Los países de mayor poderío económico compraron casi todas las dosis que se producirán en 2021 y los más pobres no lograrán siquiera inmunizar a sus poblaciones de riesgo.
Evacuadas en principio y con matices las eventuales dudas sobre la eficacia de las varias vacunas para la Covid-19, las cuestiones a resolver hacia adelante parecen limitadas a la necesidad de multiplicar la producción y la urgencia por lograr equidad en la distribución, un punto sobre el que organizaciones sanitarias y políticas ya se pronuncian abiertamente y con quejas hacia los países más poderosos.
Lo que queda a la vista, según estudios y estadísticas, es que con las vacunas se repite de alguna manera el esquema de poder mundial: los países de mayor poderío económico compraron casi todas las dosis que se producirán en 2021 y los más pobres no lograrán siquiera inmunizar a sus poblaciones de riesgo.
La jugada no parece muy inteligente: un estudio de la Universidad de Duke en Estados Unidos del que dio cuenta una nota de la BBC sobre la forma en la que se distribuyen las vacunas advierte sobre otro grave peligro de salud pública a nivel mundial.
el virus podría seguir mutando y hacer ineficientes las actuales vacunas
Expertos consideran que de continuar como va el actual sistema de distribución, el virus podría seguir mutando y hacer ineficientes las actuales vacunas.
«La principal preocupación es que los países de ingresos bajos y medianos simplemente no tendrán suficientes vacunas y que las personas que viven en países ricos estarán protegidas mientras el virus se propague en los países más pobres. Si se desarrolla de esta manera, todos sufriremos más, tanto en términos de impacto sanitario como económico», explicó Andrea Taylor, al frente de la investigación.
La conducta de acaparamiento es un «boomerang». Algunas de las cepas nuevas pueden ser reinfectantes, como la P.1 brasileña de Manaos, donde miles de nuevos enfermos de Covid-19 ya lo fueron el año pasado. La protección de haber salido indemne o no tanto de una infección anterior, o de alguna de las actuales vacunas, desciende. Johnson y Johnson, que acaba de presentar su fórmula a dosis única con el 85% de protección ante cepas anteriores a la nueva inglesa, las dos brasileñas y la sudafricana, comprobó que su vacuna es 23 puntos menos efectiva en Sudáfrica.
Canadá acaparó vacunas como para inyectar a una población 4 veces mayor que la que tiene. Y para nada, porque cuanto más se disemine el SARS CoV2 por el mundo pobre en 2021, más mutaciones generará, y casi infaliblemente algunas de éstas variantes serán reinfectantes o resistentes al tesoro de fórmulas con el que Canadá en 2020 creyó ponerse a salvo. Lo dicho, un boomerang.
Cuestionamientos
Los resquemores ya no se disimulan: mientras la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) cuestionó la «creación de mecanismos que limiten las exportaciones de vacunas e insumos médicos a terceros países, como el creado por la Unión Europea», la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) alertó que el 70% de las dosis contra el coronavirus fueron administradas en países más ricos.
El Vaticano sumó un pronunciamiento similar: pidió «promover» la producción local de vacunas en América Latina, África y Asia, y «aliviar» la deuda de los países más pobres para liberar fondos que permitan fortalecer sus sistemas de salud.
Pero el pronunciamiento de la Celac fue toda una novedad, en principio porque el organismo –que reúne a todos los países del continente a excepción de EEUU y Canadá- no tiene una vida muy activa, pero también porque en cierta forma plantea un escenario de «continente versus continente» y una queja áspera.
La organización regional reclamó que se respete la resolución 74/274 de la Asamblea General de la ONU «en la que se solicita fortalecer las cadenas de suministros que promuevan y garanticen el acceso universal, justo, transparente, equitativo, eficiente y oportuno a los medicamentos, vacunas e insumos médicos para enfrentar la pandemia por Covid-19».
En un breve comunicado, hizo «un llamado a la comunidad internacional a evitar medidas que impidan brindar una respuesta mundial a la Covid-19, basada en la unidad, la solidaridad, la concertación política y una cooperación multilateral en la nueva normalidad pospandemia».
«En la carrera para poner fin a esta pandemia, todos remamos en el mismo bote. No podemos sacrificar a quienes corren mayor riesgo en algunos países para que los que corren menor riesgo puedan vacunarse en otros», alertó el secretario general de la organización, Jagan Chapagain.
«En la carrera para poner fin a esta pandemia, todos remamos en el mismo bote. No podemos sacrificar a quienes corren mayor riesgo en algunos países para que los que corren menor riesgo puedan vacunarse en otros»