(La primera parte de este artículo está aquí)
La pregunta que nadie quiere hacerse: ¿y la roca, cómo está?
Debajo del relleno de lodo y arena con que se colmató el manglar donde hoy se yergue Surfside, un suelo más bien flojo para edificar, está la roca calcárea blanca que forma prácticamente toda la península de Florida. Toda esa majestuosa lengua de tierra lanzada de Norte a Sur sobre el Golfo está hecha de viejos arrecifes de coral sometidos a compresión geológica.
La roca calcárea coralina no es la mar de resistente, pero es roca, y en el Surfside… es lo que hay. Los enormes pilotes de hormigón armado sobre los que se apoyaban las columnas de los sótanos del Champlain están bien hundidos en ese soporte rocoso, su garante estructural final.
El tema es qué pasa con la roca coralina sometida a mojadura permanente, y máxime de agua de mar que se ha vuelto ligeramente ácida. En la Península de Yucatán, otro gran espolón coralino aún mayor que Florida, y que se proyecta sobre el Atlántico, la acidez la ponen la lluvia y la selva. La descomposición de follaje y madera forman ácido húmico, que percola fácilmente el suelo yucateco y lo ha llenado de agujeros.
Algunos son enormes y se organizan como ríos subterráneos, en los que es fabuloso bucear, como en Xcaret, en Cancún: están llenos de agua límpida como cristal. No hacen falta linternas. De tanto en tanto, el techo de alguna zona se derrumba y por ahí entra luz solar a raudales. Toda la superficie de Yucatán está anillada de “cenotes”, como llamaban los mayas a estos normalmente súbitos hundimientos del suelo por derrumbe del techo de una caverna calcárea que venía creciendo. En algunos de ellos, de gran profundidad, a veces sacrificaban doncellas, como regalo a los dioses subterráneos.
En Florida no hay mayas, de modo que a los cenotes los floridianos los llaman “sinkholes”, y en el centro de la península son una verdadera peste para la edificación. Se han tragado autos y casas, con gente y todo. En Dade County también los hay, pero estaban razonablemente alejados de la costa.
La posibilidad de que al Champlain lo haya derribado un “sinkhole” que se derrumbó debajo de alguno o algunos de los pilotes que sostenían la jaula de columnas y losas del edificio no es despreciable. Coincide con un hecho raro: el edificio se venía hundiendo 2 mm. por año desde su construcción, cosa que no sucedía con la edificación contigua. Coincide también con el extraño patrón del derrumbe, tan vertical y preciso como los que logran los dinamiteros que se ocupan de demoliciones.
Mirando las cosas a la luz del “cambio climático”, ese eufemismo para no decir recalentamiento global, este episodio puede ser como la muerte del canario que llevaban los mineros a los socavones, y que normalmente anunciaba gas grisú, y que había que rajarse. Siguiendo con la ornitología, si a los hechos rarísimos se los llama “cisnes negros”, el derrumbe de este edificio en el Surfside tal vez sea un “cisne gris”, algo que ya no será tan raro.
Daniel E. Arias
(N. de A.: Ayer, viernes 2 de julio, el Departamento de Construcciones de North Miami ordenó la evacuación del edificio residencial Crestview Towers, en North Miami Beach, tras una inspección que detectó condiciones estructurales y eléctricas inseguras.)