Durante mucho tiempo se especuló que en el centro del disco de estrellas que llamamos Vía Láctea, nuestra Galaxia, existía un agujero negro, una concentración de masa cuya atracción gravitatoria es tan grande que nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Pero no había certeza. El centro de la galaxia está a 25.800 años luz de la Tierra, detrás de nubes de polvo y gas que oscurece algunas longitudes de onda de la luz visible.
Después de 15 años de observaciones regulares del centro galáctico en los Observatorios Europeos Australes, La Silla y Paranal, y en particular del VLT -Very Large Telescope, en Antofagasta, Chile- se obtuvieron evidencias concluyentes.
Las estrellas del centro de la Vía Láctea están concentradas de forma tan densa en tan poco espacio que se necesitaron técnicas especiales de fotografía, tales como la Óptica Adaptativa, para incrementar la resolución del VLT. Así se llegan a distinguir estrellas individuales con una precisión sin precedentes a medida que se mueven alrededor del Centro Galáctico. Sus trayectorias muestran de modo concluyente que deben estar orbitando bajo la influencia del inmenso campo gravitatorio de un agujero negro supermasivo, con una masa casi tres millones de veces mayor que la de nuestro Sol.
Las observaciones del VLT también han revelado destellos de luz infrarroja emergiendo de la región a intervalos regulares. Aunque la causa exacta de este fenómeno sigue siendo desconocida, los observadores han sugerido que puede deberse a que el agujero negro podría estar girando rápidamente en torno a su eje. Sea lo que sea lo que está ocurriendo, está claro que la vida del agujero negro no es sólo paz y silencio.
Usando el Telescopio Espacial Hubble, el Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA y el radiotelescopio MeerKAT, se ha podido combinar imágenes para crear una especie de mosaico panorámico en el que se ven hilos de gas sobrecalentados y campos magnéticos.
En un artículo publicado por la Universidad de Massachusetts Amherst se han descrito estas características con detalle, sobre todo de un par de columnas emisoras de rayos X que están emergiendo del centro de nuestra galaxia.
Los astrónomos también usan el VLT para mirar hacia el centro de otras galaxias, donde nuevamente encuentran claras señales de agujeros negros supermasivos.
En la activa galaxia NGC 1097 se ha podido ver con un detalle sin precedentes una compleja red de filamentos cayendo en espiral hacia el centro de la galaxia. Quizá se trate de la primera visión detallada de la distribución de la materia desde la parte principal de la galaxia hasta el núcleo.
Recientes especulaciones versan sobre el papel de los agujeros negros en la formación de las galaxias, y en la distribución de la materia interestelar.
El punto culminante de una campaña de observación que ha durado 26 años, utilizando el VLT, fue la confirmación, en 2018, de los efectos predichos por la relatividad general de Einstein en el movimiento de una estrella pasando por el campo gravitatorio extremo que hay cerca del agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia.