En Navegando en medio de la tormenta señalamos este martes las diferencias claves en la situación política de la Crisis del 2001 y la actual. Dijimos que un dato fundamental era que -tanto el gobierno como en la oposición- había dos coaliciones políticas razonablemente coherentes, que -aunque una de ellas apareciera cercana a perder la Presidencia- tenía poderosos motivos: bancas en el Congreso Nacional, municipios, para mantenerse unida y gobernar lo mejor que pudiera.
El día de ayer dio motivos para pensar que tal vez estábamos equivocados. Una insistente, y sostenida, campaña de rumores, que sólo podían provenir de fuentes cercanas al oficialismo actual -el periodismo las conoce muy bien- hicieron que todos los argentinos interesados en la política y/o en la economía, estuvieran pendientes de ellas. Incluso los propios funcionarios, claro.
No llegó a ser la danza de 5 presidentes en una semana de finales de 2001 -tristemente famosa en el mundo en ese entonces. Pero, más allá del anunciado alejamiento, o el evidente pase de facturas, al segundo hombre más poderoso del gobierno, la mano derecha del Presidente ¿se tomó en cuenta al lanzar estos anuncios lo que empresarios, inversores y especuladores podían pensar del reemplazo del ministro de Hacienda en estas circunstancias?
Jugar con el tema durante 24 horas, sin siquiera insinuar un reemplazante serio -Rogelio Frigerio es economista, además de un hábil político, pero hace mucho que no tiene tiempo para abrir libros de economía- ¿nadie pensó como cualquier decisión, de cualquier sector, iba a quedar en suspenso?
Haya sido por torpeza en el manejo de las pujas internas y de la comunicación, o por una decisión consciente de crear la expectativa de un cambio profundo, la confusión de ayer dejó claro algo: el gobierno de Mauricio Macri previo a las PASO ha terminado. El actual es otra cosa. Y mucho más débil.
Por nuestro lado, como decíamos en esa nota, seguiremos informando sobre producción e innovación. En la Argentina siempre están quienes siguen en eso.