El gobierno nacional relanza la construcción de dos nuevas centrales nucleares, en el programa “Proyecto Nacional” dado de baja en 2018. La encargada de desarrollar el plan es la Comisión Nacional de Energía Atómica y su puesta en práctica está en manos de Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA).
Con las dos centrales, la Argentina podrá duplicar la oferta de generación eléctrica nuclear: la subirá a unos 3500 MW (megavatios) de potencia instalada. Con la alta disponibilidad típica de las centrales atómicas modernas, eso generaría el 15% del consumo eléctrico nacional actual.
En lo que va de 2021, la oferta eléctrica del sistema nuclear promedio alcanza a entre el 8 y el 10%, pero es considerablemente mayor en las economías más desarrolladas (el «share» nuclear sueco es del 30%, el británico alcanza el 51%, el ruso está en el 20%, el de Corea del Sur, el 30%, el estadounidense llega al 20%, el francés es del 71%, etc).
Así las cosas, el ing. José Luis Antúnez, presidente de Nucleoeléctrica SA (NA-SA), explica: “Fijarse a futuro ir al promedio general de las naciones desarrolladas y llegar al orden del 15% nuclear sería un buen objetivo”.
Los dos grandes proyectos que NA-SA tiene previstos son la 4° y la 5° centrales nucleares. La primera será una Hualong-1 china de uranio enriquecido y agua liviana, tecnología nueva para la Argentina, y sumará 1150 MW. La segunda será de uranio natural y agua pesada, como todas las centrales nucleares argentinas, de diseño y construcción nacionales, y aportará 700 MW.
Esta máquina tiene nombre en castellano: «Proyecto Nacional». Será conceptualmente muy parecida a Embalse, la central cordobesa. En lugar de recipiente de presión usará tubos de presión, como las centrales emblemáticas de Canadá, las CANDÚ, y las «CANDÚ-like» de la India. Hay también máquinas así en Corea del Sur, China y Rumania.
«En el camino de estas dos centrales, que tienen un plazo de construcción de ocho años cada una, se debería ir planeando lanzar una central cada cinco años; es decir, coincidir con la mitad del plazo de producción de la anterior para aprovechar mejor los recursos”, afirmó el titular de NA-SA.
Las tres centrales nucleares en operaciones -ambas Atucha, la I y la II, además de la citada Embalse- aportan al Sistema Argentino de Interconexión 1700 MW. Se trata de una experiencia tecnológica iniciada en 1967 y que permitió el desarrollo de ingenieros, físicos y químicos nucleares, especialistas en combustibles, en ciencia de materiales, en termohidráulica, en sistemas de control y en técnicas de fabricación y montaje muy especializadas.
Muchos pertenecen a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) o a empresas nacionales del Programa Nuclear, como INVAP, DIOXITEK o la propia NA-SA, pero una cantidad que fue creciendo a partir de 2006 se desempeña en más de 200 empresas privadas, entre grandes y medianas.
La reactivación de la obra paralizada de Atucha II -que debía terminarse en 1987- y su culminación en 2014 implicó la re-calificación como «nucleares» de más de 400 ingenieros de otras especialidades, mayormente en las empresas contratistas privadas. Con un paquete de financiación común a ambas máquinas de la China National Nuclear Corporation (CNNC), los nuevos recursos humanos nucleares argentinos debían empezar a construir la Proyecto Nacional en 2016, y la Hualong-1 en 2018, es decir el orden inverso del que se seguirá ahora.
En 2018 el gobierno del ing. Mauricio Macri dio de baja la central argentina, y retrasó deliberadamente el inicio de obra de la máquina china Hualong-1 hasta el fin de su gobierno. La cantidad de empleos directos y de alta calificación que estaban previstos y que se perdieron, especialmente en el sector metalúrgico, metalmecánico y electromecánico, AgendAR la calcula entre los 7.000 y los 12.000 puestos de trabajo.
El nuevo gobierno nacional tardó un año y cuatro meses en reordenar sus planes nucleares. Si bien volvió a la decisión es construir ambas máquinas, por ahora hay una sola con sitio de emplazamiento asegurado y autorizado por las autoridades de licenciamiento nacionales y provinciales. Está en Lima, provincia de Buenos Aires, en el predio de las Atuchas I y II.
