
En un vuelo ferry, conducidos por pilotos de la Real Fuerza Aérea de Dinamarca y acompañados por aeronaves de apoyo logístico, despegaron el viernes último desde la base danesa de Skrydstrup los seis aviones de combate F-16 comprados por la Argentina a ese país europeo, con el equipamiento militar provisto por los Estados Unidos.
Los F-16 Figthing Falcon recorrerán más de 12.000 kilómetros y cruzarán el Atlántico, en un trayecto con varias escalas para reabastecimiento –la primera fue en Zaragoza y ahora se encuentran en la base aérea de Gando, en las Canarias-, y llegarán el próximo viernes al Área Militar Río Cuarto, en la provincia de Córdoba, donde permanecerán hasta que la Fuerza Aérea decida el traslado a su destino final: la VI Brigada Aérea de Tandil. La última escala será en la ciudad brasileña de Natal.
Componen el apoyo logístico en vuelo un Boeing 737 y un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, además de un avión cisterna KC-135 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Con un costo total de 650 millones de dólares, contando el gasto por el equipamiento del sistema de armas, la operación militar es la más relevante desde la guerra del Atlántico Sur, en Malvinas, donde la Fuerza Aérea hizo su bautismo de fuego, con los aviones caza Mirage, el sistema de armas vigente en el país durante más de 30 años, hasta su desprogramación, en 2015.

La llegada de los F-16 encuentra al gobierno de Javier Milei en plena transición en materia de política militar, ante la designación del jefe del Ejército, teniente general Carlos Alberto Presti, como nuevo ministro de Defensa, para suceder al mendocino Luis Petri, quien asumirá una banca en la Cámara de Diputados. Será el primer militar en actividad en conducir el área en los 42 años ininterrumpidos que lleva la democracia en la Argentina.
De las seis unidades militares que ultimaron la puesta a punto en la base aérea danesa de Aalborg, cuatro son aviones biplazas (matrículas M-1004, M-1005, M-1007 y M-1008) y dos monoplazas (M-1002 y M-1009), explicaron fuentes especializadas. Se trata de aviones de combate de cuarta generación, cuya hora de vuelo está cotizada en una suma cercana los 20.000 dólares, por el combustible, el mantenimiento y los costos de operación.
Son aviones caza supersónicos, diseñados para volar a velocidades superiores a la del sonido (1234 kilómetros por hora al nivel del mar. Se estima que en la actualidad existen cerca de 1000 aviones F-16 que vuelan en las distintas fuerzas aéreas. Cumple con las máximas exigencias de defensa y ataque que impone la OTAN, afirman expertos aeronáuticos. Dinamarca y Polonia, por ejemplo, enviaron estas aeronaves a la guerra de Ucrania.
Preparación definitiva
La puesta a punto de los F-16 estuvo a cargo en los últimos meses de un equipo multidisciplinario de militares y técnicos del Programa F-16, constituido en la Fuerza Aérea Argentina, y de la Agencia Logística de Adquisiciones para la Defensa de Dinamarca (DALO) en la base militar de Aalborg. Se ultimaron los detalles más diversos, desde el equipamiento de los aviones hasta las manos de pintura de las aeronaves, revelaron a LA NACION autoridades aeronáuticas. Se trata de un sistema de armas y capacidades adoptado por otros 26 países, sostienen en la Fuerza Aérea.
En medios especializados se destacó que estas unidades F-16 cuentan con el sistema Have Glass V, una pintura absorbente de tecnología avanzada que reduce significativamente la posibilidad de que puedan ser detectados por radares.
Petri viajó en junio pasado a la base de Aalborg para interiorizarse de los trabajos de mantenimiento de las aeronaves, antes de la fase final de ensamblado, preparación y pruebas de vuelo. Lo acompañó el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Gustavo Valverde.
A su vez, en los últimos meses llegaron al país delegaciones de la Air Force Security Assistance Training, para coordinar la gestión del entrenamiento del personal, de Top Aces, responsable de la instrucción de los técnicos y pilotos y de la agencia de logística DALO.

