El dato surge de un relevamiento nacional que incluyó casos de 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Con el propósito de aportar datos que sirvan para diseñar políticas públicas dirigidas a atender los efectos de la cuarentena sobre la salud mental, investigadores de la Facultad de Psicología de la UNC realizaron una encuesta online sobre los cambios en el consumo de sustancias psicoactivas en Argentina.
El relevamiento, de escala nacional, se realizó entre el 7 de abril y el 8 de mayo de 2020. Abarcó 1007 casos, procedentes de las 23 provincias argentinas y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Y no es el único de este tipo.
El trabajo fue realizado por Florencia Serena, Elena Colasanti, Andrea Santillán y Raúl Gómez (director), miembros de la Unidad de Estudios Epidemiológicos en Salud Mental de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba.
La muestra incluyó a personas mayores de 18 años que aceptaron participar en el estudio. Como criterio, consideraron sustancias psicoactivas al alcohol, la nicotina, la cocaína, la marihuana, el LSD, el éxtasis, los psicofármacos y similares.
De acuerdo a los datos relevados, el 73,2% de los encuestados reconoció haber consumido alguna sustancia psicoactiva durante el período de aislamiento. Por otra parte, un 41% señaló que durante la cuarentena incrementó la frecuencia de consumo, y un 33% admitió consumir mayor cantidad.
¿Ha consumido sustancias psicoactivas durante el aislamiento?
Entre quienes incrementaron su patrón de consumo, la droga más mencionada fue el alcohol (solo o en combinación) en un 54% de los casos. La nicotina fue señalada por un 35% de las personas; la marihuana (sola o en combinación) fue apuntada por el 29,6% de los encuestados y un 7,8% comentó haber aumentado el consumo de psicofármacos con o sin receta.
¿Cuál fue la droga más mencionada entre quienes informaron haber consumido?
Raúl Gómez, director del proyecto de investigación y vicedecano de la Facultad de Psicología de la UNC, destaca que los resultados de la encuesta demuestran la necesidad de incluir, entre las disposiciones sanitarias que se vienen implementando en todo el país, protocolos enfocados en la salud mental.
“Es evidente que hace falta incorporar dispositivos de acompañamiento, de escucha y de contención, como los que se vienen implementando desde la Facultad de Psicología de la UNC. Es un aspecto que se ha dejado de lado en todas las medidas sanitarias. Recomendamos, además, hacerlo de manera integral y centralizada desde los estados nacional, provinciales y municipales”, afirma Gómez.
Para los investigadores, una de las conclusiones relevantes del trabajo es el reconocimiento del encierro como un agravante de la salud mental.
“Tal como lo expresa la Ley de Salud Mental, el encierro no tiene nada que ver con la salud y sus consecuencias no son positivas para la salud mental. Este estudio aporta evidencia empírica para seguir proponiendo otras perspectivas frente al modelo manicomial de encierro”, expresa Florencia Serena, una de las investigadoras del equipo.
Otro de los datos sobresalientes del estudio revela que casi el 20% de las personas que consumieron sustancias, violaron la cuarentena para conseguirlas. “Esto indica que en ese segmento hay una compulsión a consumir, y es uno de los tantos indicadores que se pueden vincular al consumo problemático”, explica Serena.
Para los autores de la investigación, esto también da cuenta de que las prohibiciones y las limitaciones externas al consumo no han sido efectivas para disuadir a las personas de consumir.
Ansiedad y necesidad de esparcimiento y relajación
Cuando se indagó a los encuestados que reconocieron haber incrementado el consumo de sustancias por los motivos de ese aumento, la ansiedad (57%) y la necesidad de relajación (47%) fueron las respuestas principales en un patrón de respuestas no excluyentes.
Otras razones apuntadas son similares –“me quería divertir”, “me quería distraer”, “quería dejar de pensar”–, y para los investigadores implican un estado de inquietud en las personas.
“Hay situaciones siempre preexistentes, de ansiedad, de malestar o padecimiento psíquico, que las condiciones de cuarentena han agravado. Alguien que estaba ansioso, se pone más ansioso, por ejemplo. El aislamiento no está incorporando algo totalmente nuevo a la condición previa de los sujetos, sino que está funcionando como un amplificador de malestares preexistentes”, reflexiona Raúl Gómez.
Estrategias para el control del consumo después de la cuarentena
La encuesta también incluyó un apartado sobre estrategias o recursos para evitar o disminuir el consumo de sustancias psicoactivas.
A las personas que reconocieron una modificación de su patrón de consumo se les consultó si había procurado controlar su consumo. El 48,5% informó que no había intentado evitarlo, ni disminuirlo. El grupo restante (51,5%) mencionó una gama de estrategias utilizadas, no excluyentes entre sí.
La importancia de incorporar un enfoque de género
Para evaluar posibles secuelas después de la cuarentena, se solicitó a quienes informaron consumir sustancias psicoactivas que indicaran cuán posible creían poder controlar su consumo. El 23% afirmó que le resultaría un poco o muy difícil dejar de consumir finalizado el aislamiento social.
Respecto de este grupo de datos, los investigadores remarcan que existe un comportamiento diferencial en estas variables en relación al género. Puntualmente, respecto a lo que se denomina “autoeficacia percibida” para controlar o disminuir el consumo cuando finalice la cuarentena.
“Las mujeres se perciben menos autoeficaces para controlar ese consumo, en relación a los varones. Este dato es relevante para reconocer que las manifestaciones de la salud mental se manifiestan diferencialmente según el género. Para diseñar políticas públicas, por lo tanto, también se tiene que incorporar un enfoque de género”, recomienda el director del proyecto.