Columna vertebral de la fuerza de submarinos de la Armada estadounidense, la clase Los Angeles (también conocida como SSN 668) ha sido noticia en Argentina desde que -a través de un tweet emitido por esa misma fuerza- supimos que estaba en operaciones en aguas del Atlántico Sur.
El primer elemento a tomar en cuenta -señala correctamente la publicación especializada Zona Militar- es que la fuerza de submarinos de EE.UU. usualmente no brinda precisiones sobre la actividad y movimiento de sus unidades.
La publicación de este tipo de material suele llevar un mensaje implícito, como fue el caso del USS Georgia SSGN 729 cuando fue desplegado en aguas del Golfo Pérsico. La presencia del mencionado submarino de la clase Ohio se hizo pública en las diversas plataformas multimedia de la US Navy, en una fecha en la cual las tensiones entre EEUU e Irán iban en aumento.
El USS Georgia no solo dispone de capacidad de ataque gracias a sus misiles crucero UGM-109 Tomahawk TLAM, sino que también ha sido configurada para ejecutar misiones ISR (Intelligence, Surveillance and Reconnaisancce) altamente especializadas, lo que lo convierte en una plataforma multipropósito por excelencia.
Por eso, sugiere ZM, la presencia del USS Greeneville en el Atlántico Sur podría ser significativa de una estrategia adoptada por los Estados Unidos.
«No debemos olvidar -dice- que el 22 de diciembre la US Coast Guard anunciaba el despliegue de su cútter más moderno, el USCGC Stone WMSL-758, en el marco de la operación denominada “Southern Cross”. El mencionado buque operaría con naciones amigas en aguas del Atlántico Sur a los fines de efectuar tareas de control y prevención de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.
Durante su travesía, el Stone operó con las armadas de Guyana, Brasil y Uruguay, mientras que su visita a la Argentina fue suspendida debido a «…desafíos logísticos que impiden el amarre de la nave en el puerto de Mar del Plata…».
Sin embargo, en AgendAR discrepamos con el énfasis exclusivo que pone ZM en el «factor chino» como explicación de la presencia del Greeneville. No sólo porque el enfrentamiento entre ambas Potencias es en el Pacífico Norte y no en el Atlántico Sur. Hay una desproporción que hay que tomar en cuenta.
Éste submarino avanzado desdibuja la diferencia entre un «hunter-killer» básicamente antisubmarino y antibuque, y un lanzador misilístico intercontinental, hecho para demoler ciudades y objetivos terrestres. La diferencia se pierde con esos 12 tubos de lanzamiento vertical de misiles Tomahawk. Que tienen capacidad de llevar cabezas nucleares, dicho sea de paso.
Con ellos, el Greenefield podría atacar ciudades argentinas a 2400 km. de distancia. Casi todo nuestro territorio. Mandar esa bestia a nuestro patio trasero implica un mensaje preocupante.
¿Ligado, tal vez, a la proyección que le podría dar el FONDEF a la Armada Argentina en materia de soberanía sobre su Zona Económica Exclusiva?
Esa hipótesis puede ser aventurada, pero es muy ingenuo suponer que semejante nave, y máxime con acompañamiento británico, esté realizando monitoreo de pesqueros chinos.
En los hechos, está mostrando abiertamente quién es el dueño de casa en el Atlántico Sur, resucitando a la 4ta Flota.
Parte del mensaje iría para Brasil, que está potenciando su flota de «hunter-killers» con los Scorpène franceses y tiene en construcción -desde hace décadas- su primer submarino nuclear, el SNB Àlvaro Alberto…
En los términos de un resumen que pusimos en la nota principal sobre este tema: los Estados Mayores, y, en forma más discreta, los gobiernos de las Grandes Potencias, no ponen énfasis en las intenciones de otros actores. Se enfocan en sus capacidades.