En el día de ayer, domingo 14 de junio, se confirmaron 1.282 nuevos casos de coronavirus, y el total de personas contagiadas en nuestro país llegó a 31.577. Quedan pocas dudas que estamos entrando en el «pico» tan temido.
Ahora, de esos 1.282 contagios, 558 se detectaron en la C.A.B.A. y 635 en la provincia de Buenos Aires. Y sólo 89 en el resto de la Argentina. Aunque hay un foco de contagio en la provincia del Chaco (27 casos registrados ayer), resulta evidente que el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde habitan 14 millones de argentinos, es la zona donde se concentran hoy los contagios. Como fue la Lombardía en Italia o Nueva York en los Estados Unidos.
Los motivos para esto son menos evidentes de lo que puede parecer a un análisis superficial. Densidad demográfica, desplazamiento de trabajadores, pobreza y hacinamiento también se encuentran en el Gran Rosario, y el Gran Córdoba. Y también ahí golpea la pandemia, por supuesto, pero en una escala mucho menor que en el AMBA.
Las mismas dudas se pueden plantear para otros países ¿Porqué la Lombardía y no Sicilia? ¿Porqué Nueva York y no San Francisco? No importa: hay mucho que todavía no sabemos del COVID-19 ni nosotros, ni el Ministerio de Salud, ni la OMS. Pero hay un dato indiscutible: el contagio es mucho más improbable si no hay contacto humano. Por eso, el aislamiento es la respuesta que hasta ahora se ha encontrado. Y en AgendAR creemos que los argentinos somos afortunados en que nuestras autoridades, con vacilaciones y errores humanos, han decidido afrontar el costo de aplicarlo.
Un medio -BAE Negocios- da por hecho que el presidente Alberto Fernández ya ha decidido prorrogar la cuarentena hasta el 12 de julio. Aún si no fuera así, esa decisión está sobre la mesa y, salvo un giro completamente improbable en la situación sanitaria, se tomará.
El gobernador de Buenos Aires, Kicillof, ha sido muy claro y enfático en el tema. Y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma, Rodríguez Larreta, el más presionado porque debe «encerrar» a todos sus electores, ya ha dicho que «Si los casos aumentan mucho, tomaremos decisiones». En el lenguaje de la política, ha sido todo lo claro que se puede esperar.
La decisión la hacen más fácil los irresponsables alegres que bailan en la calle en Recoleta, o inauguran un boliche en San Luis, o… hay demasiados casos. Pero eso no debe ocultar el hecho que el aislamiento social está destruyendo los ingresos y el patrimonio de una inmensa cantidad de argentinos.
(No ponemos tanto énfasis en la angustia sicológica que provoca el «encierro»; existe, claro, pero las fosas comunes o los hospitales desbordados que se pueden ver en países cercanos, impactan mucho más. Hagamos lo posible para que no nos toque).
El punto que, creemos, es necesario que se tome conciencia es que la cuarentena estricta es insostenible en la práctica por un plazo largo, y ya no se sostiene después de 87 días. El rigor de los primeros días ha disminuido muchísimo; mirando a nuestro alrededor en la Capital y el Gran Buenos Aires podemos verlo.
Atención: el «aislamiento social, preventivo y obligatorio» nunca fue perfecto, ni podía serlo. Necesariamente, estaban exceptuados quienes trabajaban en el reparto de alimentos, de combustible, de medicamentos, las fuerzas de seguridad… Las medidas de aislamiento no impiden la transmisión comunitaria. La hacen más lenta, y eso es todo lo que se puede conseguir.
El gobierno deberá encontrar medidas económicas más audaces que las que ya ha implementado para evitar que la desesperación rompa más la cuarentena. Recordemos que la mayor parte de la Argentina está ingresando, con algunos retrocesos en la «nueva normalidad». Y la actividad rural, y su transporte, que es la que proporciona las divisas que el país necesita han seguido funcionando durante la cuarentena.
Tengamos presente que el hartazgo también es un factor a tomar en cuenta, sobre todo porque el riesgo individual de muerte es pequeño: habrá que pensar en serio cómo se pueden formar las «burbujas sociales» que permitan el contacto humano dentro de grupos, la idea que se comentaba en una nota de AgendAR. Es cierto que la propuesta surgió en Bélgica, que no ha tenido una buena experiencia con la pandemia…
En realidad, no hay recetas, y esta nota no presume de ofrecerlas. Tan sólo queremos insistir en que es necesario recuperar la dimensión de futuro en el planeamiento de las medidas y en su comunicación. #Quedateencasa es un buen consejo, pero no alcanza.