Ayer publicamos en AgendAR la saga de un grupo de estudiantes de Ingeniería Naval en la Universidad Tecnológica Nacional que obtuvieron el 1° primer premio en la competencia de diseño de barcos SNAME, en Estados Unidos.
Y dijimos que es la segunda vez que un equipo de la UTN se presenta a la competencia y gana el primer premio. Esto nunca había ocurrido con otra universidad latinoamericana.
(También contamos que los estudiantes deberían viajar a Estados Unidos este 26 de octubre para recibir el premio, pero están buscando apoyo para poder afrontar los costos ya que la UTN atraviesa un momento complicado por el ajuste presupuestario en las universidades públicas y los estudiantes no pueden pagar el pasaje por su cuenta… Pero eso es el ajuste y ya lo conocemos).
El problema de estos laureles académicos que la ingeniería naval argentina gana caminando no es ese. Nuestros técnicos están acostumbrados. Es «el día después». ¿Qué astillero nacional o privado argentinos va a construir este barco? Los tres estatales existentes son CINAR de Costanera Norte, CABA, especializado en submarinos, Astilleros Río Santiago -ARS-, de Ensenada, que construyó barcos de todo tipo, y la base de Puerto Belgrano, especializada en unidades de la Armada.
Los tres están en estado casi vegetativo y a punto de cerrar, mientras el estado nacional, en lugar de emplear en ellos su capacidad de compra, «hace la plancha» (por decirlo en términos náuticos) o pide barcos afuera. Ha sido el caso (escandaloso) de la adquisición de 4 patrulleras oceánicas de la Armada Argentina a Francia firmado durante en el último encuentro de los presidentes Mauricio Macri y Emmanuel Macron. Había un pedido previo de cinco unidades POM, de mayores capacidades de patrullaje y militares y menor precio que las francesas. Las POM formaban parte de un sistema de adquisición de patrullaje común para todo el Cono Sur, incluyendo a Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Estas unidades las debían construir los Astilleros Río Santiago, pero no. Sobre el tema de ARS, escribimos hace muy poco aquí.
En todos los países serios del mundo sus Fuerzas Armadas son el cliente obligado de la industria nacional, en particular de la que incorpora desarrollos tecnológicos y capacidades. La industria naval, la aeronáutica y la nuclear tienen una historia de realizaciones argentinas que alimentan el decaído orgullo nacional. En AgendAR hemos rescatado algunas de ellas.
También arrastran otras historias, de negligencia e ignorancia, cómo no. Pero ambas cosas son historia. El desafío es formar la opinión y reunir la voluntad necesarias para edificar el futuro.