Nature: un Nobel para quienes investigaron la regulación del sistema inmunológico

El Premio Nobel de Fisiología o Medicina de este año ha sido otorgado a tres científicos por descubrir una clase de células inmunitarias que ayudan a evitar que el cuerpo ataque sus propios tejidos.

Mary Brunkow, bióloga molecular del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle (Washington); Fred Ramsdell, asesor científico de la empresa Sonoma Biotherapeutics de Bainbridge Island (Washington); y el inmunólogo Shimon Sakaguchi, de la Universidad de Osaka en Suita (Japón), compartirán el premio de 11 millones de coronas suecas (1 millón de dólares estadounidenses) «por sus descubrimientos relacionados con la tolerancia inmunológica periférica».

El trío «ha aportado conocimientos fundamentales sobre cómo se regula el sistema inmunológico», afirmó Marie Wahren-Herlenius, miembro del comité del Nobel y reumatóloga del Instituto Karolinska de Estocolmo, en una conferencia de prensa en la que se anunció el premio. Sus descubrimientos ayudan a explicar «cómo mantenemos nuestro sistema inmunológico bajo control para poder combatir todos los microbios imaginables y, al mismo tiempo, evitar las enfermedades autoinmunes».

Fred Ramsdell, Mary Brunkow and Shimon Sakaguchi

Los hallazgos condujeron al desarrollo de una serie de terapias para enfermedades autoinmunes que ahora se encuentran en fase inicial de desarrollo clínico, según Samantha Bucktrout, inmunóloga de Greywolf Therapeutics en Oxford, Reino Unido, que ha trabajado anteriormente con Ramsdell.

«Si no fuera por estos hallazgos iniciales, y por todo este campo que iniciaron estas personas, nunca estaríamos ahora en este punto en el que podemos hablar de curas», afirma. Las enfermedades autoinmunes, entre las que se incluyen la diabetes tipo 1, la artritis y la esclerosis múltiple, afectan a aproximadamente una de cada diez personas.

Células protectoras

Los glóbulos blancos llamados células T desempeñan un papel crucial en el sistema inmunitario del organismo, ya que atacan a las células infectadas o cancerosas. Pero en 1995, Sakaguchi y sus colegas descubrieron un subtipo de células T hasta entonces desconocido, las llamadas células T reguladoras. Estas células poco comunes actúan como un freno crucial del sistema inmunitario, suprimiéndolo y evitando que reaccione de forma exagerada. Bucktrout compara estas células con una fuerza policial de élite que representa solo el 1-2 % de todas las células T, pero que es muy eficaz para «mantener el orden». Llegan al lugar de la reacción inmunitaria en el organismo y «lo detienen todo», afirma. «Realmente lo limpian todo y amortiguan la inflamación de forma muy eficaz».

En experimentos en los que utilizó un marcador para las células T reguladoras, Sakaguchi demostró que los ratones que carecían de estas células desarrollaban enfermedades autoinmunes en la tiroides, el páncreas y otros órganos, y que administrar a los animales una solución que contenía células T reguladoras detenía la progresión de la enfermedad. Los científicos sospechaban desde hacía décadas que el sistema inmunitario tenía su propio freno incorporado, pero no habían podido demostrarlo.

Este descubrimiento permitió a los investigadores aislar y trabajar por primera vez con las células T reguladoras, y otros equipos de investigación comenzaron a identificar diferentes tipos de células T reguladoras con distintos tipos de propiedades inmunosupresoras.

Más tarde, en 2001, Brunkow y Ramsdell descubrieron una mutación en el gen Foxp que causaba una enfermedad autoinmune mortal en ratones. También demostraron que las mutaciones en el equivalente humano de este gen causaban una rara enfermedad autoinmune genética. «Fue realmente un trabajo molecular arduo llegar a esa mutación exacta, porque se trataba de una alteración genética muy pequeña que provocaba un cambio bastante profundo en el sistema inmunológico», dijo Brunkow en una entrevista telefónica poco después del anuncio del premio. «Se necesita un grupo de mentes diferentes trabajando juntas en ello».

En 2003, los estudios de seguimiento realizados por Sakaguchi y sus colegas demostraron que el Foxp3 se expresa específicamente en las células T reguladoras y es necesario para su desarrollo.

Este trabajo «cambió realmente nuestra visión de muchas enfermedades y sigue cambiándola», afirma Anne Pesenacker, inmunóloga de la University College London. El descubrimiento de las células T reguladoras y los marcadores para identificarlas «nos ha ayudado mucho a comprender la autoinmunidad», afirma. «Estamos empezando a estudiar si podemos potenciar esta regulación».

Nuevas terapias prometedoras

Los estudios han revelado que las personas con algunos trastornos autoinmunes, como diabetes tipo 1, lupus, artritis reumatoide y esclerosis múltiple, suelen tener muy pocas células T reguladoras en la sangre o estas no funcionan correctamente. Incluso los primeros experimentos con ratones demostraron que existía la posibilidad de utilizar células T reguladoras en el tratamiento de estas enfermedades, afirma Pesenacker.

Miryam Naddaf y  Elizabeth Gibney

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