Es difícil que China, tras tantas ideas y vueltas, mantenga su oferta financiera por ambas centrales si no se empieza la obra de la que tiene su tecnología, es decir la Hualong-1. Éste es un producto emblemático de exportación que China quiere mostrar en el único país latinoamericano que alcanzó el grado de exportador de reactores nucleares de investigación: la Argentina. Comercialmente, para China, somos una buena vidriera. Y ellos para nosotros son el único financista posible en condiciones razonables.
Por ende, la máquina que se llamará Atucha III será la Hualong-1. La de diseño argentino, uranio natural, agua pesada y tubos de presión entrará mientras tanto en fase de ingeniería básica y de detalle, y NA-SA irá pidiendo a la industria local sus componentes, e irá estoqueándolos para lanzar la obra civil (excavacíón, cimientos, primeras coladas de hormingón) cuando esté asegurado un número razonable de piezas necesarias para el montaje inicial, y por supuesto, no antes de que se haya acordado su ubicación.
Reciba el nombre que reciba, probablemente ligado a su paradero geográfico, tal vez su fama se deba a que será la única central nuclear de diseño argentino, con posibilidades de ser clonada N veces en territorio propio sin transgredir los acuerdos de transferencia de tecnología firmados con Canadá en 1974, pero también con chances de exportación si hay suficientes innovaciones divergentes legalmente demostrables respecto del modelo CANDU 6, y que además se habrá pagado en pesos.
Con participación china
El inicio de la construcción de Atucha III, la cuarta central atómica de la Argentina, está proyectada para junio de 2022. Presumiblemente, dos años después se haría lo propio con la quinta central, Proyecto Nacional.
Como se dijo, China financiará ambas centrales, aunque su objetivo comercial es mostrar una Hualong-1 funcionando correctamente en Sudamérica. Es una máquina sólida y de buen linaje, heredera mejorada y actualizada de las PWR Westinghouse estadounidenses y sobre todo, de las Framatome francesas. Éstas son las centrales nucleares más estandarizadas y más construidas en la historia, y por ende también las más baratas midiéndolas por el costo del megavatio instalado, y las que explican ese 71% de «share» nuclear en la producción eléctrica de Francia, y además una performance de más de 40 años sin accidentes.
Hay varias Hualong-1 en construcción en China y Pakistán, una en estudio en el Reino Unido, una ya comercialmente operativa en China (Fuqing 5) desde febrero de este año, y otras dos a que entrarán en operaciones en Fangchenggang, región autónoma de Guangxi. Hay 4 más en construcción en las provincas de Fujiang y de Guangdong. China parece decidida a seguir con este diseño de 1150 MW una trayectoria parecida a la de la Francia de Jacques Mitterrand, allá en los ’80, con la Framatome de 900 MW: clonarla y repetirla en todo el territorio nacional, y volverla un símbolo de un país relanzado al status de economía del conocimiento, una exportación icónica.
La irrupción de China dentro del pequeño mercado nuclear sudamericano es resistida por los partidos y facciones históricas del estado que prefieren un alineamiento diplomático y tecnológico con los EEUU. No carecen de representantes dentro del oficialismo. Por algo, entre la asunción del presidente Alberto Fernández y la designación de nuevas autoridades nucleares -y de nuevos planes- hubo un parate de 16 meses, durante los cuales no pasó absolutamente nada, salvo la continua pérdida de recursos humanos re-iniciada en 2016.
Sobre el asunto, Antúnez aseguró que “en un panorama realista, nuestra idea es cerrar el contrato con la contraparte china hacia fin de este año y en los siguientes seis meses hay que completar los prerrequisitos para acomodar el proyecto dentro del tratado país-país, porque no nace de una licitación pública internacional.
«Se deben determinar la razonabilidad del precio, las condiciones concesionales favorables para el financiamiento y las condiciones técnicas -señala el constructor de Atucha II.
«Todo eso va a llevar otros seis meses. Con lo cual, el inicio del proyecto cuarta central en el terreno se puede estimar en junio 2022, y a partir de ahí son ocho años de construcción”.
Con todo, “las dos centrales sumarán 1800 MW a nuestra potencia instalada, que implica, prácticamente, duplicar lo que tenemos hoy”, concluye Antúnez.