Antes de reproducir en el portal un adecuado resumen de las decisiones anunciadas ayer, quiero explicar el sentido de esta nota. Que apunta sobre un problema clave para enfrentar esta pandemia y tomar las medidas de prevención del contagio. Y también sobre una realidad estructural de la República Argentina.
El Área Metropolitana de Buenos Aires se puede definir de distintas formas. Pero el territorio máximo que se le puede calcular, la Capital Federal más los 40 municipios bonaerenses cercanos (que incluyen zonas bien rurales), ocupa sólo el 0,5% del territorio continental argentino. Continental, sin incluir las islas del Atlántico Sur y el sector Antártico Argentino.
Para enfrentar la acelerada suba de contagios que se registra en esta minúscula parte del territorio del 8° país del mundo en extensión, el presidente de la Nación y los dos mandatarios que manejan las administraciones subnacionlales con más recursos han dedicado la mayor parte de su tiempo y de su caudal político, ayer y desde hace muchos días.
Hay una muy buena razón para esto, por supuesto. En el AMBA vive alrededor del 40% de la población argentina. Además de ser la sede de buena parte de su industria manufacturera, y, sobre todo, de los centros de la industria cultural, la que produce información y contenidos para el resto del país.
Ezequiel Martínez Estrada fue uno de los, numerosos, intelectuales argentinos que hace unos 80 años recibieron con rechazo y aversión la democracia de masas que comenzaba. Pero, a pesar de esto, podemos reconocer que estaba en lo cierto al percibir algo patológico en la «cabeza de Goliat», una ciudad que ya era, en varios sentidos, demasiado grande para su cuerpo.
Por supuesto, más allá de los juicios y lamentaciones, es la realidad a manejar. Las medidas de prevención de contagios que se aplican y aplicarán están determinadas por esta aglomeración urbana. Y puede ser que resten nuestra atención de las que deben pensarse para realidades distintas en las distintas provincias.
No es un problema que encuentre en estos días el tiempo ni la disposición para encararlo. Pero es conveniente tenerlo muy en cuenta cuando se habla de los perjuicios y la paralización productiva que ha provocado esta pandemia. En el resto del territorio argentino hay focos de contagio, por cierto, y la posibilidad de rebrotes. Pero, por ahora, no la pandemia no desborda las capacidades de manejo. Y la actividad rural y sus transportes han sido consideradas, con razón, esenciales y no se interrumpieron en ningún momento.
A. B. F.