La Fuerza Aérea creó el Programa F-16 hace más de diez años, con la misión de explorar las condiciones existentes para mejorar el equipamiento militar, aun antes de que avanzaran las gestiones para la compra de los aviones de origen danés. Durante el gobierno de Alberto Fernández se barajaron otras opciones, como los MIG-35 de Rusia, los JF-17 de China y los HAL Tejas, producidos por la India.
El contrato por los F-16 se firmó en abril de 2024, cuando el ministro Petri y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, brigadier general Xavier Julián Isaac, viajaron a Dinamarca. Pilotos y técnicos argentinos se trasladaron, también, para capacitarse en el manejo de estas aeronaves.
La Fuerza Aérea viene trabajando desde hace más de un año en la instrucción y el entrenamiento de pilotos y técnicos incorporados al Programa F-16, con especial intensidad desde marzo, a partir de la llegada del avión escuela destinado a tareas de capacitación.
Desde septiembre de 2024 rige un “secreto militar” sobre las obras de remodelación de la VI Brigada Aérea de Tandil. Así lo estableció el decreto 807/2024, firmado por Milei.
Mariano De Vedia
ooooo
El 27 de marzo de 2024, en ocasión de la compra de los F-16, publicamos esta opinión en AgendAR:
Opinión: otra oportunidad perdida
Desde diciembre de 2015, cuando la Fuerza Aérea Argentina dio de baja el sistema de armas Mirage-Dagger en todas sus versiones, la Nación se quedó sin su estilete aéreo, se quedó sin cazas interceptores supersónicos. Este importante sistema de armas comenzó a ser incorporado en la década del 70 y Argentina supo tener una distinguida capacidad militar con estos aparatos de origen francés -Mirage III en varias versiones- e israelí -en versiones de Mirage V Dagger y Mara-. Lo cierto, es que estos aviones de destacada actuación en la guerra de nuestras Islas Malvinas, son de concepción de tercera generación con distintas limitaciones pese a las actualizaciones que fueron llevadas a cabo, posterior al citado conflicto del atlántico sur.
En los años previos al 2015 el sistema de armas Mirage protagonizó algunos incidentes que le fueron atribuidos al desgaste y a sus años de servicio. Sin embargo, algunos especialistas sostienen que una dotación mínima podría haberse sostenido en servicio algunos años mas y no perder esa capacidad interceptora supersónica.
El alto mando aéreo, tal vez, interpretó que dando de baja a todo el sistema de armas pondría presión a la conducción política para un rápido reemplazo. Eso no ocurrió. De todos modos, vale recordar, que a finales de 2015 el Ministerio de Defensa había acordado con Francia y España la adquisición del Mirage F-1, avión caza interceptor, de origen francés pero que era operado por el Ejército del Aire Español. Este avión, si bien antiguo, ostentaba horas remanentes de vuelo que suponía un parche momentáneo a la capacidad militar diezmada, hasta tanto se adquiriera un nuevo sistema de armas que le asegurara a la Nación tener en operaciones a un caza interceptor de cuarta generación por muchos años. Finalmente, eso no ocurrió. El saliente ministro Agustín Rossi entendió que la operación debería ser cerrada por el gobierno entrante, toda vez que comprometía parte del presupuesto del ejercicio del año venidero.
Durante todo el gobierno del ingeniero Mauricio Macri no se hicieron avances en la adquisición de aeronaves de combate que suplieran esa capacidad militar perdida, el corazón de la aviación de combate argentina quedó a cargo de la V Brigada Aérea (San Luis) donde operan, aún, los veteranos A-4AR adquiridos a EE.UU. de segunda mano -con actualizaciones- en el año 1997 durante el gobierno del presidente Carlos Menem en el apogeo de las relaciones carnales. Argentina, durante ese gobierno, obtuvo el estatus “aliado extra-OTAN” que le otorgaba ciertos beneficios en la adquisición de equipos militares.
