AgendAR no va a informar sobre las idas y vueltas y subidas y bajadas. No es que no sean importantes. Lo son. Se trata de los hombres y mujeres que van a legislar para la Nación, las provincias y los municipios. Pero ese tema ya ocupa mucho espacio en los medios. Mucho más del interés que despierta en la mayoría de nuestros ciudadanos. Es sobre eso que queremos hacer un breve comentario.
Ante todo, tomemos en cuenta que la confusión y el «revoleo» de nombres, y algunas anécdotas picarescas sobre figuras que saltan de un partido a otro, y también algunos, no muchos, ejemplos de lealtad a las convicciones frente a maniobras poco defendibles, todo eso son olitas en la superficie. Las opciones en el escenario político argentino son claras y coherentes. Más que en muchos otros países, incluso los europeos.
En este año electoral 2019 se enfrentan dos grandes coaliciones políticas. Una de ellas, Cambiemos, que ahora se llamará Juntos por el Cambio, ha estado gobernando por los últimos 3 años y medio, y el actual Presidente aspira a la reelección. Esto en un país presidencialista. A favor o en contra, es difícil tener dudas sobre lo que puede y no puede hacer.
En la principal, por lejos, coalición opositora, el Frente de Todos, hay un claro predominio, por su peso electoral y por la historia de sus principales dirigentes, del peronismo. Una fuerza política con una realidad compleja y diversa, es cierto, pero que durante 14 años, después del derrumbe de la Alianza, desde comienzos del 2002 a fines de 2015, gobernó la Argentina. De esos 14 años, 12 y medio corresponden a los sucesivos mandatos de Néstor y Cristina Kirchner. Y su actual candidato a Presidente, Alberto Fernández, fue Jefe de Gabinete durante esos gobiernos por 5 años y 2 meses. También, los juicios sobre ese período pueden ser positivos o negativos, pero permite tener una idea sobre las posibilidades y límites de esa coalición.
Las personas y las fuerzas políticas cambian, y más aún el mundo que las rodea. Las realidades de la economía internacional y la geopolítica de 2019 no son las que el PRO esperaba cuando se lanzó a la aventura de construir Cambiemos. Y están aún más lejos del mundo en que se movieron esos gobiernos peronistas. Resulta bastante evidente que los últimos despliegues políticos significativos -la candidatura presidencial de Alberto Fernández, la a vice de Miguel Pichetto- tienen que ver con esos cambios en el entorno global. Pero podemos reiterar que la identidad de esas dos coaliciones está bastante definida, para lo que es la política moderna.
Las «terceras fuerzas» pueden cumplir un rol importante, especialmente si ambas grandes coaliciones quedaran cerca de un empate. Pero la polarización ha tendido a debilitarlas y disolverlas. Es un fenómeno tradicional en Argentina. No tiene nada de nuevo.
Si esto es así ¿cuál es el sentido de ese baile de nombres y de egos, que culmina hoy sábado 22 a las 24 horas, cuando «se cierra el sport»? Sucede que la política es una actividad absorbente, en tiempo y en dedicación, y la hacen los políticos. Que se profesionalicen es inevitable -la política en serio no puede ser «part time»-, pero, en contraste con la mayoría de las profesiones, cada dos o cuatro años se juega su carrera, casi su misma identidad.
(Ese prejuicio, bastante hipócrita, en buena parte de nuestro pueblo contra los «políticos profesionales» hace que es frecuente que muchos lleguen a esos cargos electivos porque no son políticos. Se han hecho conocidos por otros motivos. Pero… si se los toman en serio, están obligados a profesionalizarse. A convertirse en políticos, bah).
Además de una reflexión general, este comentario tiene que ver con las PASO, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias para las que hoy es el cierre de las candidaturas.
Como ninguna fórmula presidencial se decide en ellas, aparece la conclusión fácil que sólo son «una gran encuesta». Un derroche gigantesco de recursos y esfuerzos. No es así; aún en esta versión muy imperfecta -y manipulada desde las conducciones políticas nacionales y provinciales- permite la expresión de realidades locales, en los niveles más cercanos a los problemas e inquietudes de los ciudadanos «de a pie».
Por supuesto que las PASO se originaron en las necesidades políticas de ese momento de un gobierno. Toda legislación electoral fue impulsada por gobiernos que esperaban beneficiarse, o al menos no perjudicarse por ella. Y es cierto también que son el escenario para pequeñas vanidades y ambiciones. Es que ellas también son la materia prima de la política, además de proyectos e ideales. Es una actividad de seres humanos.
Lo que propongo a mis compatriotas es que en lugar de suprimir las PASO, las mejoremos. Para conseguir eso, no hay que redactar proyectos. Se empieza por dedicar un poco de tiempo y esfuerzo -sin llegar a profesionalizarse- a participar en las fuerzas políticas.
Termino con una frase atribuida a Toynbee «Los que no se interesen en la política, tendrán su merecido castigo. Serán gobernados por gente que se interesa en la política«.
A. B. F.