresidencia del Directorio, a fin de garantizar la pluralidad federal en la conducción ejecutiva.
El modelo adoptado se inspira en otras iniciativas propuestas de federalización de empresas energéticas estratégicas, buscando equilibrar la conducción centralizada con la participación federal, y consolidar una visión común de soberanía energética en todo el territorio nacional.
Por todo lo expuesto, en el entendimiento de que la soberanía energética, científica y tecnológica no se negocia. Defender la ciencia, la tecnología y la producción nacional es defender la soberanía de nuestro país y es por ello que solicitamos a nuestros pares nos acompañen en este proyecto.
Firmante: Diputado nacional Esteban Paulón
Acompaña: Diputado nacional Mónica Fein