Más acá en el tiempo, durante la gestión de Alberto Fernández, nuevamente el ministro de Defensa Rossi, quien había promovido la sanción de la ley del FONDEF (un fondo especial para la financiación de la reestructuración de las FF.AA.) puso sobre la mesa la discusión sobre la adquisición de material aéreo con capacidad interceptora. Fue así como durante más de tres años la Fuerza Aérea evaluó distintos modelos (KAI FA-50, HAL TEJAS, JF-17 Thunder BLOCK III, F-16, MIG-35, entre otros) quedando seleccionado en primer término, el KAI FA-50, un avión producido por Corea del Sur, derivado del TA-50 un entrenador avanzado producido por la misma factoría. Durante el año 2022, el ministro Rossi hizo pública una nota enviada por KAI notificando que no podía vender el avión tal y como lo ofrecía. Esto como consecuencia de las restricciones impuestas por Londres debido al embargo de armas, sistemas y bienes bélicos que pesan sobre nuestro país luego de la mencionada guerra por nuestras Malvinas. Esta cuestión estaba vinculada a ciertos sistemas de abordo que portaba el avión coreano y que imposibilitaban el negocio.
Por otro lado, el ruso MIG-35 había sido descartado, pese a sus sistemas de arquitectura abierta que le permitían la adquisición y montaje de armamento occidental, esgrimiendo, las autoridades aéreas, razones de sostén logístico y el inicio de las hostilidades con Ucrania.
Finalmente, los dos aviones que arribaron con posibilidades de transformarse en el nuevo sistema de armas interceptora de cuarta generación de la Fuerza Aérea Argentina fueron: el JF-17 Thunder Block III, de origen chino, y el F-16 de origen estadounidense y operado por la Real Fuerza Aérea Danesa.
Hasta diciembre de 2023 el que corría con mas chances era el avión chino, porque cumplía con los requisitos impuestos por el alto mando aéreo, no portaba elementos británicos que impedían cualquier negocio y, además, eran aviones con cero horas de vuelo; aviones nuevos.
A partir de la nueva administración del presidente Javier Milei, y su vocación de extrema occidentalización, las puertas al producto chino se cerraron definitivamente. Argentina, y su nuevo posicionamiento geopolítico, clausuró todos los negocios con la potencia oriental. La irracionalidad de una política exterior bajo la fórmula Este/Oeste, de un mundo bipolar que ya no existe, hace muchos años, y una imaginaria guerra a un comunismo de mediados de siglo XX, hicieron reflotar la compra de viejos aviones estadounidenses como en el final del mandato de Carlos Menem. ¿Casualidades? No parece.
El avión ofrecido a Argentina es de las primeras versiones de F-16, ellas conocidas como Block 10 y Block 15 (denominaciones a las distintas actualizaciones de los aparatos; actualmente ya existen actualizaciones a estándar Block 72) que fueron producidos en los comienzos de 1981, hace 43 años.
Nuestro país está adquiriendo, según fuentes vinculadas al gobierno, aparatos con pocas horas remanentes de vuelo, con mas de 40 años en servicio, con restricciones de aviónica, sistemas de tiro y armamento. Esto significa que la Fuerza Aérea esta comprando un problema, no una solución a su diezmada capacidad militar. La puesta en servicio de los F-16 supondrá una gran inversión en infraestructura, logística, utilaje, herramental y formación de pilotos, ingenieros y mecánicos. Todo ese esfuerzo presupuestario requerido al pueblo argentino para poner en línea de vuelo solo algunos pocos aparatos viejos, pareciera que es pedir demasiado.
Por otro lado, no menor, vale decir que las actualizaciones de sistemas de abordo -necesarias para operar las aeronaves- las hace periódicamente el fabricante con la utilización de códigos de accesos. Es decir, si EE.UU. considera que el conflicto compromete sus intereses, o el de sus socios históricos, solo debe negar los códigos de actualización para que los aviones se transformen en aparatos de desfile para cada 10 de agosto (día de la Fuerza Aérea Argentina).
En síntesis, la adquisición de este vetusto sistema de armas no suple una capacidad perdida, solo confirma un posicionamiento geopolítico comprometiendo el alicaído presupuesto nacional (no hay plata) en una sobreactuación que seguramente nadie le pide, pero que ya forma parte del estilo de gestión.
Roberto C. López
Abogado, Magister en Defensa Nacional. Asesor parlamentario en la Comisión de Defensa Nacional en la Honorable Cámara de Diputados y en la Comisión Bicameral de Inteligencia del Honorable Congreso de la Nación. Revisor de la revista científica del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata. Docente de FADENA, UNDEF.

