En 2009, Ronnie Mazzei regresó a nuestro país luego de pasar unos años en España, y se le ocurrió vender un skate (para los alérgicos al deporte: una tabla con ruedas sobre la que uno se desliza, y si es muy ágil hace acrobacias) que había traído. «Lo llevé a un skate shop en zona norte y al otro día se vendió al precio publicado».
Luego importó 300 unidades, pero se diversificó y comenzó a licenciar marcas de ropa como O’Neill, bajo el control de la distribuidora Town Connection, que fundó en 2009.
«En ese momento había que fabricar en la Argentina porque la importación estaba cerrada; arrancamos con un empleado en un garaje y, ahora, tenemos mil metros cuadrados, 60 personas y siete locales con cobertura en todo el país», repasa el dueño de la planta ubicada en la localidad de Beccar, en el partido de San Isidro, Buenos Aires, y estima que de forma indirecta se generan más de 200 empleos.
La cuarta marca que comercializó Town Connection en la Argentina fue Fallen, especializada en calzado diseñado para skateboarding, fundada en 2004 en California por dos skaters profesionales, Jamie Thomas y Chad Foreman, quienes lograron posicionarla entre las cinco más importantes de la industria. «En 2016 -recuerda Mazzei-, nos llegó el comunicado acerca del cese de la marca que había sido comprada por el fabricante en Asia, y como teníamos contacto y muy buena reputación, decidimos iniciar la negociación con los chinos».
Ese proceso, que duró más de un año, se concretó a mediados de 2017 por US$ 300.000, en cuotas, y les permitió relanzar la marca para volver a posicionarse en los mercados más competitivos del mundo. Las redes sociales se activaron en febrero cuando el producto estaba por llegar y «explotaron», cuenta Mazzei y señala que generó un efecto de nostalgia: «Había muchos fans esperando que volviera la marca; recibimos apoyo de 440.000 seguidores distribuidos por todo el mundo».
Con ese impulso, en lo que va del año alcanzaron acuerdos con 25 países, entre ellos, Canadá, China, Rusia, Indonesia, Filipinas y Colombia, «países que decidieron probar con 500 pares, pero en unos años pueden representar miles».
La comercialización se realiza a través de distribuidores locales, pero además la marca cuenta con tres plataformas online en la Argentina, Estados Unidos y Europa. «La fuerza se les da a los distribuidores con descuentos comerciales importantes, financiación, soporte de ventas, para que puedan operar directamente a través de su web o locales en su país», afirma Mazzei. A partir de este nuevo modelo de negocio, Fallen espera vender 125.000 pares de zapatillas durante los primeros 12 meses, alcanzar una facturación de US$ 2.500.000 en todo el mundo y mantener un crecimiento de 20% durante los tres primeros años.
«Pese a que todo este dinero ingresa a la Argentina, como es en un modo no convencional, no somos reconocidos como exportadores», reclama el empresario y ex skater argentino.
El negocio que se está dando con el resto del mundo consiste en crear marcas, crear propiedad intelectual, diseños, valores agregados para, finalmente, producir en cualquier país del mundo que sea realmente competitivo», explica y afirma que para mantener el nivel del producto que se fabrica en China, «en la Argentina no da la calidad, el precio, ni la estructura impositiva para ser competitivos y exportar». «El sistema de exportación crudo y duro para la Argentina es un formato totalmente obsoleto, y por algún motivo esto no se ve o no se sabe cómo superar. Hoy producir en el país para exportar al resto del mundo es muy difícil, al menos para todo lo que no es alimento o productos derivados de los granos», señala el empresario. Y destaca que «tener base en la Argentina, con costos laborales competitivos para operar internacionalmente, es un modelo viable en el largo plazo».
En ese sentido, destaca que mientras un diseñador de calzado en Estados Unidos cobra 4000 dólares, en la Argentina cobra US$ 800. «Entonces -insiste-, ¿por qué no exportar la mano de obra, la propiedad intelectual, el conocimiento desde acá, pero produciendo en el país más competitivo del mundo, que hoy es China?». «Después de todo el entusiasmo que ponemos los emprendedores, viene el financiamiento, un paso clave que nos hizo ceder a licenciatarios extranjeros, porque no recibimos acompañamiento de las entidades bancarias», lamenta Mazzei, pero no pierde la esperanza de acceder a alguna línea de crédito productiva en el futuro.