Un plan para terminar con la «estanflación»

Víctor Beker es un economista de muy larga trayectoria. Profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la del Belgrano, autor de libros de texto que están en las bibliografías de la materia, fue director del INDEC en los ya lejanos -e hiperinflacionados- ´80, uno de los autores del debatido Plan Fénix a comienzos de este siglo… Tal vez no es demasiado mencionado en estos politizados tiempos, porque es crítico tanto de la gestión kirchnerista como de la macrista.

El motivo por el que reproducimos aquí su reciente propuesta de medidas a aplicar el próximo 10 de diciembre, de inmediato, es porque -tal vez como no tiene expectativas de ocupar cargos de responsabilidad en el próximo gobierno, sea cual sea- las medidas que propone son concretas. Por supuesto, otros economistas, y unos pocos dirigentes políticos, han dicho lo que a su juicio debería hacerse. Pero eluden ser precisos con lo que puede inquietar a cualquier sector numeroso o influyente. Es natural...

Resumimos su artículo. Al final, nuestras observaciones.

ooooo

«La mayor prioridad para el futuro gobierno deberá ser sacar a la economía del actual proceso de estanflación. Con una inflación que en los últimos 12 meses se ubica en torno al 55% anual y con una caída del PBI en 2018 del 2,5% y estimada para el corriente año en el 1,5%, la estanflación es el principal problema que enfrenta la economía argentina.

No es fácil atacar simultáneamente la inflación y la recesión. Muchas de las recetas para enfrentar la primera agravan la segunda y viceversa. Para complicar más el escenario, la decisión de postergar los ajustes tarifarios que habían sido previstos para el corriente año implicó transferirlos a la próxima gestión.

Lo que se requiere es un plan integral y coherente que ponga al conjunto de los instrumentos de política económica al servicio de alcanzar la estabilidad de precios y el crecimiento en forma simultánea. Subrayo el carácter integral: cualquier medida parcial no dará resultado.

Reducir la emisión monetaria aisladamente sólo produce recesión ya que el componente inercial hace que los precios sigan aumentando y el ajuste se haga vía caída del nivel de transacciones y de actividad. Es a lo que estamos asistiendo. Lo mismo vale para cualquier otra medida de carácter parcial tomada aisladamente (ajuste fiscal, acuerdo de precios y salarios, etc.).

Tampoco es posible plantearse hoy un enfoque gradual. El gradualismo para hacer frente al atraso tarifario y cambiario llevó la tasa de inflación del 25% de fines de 2015 al 55% actual.

Lo que se impone es el anuncio de un conjunto de medidas el propio 10 de diciembre:

  • Un ajuste de precios relativos -incluyendo tarifas y salarios- con un congelamiento de los precios y salarios nominales resultantes por el término de un año.
  • Déficit financiero -ingresos menos gastos fiscales incluyendo el pago de intereses- del 4% y compromiso de llegar al déficit fiscal cero en dos años.
  • Crecimiento cero de la base monetaria pero en un marco de precios congelados y no aumentando al 55% anual como en el presente.
  • Tipo de cambio fijo.
  • Anular todo mecanismo indexatorio previsto en los contratos para cortar de cuajo la inflación inercial.
  • Limitaciones al ingreso de capitales de corto plazo, cuya salida abrupta genera fuertes desequilibrios en la balanza de pagos y en el sistema financiero.

El principal efecto de este paquete de medidas será producir un desplome de las tasas de interés que se ubicarán en niveles de un dígito, como las que rigen en la mayoría de los países. Ello estimulará el consumo y la inversión. El tipo de cambio fijado a un nivel competitivo asegurará un saldo positivo de la balanza de cuenta corriente. Todo ello posibilitará tener una tasa positiva de crecimiento del PBI por primera vez luego de dos años sucesivos de caída.

La estabilidad monetaria posibilitará que el ahorro permanezca en el país y sea canalizado para la inversión productiva que podrá competir con la de carácter financiero.

Este paquete de medidas tomadas en conjunto permitirán poner en marcha el círculo virtuoso inversión-crecimiento-empleo que reduzca los actuales niveles de pobreza e indigencia y disminuya el trabajo precario, informal y de baja calidad que hoy afecta a más del 30% de la fuerza laboral.

Obviamente, llevar a cabo un plan de estas características requiere de sustento político. Por eso debe implementarse con el resultado electoral aún fresco y cuando la legitimidad del gobierno se encuentra en su máximo nivel. Por esta misma razón le resultará muy difícil al FMI negar su aval al mismo.

También es necesario desembarazarse de muchas telarañas que enturbian el razonamiento económico. Hay que dejar de ir de un extremo al otro del péndulo económico abrazando proyectos basados más en ideologías que en la ciencia económica mientras otros países –Bolivia, Chile, Uruguay- se adelantan velozmente en la carrera del desarrollo.

En diciembre próximo se presentará una de las últimas oportunidades para emprender un rumbo hacia un desarrollo económico sostenido».

ooooo

Es probable que la mayoría de los economistas con experiencia de gobierno que hoy estén en la 1° o 2° de las tres fuerzas con alguna chance de gobernar tenga en mente un paquete de medidas muy parecido a éste. Es seguro que ninguno lo anunciará.

El motivo es simple y no tiene que ver con especulaciones personales. Cualquier posibilidad de un congelamiento de precios y salarios -no importa quiénes sean los más beneficiados o menos perjudicados- dispara una pelea de todos para posicionarse.

Como cuando se anuncian «Precios Cuidados» o algo por el estilo: las distribuidoras los aumentan antes, por las dudas.

Congelar los precios de la economía, los de los productos, los salarios, los bienes exportables, los importados…, y mantenerlos así por algunos meses -el mínimo para detener la inflación inercial- es una tarea gigantesca. Y muy difícil. Encararla nomás, requiere un gran poder político y el manejo real, no sólo formal, de los recursos del Estado. O… una gran crisis que haga que la mayor parte de la sociedad prefiera cualquier política al abismo. Tal vez., sólo tal vez, el gobierno de Macri la proporcione a esa crisis.

VIAClarín