Marco Marzo, representante de Brasil en la Secretaría General de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), dio en estos días un reportaje al periodista Mariano Roca, en el que destacó la importancia de este organismo bilateral único a nivel internacional.
Ahora, los diplomáticos brasileños, formados en la escuela de Itamaraty, no hablan con el periodismo porque tienen ganas de charlar. En Brasilia hay un nuevo presidente, que llegó como un «outsider» -aunque en el fondo no lo sea. En Buenos Aires está Mauricio Macri, surfeando una crisis que puede o no debilitarlo de forma terminal. Y el escenario global … está complicado, como siempre. Pero algo más que en los últimos 30 años.
Creemos entonces que este reportaje es además un mensaje de prudencia que algunos sectores experimentados de la dirigencia brasileña transmiten al nuevo presidente y a la Argentina que hoy gobierna Mauricio Macri. A nosotros, en particular, nos dicen, pienso, que nos abstengamos de jugadas unilaterrales de seguidismo servil y no hagamos como Menem en 1995 que se «cortó solo» e hizo que Argentina firmara el Tratado de No Proliferación Nuclear -sin siquiera avisar a Brasil-, que se vio obligado a hacerlo también, a pesar que la existencia de la ABACC era una garantía suficiente de ambos países. Ese hecho dejó una estela de desconfianza y evitó que Brasil y Argentina colaborasen en algunos importantes proyectos.
A. B. F.
Argentina y Brasil, un compromiso nuclear conjunto único en el mundo
«Con más de 35 años de experiencia en el ámbito de las salvaguardias y la seguridad nucleares, Marco Marzo es, desde 2016, representante de Brasil en la Secretaría General de la ABACC, cargo que comparte con su par argentina Elena Maceiras.
En su vasta trayectoria internacional, Marzo fue, entre otros cargos, director de la División de Operaciones A del Departamento de Salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Antes tuvo a su cargo la Dirección de Salvaguardias de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN) de su país y fue negociador del acuerdo bilateral argentino-brasileño que dio vida a la ABACC en 1991.
Entusiasta defensor del modelo de integración y control mutuo de los materiales nucleares que los dos mayores socios del Mercosur han construido en forma exitosa en los últimos 26 años, defiende la «seriedad del trabajo desarrollado» y asegura que «ha sido muy importante el apoyo político, técnico y financiero de los dos países». No oculta su orgullo y defiende la «confianza mutua» que existe en el sector nuclear argentino-brasileño, un caso pionero y único en el mundo.
–¿Qué representa la ABACC para Argentina y Brasil?
-ABACC es, en primer lugar, la única agencia bilateral que existe en el mundo en temas de vinculación nuclear. Fue la primera en su tipo y, después de más de 25 años, continúa siendo un ejemplo a nivel internacional. Es una institución emblemática y un símbolo de la proximidad entre los dos países. La agencia permitió traducir en la práctica una confianza mutua entre Argentina y Brasil. Comenzó sus operaciones en abril de 1992, poco tiempo después de la ratificación del acuerdo bilateral para el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear firmado en julio de 1991 en Guadalajara, México. ABACC es la agencia responsable de la aplicación de un «sistema común de contabilidad y control de materiales nucleares», lo que internacionalmente se conoce como «salvaguardias». Se trata de un conjunto de criterios y procedimientos que se aplican para verificar que todos los materiales nucleares son utilizados exclusivamente para fines pacíficos. O, hablando técnicamente, ABACC aplica su sistema de verificación para confirmar que no existan desvíos de materiales nucleares para fines bélicos, como sería la construcción de un arma nuclear.
–¿Cuál es el papel que asume la ABACC frente al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)?
-El acuerdo de salvaguardias internacional que se firmó con el OIEA fue negociado sobre la base del acuerdo bilateral entre Argentina y Brasil. Ese es también un caso muy raro en el mundo. Normalmente, un país firma el Tratado de No Proliferación (TNP) e inmediatamente es obligado, dentro de los 180 días, a firmar un acuerdo de salvaguardias. Nosotros seguimos un proceso inverso: en primer lugar, firmamos un acuerdo bilateral en julio de 1991; después, ratificamos un así llamado «acuerdo cuatripartito», en diciembre de 1991, entre Argentina, Brasil, la ABACC y el OIEA. Y años más tarde, los dos países firmaron el TNP, Argentina adhirió en 1995 y Brasil lo hizo en 1998. Fue una demostración para todo el mundo, primero, de la importancia de los dos países. Y fue también una muestra de transparencia, siempre resguardando nuestra capacidad regional para permitir el desarrollo tecnológico. Nosotros somos transparentes; estamos en contra de la proliferación, pero queremos y necesitamos desarrollar la tecnología nuclear.
