«Dí negativo por quinta semana consecutiva”, escribió el pasado lunes 13 en su cuenta de Twitter el enfermero catalán Joan Pons Laplana, que vive y trabaja en Inglaterra. Su hisopado se convirtió en noticia porque Pons es uno de los más de diez mil voluntarios que se sometió a las pruebas con una de las vacunas anti Covid-19 que están en carrera, la que desarrollan científicos de la Universidad de Oxford. Vale la pena que conozcamos su experiencia, porque en pocos días habrá un llamado para voluntarios -para otra vacuna- aquí en Argentina.
Joan dice que si todo sale bien, esa vacuna -que ya está en fase 3, -la que esperan que alcance en agosto la versión de Pfizer que probarán en nuestro país- podría estar lista para octubre. Todo el mundo anhela una vacuna contra el coronavirus, y Pons está ahí, entre los primeros.
Trabaja en Inglaterra desde el 2000, y hace dos años se convirtió en el primer extranjero en recibir el premio al “Enfermero del año”. “Espero que 2021 sea el año de los abrazos”, anhela.
Vive en Sheffield con su mujer y sus tres hijos, y forma parte del equipo directivo de su Hospital Universitario. Desde allí cuenta: “El viernes 5 de junio me pusieron la vacuna, y desde allí, una vez por semana me hacen un nuevo hisopado. Lo que en la Universidad (de Oxford) están esperando -parece un poco cruel- es que en algún momento dé positivo para ver cómo reacciona la vacuna”.
Cada día “me tomo la temperatura y completo un cuestionario online donde me preguntan si he tenido síntomas tales como pérdida del olfato, del gusto, tos, dolor muscular, fiebre, y hasta ahora todo ha sido negativo”. Una vez por mes, además, tiene que ir al hospital a que le hagan un análisis de sangre y un examen físico. “El análisis de sangre es para saber si el nivel de mis anticuerpos que he producido por la vacuna son adecuados o no”, explica. “La Universidad de Oxford ha hecho un comunicado público diciendo que todos los voluntarios hasta ahora presentan un nivel muy adecuado de anticuerpos, lo que me da esperanza de que sí, realmente la vacuna funciona”.
Para Pons, que trabaja todos los días expuesto al Covid-19 por su trato directo con pacientes, el hecho de no haber tenido ningún síntoma “también es señal de que la vacuna es eficaz”, dice. “No he tenido que modificar nada de mi vida ni de mi trabajo.
La vacuna está en fase experimental y no me puedo confiar que estoy inmune. Tengo que utilizar toda la protección cuando trabajo en la UTI (unidad de terapia intensiva) y cuando salgo, como padre, extremar más aún las medidas: dos metros de distanciamiento, lavarme las manos, barbijo, todas las precauciones que se pueda. Yo trabajo en primera línea frente a frente con el virus, cada vez que voy a trabajar la probabilidad de que yo me contagie es muy elevada. Por eso nos pidieron que fuéramos voluntarios (quienes trabajamos en primera línea) para obtener datos más rápido”.
Así, explica, lo que en la fase 3 de experimentación de una vacuna tardaría de dos a tres años lo pueden hacer “en unos cuantos meses”. «Hay que hacerlo por altruismo. Necesitamos valientes», dice el enfermero catalán voluntario en Inglaterra.
“Ahora hay como una maratón bastante frenética a ver quién llega a la meta primero y saca la vacuna. Tengo mucha confianza con la opción de Oxford: en ningún momento ha habido ningún problema en los ensayos; la de Moderna en el Reino Unido sí ha tenido problemas. Las de Rusia o China, allí la transparencia no es tan grande”, defiende al ensayo del que participa. De todos modos, “cuantas más haya mejor: varias funcionan de manera diferente: unas atacan a la proteína del virus, otras a su composición”.
A los futuros voluntarios de Argentina recomienda “que si quieren serlo, se lo tomen en serio: todavía están todas en fase experimental”. Enfatiza que es fundamental leer con cuidado todo lo que se firma, y hablar con claridad con la gente cercana y la familia. “Yo lo pensé bien, leí con detalle todo lo que firmé y decidí que vale la pena. Pero hay que leer bien los requisitos que establecen los ensayos y hablar con tus seres queridos, porque esta decisión afectará a mucha gente”.
Pero agrega que “necesitamos gente valiente, que dé un paso al frente y se una a la lucha contra el virus. Si la vacuna no sale, tendríamos que vivir con el virus para siempre, lo cual sería un horror”. También afirma que los voluntarios tienen que tener claro “que tienen que hacerlo por altruismo, y que si en algún momento quieren dejar el ensayo, pueden hacerlo: nadie los puede obligar”.
Luz al final del túnel
«Es cierto que por fin parece que la vacuna está cerca, pero no nos podemos relajar. El virus está ahí afuera, nos está esperando”, advierte Pons. “En algunos países, la mortalidad ha bajado pero no porque el virus se haya ido, sino porque se ha hecho cuarentena, lo cual frena su propagación, pero no lo elimina. La distancia social y las medidas de higiene siguen siendo fundamentales”.
“Ahora estamos en los últimos kilómetros de una maratón que, como todos sabemos, son los más difíciles. Es difícil estar alerta todo el tiempo, pero tenemos que hacerlo. Juntos podemos pensar en empezar el 2021 con abrazos. Ojalá sea para Navidad: ya le escribí la carta a Papá Noel para que nos deje la vacuna abajo del árbol”.