Ayer presentó su renuncia el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tras dos días de una insistente, y sostenida, campaña de rumores, que sólo podían provenir de fuentes cercanas al oficialismo actual -el periodismo las conoce muy bien. Su cargo será ocupado por Hernán Lacunza, hasta ahora ministro de Hacienda de la provincia de Buenos Aires.
El nuevo ministro estaba de vacaciones en Neuquén cuando lo llamaron. No fue una buena idea irse de vacaciones en una semana como la que pasó: aparecieron enseguida los chistes. Que él era uno de los posibles votantes de Juntos por el Cambio que estaban esquiando, en la desafortunada frase de la diputada Carrió.
Colegas suyos de otros partidos, en cambio, hablaron bien de él. Se supone que es lo que deben decir de un economista que acepta inmolarse acompañando medidas en las que no cree y que, en cualquier caso, no contarán con el poder político ni las estructuras administrativas necesarias para que funcionen bien.
En nuestra opinión, todo esto es bastante irrelevante. Lacunza es un cuadro político técnico del PRO y está tan convencido como Macri, Peña y Dujovne del proyecto de apertura económica y financiera para la Argentina que intentaron llevar adelante. Más allá que, como dice Dujovne en su renuncia «han cometido errores», el problema es que las consecuencias de ese proyecto han resultado insoportables hasta para una considerable parte de los que en otro momento lo habían votado.
La renuncia de Dujovne surge a nuestro entender, no, o no sólo como fusible sino a causa que era el ministro del acuerdo con el FMI. Su condición de interlocutor con el Fondo le dio un poder que Macri es renuente a dar a cualquier ministro.
Pero ese acuerdo fue, como se señaló en esta nota que publicamos en AgendAR. No creemos que la anterior directora del FMI, Christine Lagarde, se haya alejado en previsión de ésto (el Banco Central Europeo que pasará a dirigir no es un puesto menor), pero lo cierto es que, cuando lleguen esta semana los hombres del Fondo, ya estarán preparándose para una renegociación. ¿Con la mente en un plan de Facilidades Extendidas, tal vez?
En todo caso, ese es un tema que deberá también preocupar al candidato Alberto Fernández y a su equipo. Hablarán con él.
El punto a tener en cuenta es que, otra vez, el manejo del gobierno de este reemplazo ha sido malo. Parece, y es, una medida improvisada. Como decíamos ayer «No llega a ser la danza de 5 presidentes en una semana de finales de 2001. Pero ¿se tomó en cuenta al lanzar estos anuncios lo que empresarios, inversores y especuladores podían pensar del reemplazo del ministro de Hacienda en estas circunstancias?» Los titulares de los medios internacionales confirman la impresión de «game over» para Macri y su gobierno.
En Navegando en medio de la tormenta señalamos este martes las diferencias en la situación política de la Crisis del 2001 y la actual. Dijimos que un dato fundamental era que -tanto en el gobierno como en la oposición- había dos coaliciones políticas razonablemente coherentes, que -aunque una de ellas apareciera cercana a perder la Presidencia- tenía poderosos motivos: bancas en el Congreso Nacional, municipios, para mantenerse unida y gobernar lo mejor que pudiera. Pero eso requiere prudencia y reflexión, especialmente desde el gobierno. No parece que las haya habido.
Queremos agregar que nos parece una tontería lo que repiten algunos medios: que el problema es que estas PASO produjeron un resultado imprevisto por todos: un ganador con altísima probabilidad de llegar a la Presidencia… casi 4 meses antes de la transmisión del mando. Que ese es un lapso demasiado largo para convivir con lo que es en la práctica un doble poder político.
No nos cabe duda que la ley de las Primarias Abiertas debería ser reformada, para que se acerque a su objetivo explícito de mejorar la democracia interna de los partidos. Que probablemente lo será en el 2020, que no es un año electoral. Que los próximos meses van a ser largos y llenos de ansiedad. ¡Pero tengamos presente que las elecciones fueron hace una semana!