Hace unos seis meses publicamos esta nota en AgendAR. Y medio año después, tenemos que decir que, pese al IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés), las Naciones Unidas, Emmanuel Macron y Greta Thunberg, el panorama no ha cambiado. Apenas tuvimos que actualizarla ligeramente.
En AgendAR no queremos minimizar un problema muy serio con ironías fáciles. Nuestro objetivo es ayudar a mostrar que no se enfrenta con conductas individuales bien intencionadas, o prestándose a encontrar «culpables» fáciles (la ganadería, por ejemplo). Justamente, al final precisamos por qué el título de la nota puede inducir a engaño.
Los países que más contaminan el aire por habitante no son los que la mayoría de la gente imagina. Esta nota de Guadalupe Moreno y la infografía adjunta lo dejan claro:
«Muchos de los países que en la actualidad más CO2 emiten por cabeza se encuentran en la península arábiga. Este es el caso de Qatar, con algo más de 37,05 toneladas por persona (37.000 kg), Kuwait (23,5 toneladas) Emiratos Árabes (21,6t) y Arabia Saudí (19,4t), todos por encima de los grandes contaminantes en cifras absolutas, como China, India y Estados Unidos.
El peso de la industria del petróleo en estas economías puede ser una de las razones que explican su clasificación en las primeras posiciones. En España, que se encuentra en el tercio superior en la tabla de todos los Estados contaminantes según la Comisión Europea, la cifra es de 6,09 toneladas por persona.
La presencia de CO2 en el aire es una de las causas principales del calentamiento global. Este gas forma una cúpula aislante en la atmósfera que no deja salir al espacio el componente infrarrojo térmico de la luz solar reflejada por la superficie terrestre. La absorción de infrarrojo por la atmósfera causa un efecto de atrapamiento del calor similar al del vidrio de los invernaderos. La concentración de CO2 en el aire se mantuvo relativamente estable desde los primeros diez mil años antes de Cristo hasta la Revolución Industrial con alrededor de los 200 ppm (partes por millón, como unidad de masa). A partir del siglo XIX, en cambio, su proporción se multiplicó rápidamente, hasta alcanzar en 2017 las 407 ppm, un récord histórico, según relata el proyecto de datos sobre cambio climático Tomorrow.»
Al respecto, tres observaciones: los países de la península arábiga, en rampa demográfica por absorción de inmigrantes del SE asiático, dependen del petróleo hasta para conseguir agua potable (la obtienen por desalinización de agua de mar, en plantas en su mayor parte viejas e ineficientes). Alemania, la ecológica, se ha vuelto el mayor emisor de C02 de la Unión Europea por el cierre prematuro de sus plantas nucleares, y el regreso de las plantas eléctricas de carbón para tapar el bache de producción. Por último, como subraya el IPCC con cierta desesperación, la última vez que la atmósfera de nuestro planeta tuvo más de 400 ppm de C02, hace 800.000 años, el Homo sapiens no existía, pero como resultado del calor y la fusión de glaciares y casquetes polares, el nivel promedio de los mares estaba entre 20 y 30 metros más alto que el actual.
El verdadero significado del gráfico es que el consumo de los sectores más prósperos es el que contribuye más al calentamiento global: automóviles, viajes en avión, aire acondicionado en todas partes,… Por eso figuran al tope de la lista los países del Golfo, con un % alto -comparado con otros- de su población que practica el consumo ostentoso. Una cosa es asegurar agua potable para la población, otra hacerlo con plantas de destilación (térmicamente muy ineficientes frente a las de ósmosis inversa), otra elegir el petróleo como fuente térmica de la potabilización de agua marina, en lugar de la energía fototérmica o la nuclear, y la última y peor es incurrir en delirios como tener pistas artificiales de esquí con nieve artificial dentro de sus shopping-malls.
Pero el título es engañoso. El gráfico muestra la contaminación por habitante, y esos países aportan muy poco al CO2 global. EE.UU. aporta mucho más en conjunto, y China… es el campeón indiscutible, simplemente por población e industria.
Cuando los gobiernos estén dispuestos a encarar las consecuencias del cambio climático -por ahora, preocuparse es «políticamente correcto», sobre todo en Europa, atascada en un antinuclearismo insostenible, pero ninguno las ha apuntado con precisión- las medidas tendrán que ser globales. Todavía falta para que esto sea políticamente posible.