Ayer publicamos en AgendAR una nota donde se muestra que el número de muertes por coronavirus por millón de habitantes en nuestro país es significativamente más bajo (247,94) que el de EE.UU., Brasil, España, Italia, Suecia,…
No debe inducir a la complacencia: el crecimiento en las últimas semanas de los contagios, indica que también crecerán los fallecimientos, aunque -nos decía una lectora- nuestros índices de recuperación de pacientes en los primeros meses no pasaban del 35% y hoy en día ya llegan a mas del 70%.
Esta nota que reproducimos muestra que lo mismo está pasando en el resto del mundo:
«En las últimas semanas, la virulencia de la enfermedad COVID-19 cambió. Es menos letal, según varios registros que marcan la evolución de la pandemia a causa del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que hoy registra una menor cantidad de fallecimientos por día, si se toman en cuenta los meses de marzo y abril de este año.
La reducción en la letalidad de COVID-19 se ha atribuido en gran parte a mejoras en los tratamientos médicos experimentales para un virus hasta ahora desconocido y también a la identificación más temprana de las infecciones del coronavirus, lo que permite una rápida intervención médica y protección contra la infección de personas con mayor riesgo. También podría explicarse por un aumento de las pruebas de detección, que identificarían casos más leves y asintomáticos, lo que llevaría a una tasa de mortalidad notificada más baja.
Los expertos coinciden en que se ha aprendido mucho puertas adentro de las Terapias Intensivas, con médicos que no han conectado inmediatamente a los pacientes a respiradores automáticos, lo que en muchas ocasiones producía daño pulmonar.
Ademas, el oxígeno suministrado a través de pequeñas cánulas nasales es mucho menos invasivo y, a menudo, cumple su función. A fin de julio, se descubrió que el antiinflamatorio económico dexametasona redujo las muertes en un tercio entre los pacientes que reciben ventilación mecánica, y existe esperanza de que esto mejore aún más la supervivencia.
En las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) británicas, la proporción de pacientes con COVID-19 con respiradores disminuyó del 90% en los primeros días al 30% en junio. “El estudio muestra la impresionante reducción de la mortalidad lograda durante la pandemia para los pacientes ingresados en la UCI de Reino Unido. Los 10 a 20 puntos porcentuales absolutos de mejora de la supervivencia, en todos los grupos de edad, son sorprendentes. Dentro de los tratamientos que han mejorado se destacan: uso más restringido de ventilación mecánica, anticoagulantes, decúbito prono, dexametasona, ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea no como último recurso) y la evitación de fármacos sin eficacia”, manifestó Eric Topol, reconocido cardiólogo, genetista e investigador en su cuenta de Twitter.
La mortalidad de pacientes COVID-19 tratados en UCI había caído a poco menos del 42% a finales de mayo, desde casi el 60% en marzo.
Eso es según el primer análisis sistemático de dos docenas de estudios que involucran a más de 10.000 pacientes en Asia, Europa y América del Norte. La rápida propagación del SARS-CoV-2, el alto número de casos y la proporción de pacientes que requieren soporte respiratorio impusieron una “demanda sin precedentes” en los servicios de las UCI, escribieron los investigadores en un estudio publicado en julio en la revista Anesthesia. Los países en las fases posteriores de la pandemia ahora pueden estar manejándolo mejor, dijeron.
“Puede reflejar el rápido aprendizaje que ha tenido lugar a escala mundial debido a la pronta publicación de informes clínicos al inicio de la pandemia. También puede ser que los criterios de admisión a la UCI hayan cambiado con el tiempo, por ejemplo, con una mayor presión sobre las UCI al inicio de la oleada pandémica”, escribieron los autores, dirigidos por Tim Cook, anestesiólogo y médico de cuidados intensivos en Bath, Inglaterra.
Si bien las cifras de muerte suelen ser un indicador rezagado respecto a la cifra de contagios, hay razones para esperar que el atraso ahora sea más amplio y más lento. “Después de todo, se ha aprendido mucho sobre cómo tratar a pacientes con COVID-19”, es el consenso mundial sobre la evolución médica frente al coronavirus. Pero también se recuerda que un recuento de muertes más bajo no es una justificación para que los Estados reabran sus economías sin cautela.
Las muertes van rezagadas en comparación con los casos porque el COVID-19 es una enfermedad bastante lenta. Se necesita tiempo para desarrollar una infección lo suficientemente grave como para requerir hospitalización. Una infección aguda puede tardar más tiempo en causar la muerte. También hay que decir que las muertes no siempre se informan de manera oportuna.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) está recopilando datos de países para identificar elementos que reducen la mortalidad, con el objetivo de crear una caja de herramientas de tratamientos que permita a los médicos brindar una mejor atención a la gama completa de pacientes con COVID-19. “El nuevo estudio se sumará al conocimiento acumulativo. Esta es información crítica que nos ayudará a refinar nuestra estrategia para reducir la mortalidad”, explicó Sylvie Briand, directora de la OMS, del departamento para la Preparación Mundial de Riesgos Infecciosos.
La enfermedad crítica asociada con el COVID-19 puede prolongarse. Alrededor de una quinta parte de las hospitalizaciones en la UCI en el Reino Unido duró más de cuatro semanas, y el 9% persistió durante más de 42 días. Y los expertos tienen un dato clave en la mira: la mortalidad en las UCI por COVID-19 es casi el doble de la tasa típica del 22% para otras neumonías virales. El mensaje importante que deja la OMS es que “a medida que la pandemia ha progresado y todos estos factores se combinan, la supervivencia de los pacientes admitidos en UCI con COVID-19 ha mejorado significativamente”.