El Gobierno argentino evalúa proponer al embajador Rafael Grossi para encabezar la organización internacional que controla la proliferación de armas nucleares. Y en esto, puedo agregar una historia personal: hace dos años, a instancias de Daniel Arias, con quien compartimos hoy el comité editorial de AgendAR, quisimos impulsar la candidatura de Grossi para ese cargo. Pero el gobierno conservaba la ilusión que la entonces canciller Malcorra llegara a la Secretaría General de la ONU. No se dio ninguna de las dos cosas. Pero que esta crónica del periodista Alan Soria Guadalupe aparezca en La Nación, parece indicar que esta vez hay chances.
Rafael Grossi es embajador argentino ante la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés). Y su nombre se hizo conocido para el público de nuestro país porque los sistemas que advierten de posibles ensayos nucleares clandestinos en cualquier punto del globo detectaron la «anomalía hidroacústica» que señaló el probable fin del ARA San Juan.
Experto en energía nuclear, también es embajador en Austria y su nombre suena fuerte para liderar el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la entidad de relevancia mundial en lo que se refiere a los distintos usos de la energía nuclear y, en particular, al control de la proliferación de armas nucleares. El Gobierno evalúa postular este año a Grossi para ocupar el cargo de director general de la OIEA para el tramo 2021-2025. En caso de ser propuesto -la candidatura tiene que ser presentada por el presidente Macri y el canciller Faurie-, el embajador se sometería a una votación de la dirección del organismo. Si se impone, sucedería al japonés Yuyika Amano, quien transita su tercer mandato.
Grossi es para muchos un candidato «natural» a dirigir el organismo que, entre otras tareas, regula las inspecciones a las instalaciones nucleares para evitar desviaciones en el uso pacífico de la energía nuclear, busca avanzar hacia el desarme mundial y administra las tensiones que puedan generarse entre los pocos países que tienen su arsenal. Diplomático, Grossi es cuidadoso con sus declaraciones y evita hablar de las políticas específicas de algunos gobiernos, como la amenaza de Donald Trump de abandonar el histórico pacto nuclear que Estados Unidos firmó con Rusia en 1987 y que alivió las presiones de la Guerra Fría.
«Más allá de las circunstancias y de la coyuntura internacional, lo fundamental es preservar y fortalecer el régimen de no proliferación, que debe tener un fuerte apoyo de todos los países. Si se está en un momento de mayor tensión hay que redoblar los esfuerzos para que el régimen no se erosione», explica. Hoy poseen armas nucleares EE.UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido (miembros del Consejo de Seguridad de la ONU). También tienen bombas la India, Pakistán y Corea del Norte (fuera del Tratado de no Proliferación Nuclear). En Israel, dice Grossi, hay una «opacidad sobre la que se piensa que puede tener armamento, pero sin confirmación».
Pese a las tensiones, Grossi destaca que el estado actual de la proliferación en el mundo es significativamente menor que en el pasado, pero aún está en niveles preocupantes. «El proceso [de desarme] tiene altos y bajos. En el pico de la Guerra Fría había 70.000 ojivas. Hoy estamos mejor porque hay 15.000, pero eso es muchísimo porque con bastante menos se puede destruir el planeta entero».
Grossi -número dos de la OIEA entre 2009 y 2013- presidirá en 2020 la conferencia internacional sobre la revisión del tratado de no proliferación de las armas nucleares, donde se analiza cómo se aplica artículo por artículo y el estado actual en materia de desarme mundial. El encuentro se hace cada cinco años y en 2015 fue un fracaso. «Hubo demasiadas tensiones y los países no se pusieron de acuerdo en un análisis común», dijo el diplomático, que aspira a cambiar esa tendencia.
¿Qué puede aportar la Argentina, que no tiene arsenal, en un mundo con ese nivel de tensiones? «La Argentina tiene 70 años de experiencia ininterrumpida en el área», explica Grossi. Sostiene que nuestro país tiene «una política activa en materia de energía nuclear» y destacó el rol de exportador de energía a través del INVAP y de la Comisión Nacional de Energía Atómica. «La Argentina tiene una posición interesante, ni de hegemonía ni de dominación, pero sí dentro de los proveedores mundiales de energía nuclear. A través del G-20, el Gobierno buscó tener participación activa y constructiva en temáticas internacionales. Y en este tema Argentina puede hacer un aporte real».