–¿Cómo se forman los recursos humanos de la ABACC?
-Normalmente, los países designan como inspectores a expertos o especialistas que cuentan con mucha experiencia en sus respectivas áreas. Entonces, ABACC puede profundizar en el uso de algún instrumento o en algún procedimiento en particular, pero el inspector no llega a la ABACC para aprender.
El trabajo en los laboratorios de la ABACC
–¿Ha habido algún tipo de consulta de parte de otros países que se hayan interesado en el modelo de la ABACC para replicarlo?
-En los años 90, después de la consolidación de ABACC como un organismo serio y creíble, yo me desempeñé como oficial de planificación y evaluación. Alrededor de 1996 y 1998, me invitaron a Israel, Egipto, Corea del Sur y luego a EE. UU., donde participé de un encuentro entre India y Pakistán, donde hablé del modelo ABACC. Obviamente es prácticamente imposible trasplantarlo a otras regiones, pero existen algunos elementos que podrían ser utilizados en otros países del mundo. Siempre existe interés en este modelo porque es único. Yo recuerdo cuando viajé a Israel, donde el presidente de la comisión atómica estaba entusiasmado con el hecho de que ABACC tuviera inspectores argentinos que inspeccionaban instalaciones brasileñas y viceversa. La diferencia con otros países es que nosotros, argentinos y brasileños, nunca fuimos enemigos y compartimos los mismos valores culturales. Además, con el regreso de la democracia, se afianzó la relación.
–Argentina y Brasil forman parte, además, del Grupo de Proveedores Nucleares (NSG), que los ha exceptuado, por el momento, de la firma del «Protocolo Adicional» exigido por el OIEA para que puedan realizar transacciones con otros socios del NSG. ¿En qué estado se encuentra el debate sobre la necesidad o no de la firma de ese instrumento?
-Existe una diferencia de concepto fundamental entre el acuerdo bilateral entre Argentina y Brasil y la eventual aplicación del Protocolo Adicional. Cuando el OIEA implementó este instrumento, partió del presupuesto de la desconfianza mutua. Es decir, el OIEA verifica, recoge información y busca acceder a las instalaciones del país firmante para probar que no existen materiales ni actividades no declaradas. Es complemente diferente del acuerdo bilateral: nosotros partimos del presupuesto de la honestidad y la confianza mutua. Si existiese alguna duda, la ABACC se comunica directamente con la autoridad nacional y entabla un diálogo abierto y transparente. Entonces, cuando el Grupo de Proveedores Nucleares (NSG) aprobó temporariamente que, de cierta manera, el acuerdo bilateral sustituía el Protocolo Adicional, en el fondo está admitiendo que nosotros llegamos al mismo resultado sin necesidad de que exista esa desconfianza. Aun admitiendo como hipótesis una futura firma del Protocolo Adicional por parte de ambos países, el acuerdo bilateral seguirá intacto y ABACC continuará aplicándolo.
–Debemos comenzar a discutir ahora las salvaguardias del futuro submarino nuclear brasileño ¿Qué medidas adicionales de salvaguardias exige el proyecto de submarino nuclear que está desarrollando Brasil en la actualidad?
-Primero, hay que aclarar que tanto en el acuerdo bilateral como en el cuatripartito la actividad de propulsión nuclear no se encuentra prohibida. Ahora bien, no es nada trivial desarrollar procedimientos especiales para monitorear la salida de ese combustible del marco de las salvaguardias por un cierto tiempo y que regrese luego de haber sido utilizado en el submarino. Hoy es muy difícil hablar de cuáles serían esos procedimientos especiales porque mucho va a depender de qué es lo que cada país considera confidencial. Una vez definido cuál es el secreto y la confidencialidad que se pretende proteger, se puede desarrollar un enfoque de salvaguardias. Cabe esperar que la negociación de los procedimientos especiales insuma, por lo menos, cinco años o más. Si bien es cierto que posiblemente el submarino recién estará pronto de aquí a diez años, debemos empezamos a discutir ahora las salvaguardias».