En los últimos días el mercado mundial de carnes se alteró debido a la propagación de las alarmas sanitarias. Con la peste porcina africana extendiéndose desde China a los países de la región, y con el caso de vaca loca denunciado en Brasil, el comercio internacional de proteína animal entró en un proceso disruptivo. Tanto el principal comprador mundial de carne porcina y vacuna (China) como el primer exportador de cortes bovinos (Brasil) están con problemas sanitarios.
Más allá del impacto comercial que tienen ambas patologías, su aparición vuelve a instalar la necesidad de extremar la vigilancia sanitaria.
Con una demanda mundial para todas las carnes que en principio, por las mayores necesidades de China, corre el riesgo de no poder ser abastecida, la bioseguridad pasa a ser determinante a la hora de garantizar el flujo de exportaciones argentinas.
El nuestro es uno de los países que más creció en ventas de carne vacuna al exterior en este año. Y la proyección es que lo seguirá haciendo. La semana pasada se conoció la aprobación por parte de China del certificado para los envíos de carne congelada y con hueso.
“Eso significa que ahora ya no tenemos límite de calidad y cantidad a la hora de venderle a China”, graficó el analista Víctor Tonelli durante su paso por la 4° edición de la agrojornada Córdoba Ganadera.
A la hora de negociar ese protocolo comercial, China hizo valer su condición de primer importador mundial y principal cliente para la carne argentina y fijó sus requerimientos sanitarios. Cumplir con esas exigencias será tarea de los productores y de la industria frigorífica, bajo la estricta fiscalización del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
El convenio comercial sostiene que los animales que sean enviados a faena con destino al país asiático deberán provenir de establecimientos que demuestren su permanencia allí por al menos 90 días, vía declaración jurada. Y donde no se hayan detectado casos de brucelosis, tuberculosis, lengua azul, Aujeszky, paratuberculosis, rabia y carbunclo en los últimos 12 meses previos al envío de la tropa al frigorífico.
La presencia de estas enfermedades significará el impedimento para el envío de esa carne y la suspensión del establecimiento ganadero, que pasará a un período de vigilancia sanitaria.
En la cadena de ganados y carnes, la seguridad se asemeja a una cebolla, en la que capas más próximas al núcleo son responsabilidad de los privados (productores o frigoríficos). Debido a ello, la capacitación y la adopción de medidas es fundamental. Por eso, algunas entidades rurales han comenzado con las reuniones de productores para informarlos de las nuevas exigencias sanitarias, en especial sobre brucelosis y tuberculosis.
Los planes para el control y la erradicación de ambas enfermedades ya están vigentes en Argentina. En el caso de la brucelosis (hay una vacuna), desde 1996 a través de la ley nacional 24.696, y para la tuberculosis, desde 2012 a través de una resolución del Senasa.