Fuentes del Ministerio de Salud han hecho conocer a varios periodistas -en forma no oficial- que se está diseñando un plan de vacunación masiva y obligatoria para fines de año que abarcaría a no menos de 13,5 millones de personas, entre personal de salud y grupos de riesgo. Lo consideran el primer y necesario paso para llegar a toda la población hacia marzo de 2021.
Frente a algunas reservas expresadas, también en privado, «¿Tiene sentido hablar de un plan cuando no se conocen fechas ni características, si no se sabe todavía cuál o cuáles serán las vacunas a aplicar? Qué cadena de frío se necesitará, por ejemplo?». La respuesta es que la vacunación es ante todo un problema de logística: transporte y distribución, gigantesco. Muchos detalles pueden variar, pero el esfuerzo central puede y debe planearse desde ya.
El otro factor -resulta evidente- es que la vacuna es el único antídoto efectivo contra la pandemia de coronavirus para salvar vidas y también una economía que está en terapia intensiva.
Como se anticipó aquí en AgendAR, el ministro Ginés González García está negociando plazos y precios con al menos cinco laboratorios que ya tienen vacunas en fase 3 de experimentación: Oxford-Astra Zeneca (Gran Bretaña) Sinopharm (China), Sputnik V (Rusia), Jansen y Pfizer (Estados Unidos).
Sin definiciones ni plazos definidos, y por orden del Presidente, se afirma que el ministro seguirá un orden establecido de prioridades a la hora de la elección, en cuanto a la o las vacunas estén disponibles. «Primero el cuándo, después el cuántos y por último (aunque no menos importante) el cuánto».
La prioridad es, por ende, la velocidad, luego la cantidad de dosis y por último su precio
Nadie quiere arriesgar una alternativa, pero Pfizer pica en punta para ser la primera, según comentan en despachos oficiales. Astra-Zeneca, que produce y distribuirá aquí el empresario Hugo Sigman, tiene la ventaja del precio, unos 4 dólares por dosis contra 37 de la empresa Moderna, con la que Argentina aún no firmó acuerdos y que parece destinada únicamente al mercado estadounidense. También Sinopharm, con la que trabaja la fundación Huésped de Pedro Cahn, está entre las más esperadas.
«La selección será científica y a la vez geopolítica«, suele repetir el ministro de Salud, quien apela a veces a una humorada para describir las presiones de las distintas empresas a la hora de ofrecer la solución que el mundo espera. «Cada uno me habla mal del otro para que le compremos la vacuna a ellos«, resume González García en la intimidad, y da otro detalles: salvo Jansen, el resto de las opciones incluye la obligatoriedad de una segunda dosis que aseguraría su efectividad.
«Hay mucha presión social para hacer magia», hacen trascender cerca de González García, en crítica a la oposición y a sectores «que quieren abrir todo, aunque reconocen como «un tiro en el pie» las omisiones en el conteo de testeos, que le valieron la exclusión de un sistema global de medición de casos.
Lo que sí está definida, dicen en el ministerio, es la obligación de vacunarse de cada ciudadano. «Hay una ley de vacunas que hay que cumplir. Y más en este caso donde la responsabilidad es individual y colectiva», afirman desde el ministerio de Salud, aunque no prevén por el momento castigos o penalizaciones para aquellos que decidan no vacunarse.
Desde AgendAR, observamos que una ley que no establece sanciones, es una expresión de deseos. Pero creemos que la presión social que hoy empuja las flexibilizaciones -aunque algunas ean imprudentes- terminará por hacerla obligatoria, si se ven resultados positivos.