«Si no se cortan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, es imposible contener el recalentamiento del planeta que está alterando el clima. Una reducción rápida, profunda, incluso inmediata”, exige el Panel Científico de la ONU (IPCC) en su último informe.
Los cálculos que muestra esta evaluación global sobre mitigación del cambio climático no engañan. Contener el calor extra de la Tierra en 1,5ºC implica, físicamente, que, como muy tarde en 2025, las emisiones de CO2 caigan y en 2030 sean la mitad. “Estabilizar la temperatura exige que haya emisiones netas cero en 2050”, repiten los científicos del IPCC. La diferencia en cuanto a daños que supone detener el calentamiento en 2ºC en lugar de 1,5 es muy significativa. Implica admitir demasiados efectos irreversibles para la salud, la seguridad y los ecosistemas.
La cuestión es que los números no cuadran. Por un lado, entre 2010 y 2019, el promedio anual de emisiones de gases invernadero ha estado en su máximo así que la acumulación en la atmósfera no ha parado de crecer. Por otro, las políticas actualmente puestas en marcha por los países, lejos de atajar el calentamiento del planeta a 1,5ºC o, al menos, 2ºC al final de siglo predicen un incremento de las emisiones más allá de 2025 y, por lo tanto, “el recalentamiento se irá a 3,2ºC”.
“Es ahora o nunca. Sin esas reducciones en todos los sectores implicados será imposible”, ha asegurado el codirector de la investigación, Jim Skea , que ha remarcado que el cambio climático es “el resultado de más de un siglo de uso insostenible de la energía y el terreno, además de los modelos de consumo y producción”.
El calentamiento del futuro depende del presente
Es una cuestión de ahora o nunca porque el pico de calentamiento que experimentará la Tierra en futuras décadas depende directamente de la acumulación de gases de efecto invernadero que provocan actualmente las actividades humanas. El CO2 que se libera ahora mismo –que dura activo cientos de años– se suma al que se liberó desde finales del siglo XIX a lo que se le añade, por ejemplo, el metano, para espesar la costra gaseosa que retiene el calor en el planeta.
El informe destaca que los recortes en las emisiones, el abandono de los combustibles fósiles y el cambio hacia fuentes de energía limpia son “la única opción real de evitar un cambio climático desbocado”, analiza la red Climate Action Network que aúna a 1.500 organizaciones de todo el mundo.
“Alcanzar y mantener unas emisiones netas cero hace que el calentamiento vaya declinando después de marcar su máximo”, indican los investigadores. Pero, al mismo tiempo, se ha comprobado que la acumulación de emisiones que conllevarán las infraestructuras de combustibles fósiles existentes y planeadas excede la que permitiría limitar el calentamiento en 1,5ºC.
Todas las fórmulas posibles para conseguir el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5ºC o 2ºC extras pasan por eliminar gran parte de los combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón de la generación de energía. “Todos los modelos incluyen pasar de esos combustibles a fuentes renovables o que tengan sistemas de captura de carbono”, dice el informe.
Lo del sistema de captura es una estrategia desplegada por los productores de combustibles fósiles que afirman que pueden atrapar las emisiones de CO2 y que no se instalen en la atmósfera. El informe dice que, para que esto funcionara, deberían capturar el 90% de las emisiones de plantas térmicas y el 50-80% de las fugas de metano.
En este sentido, el IPCC explica que los costes de generar electricidad con fuentes renovables se han abaratado constantemente desde 2010. El coste por megavatio de la energía solar ha caído un 85% y el de la eólica un 55%, indica el trabajo.
También se apunta a la economía circular de materiales para no mantener la dinámica de extracción, uso y desperdicio que, a la larga, impone emisiones de CO2.
Nos encontramos en una encrucijada. De las decisiones que tomemos ahora depende conseguir un futuro vivible
“La manera de funcionar de las ciudades son una fábrica de CO2. Puede recortarse, para empezar, con el cambio a modelos de transporte urbano más eficientes: los vehículos eléctricos alimentados por fuentes limpias son los que más posibilidades de reducción ofrecen”. El IPCC admite que los biocombustibles sostenibles y otros productos como el hidrógeno pueden servir para atajar los gases de la aviación, el transporte marítimo y el trasporte pesado por carretera.
En cuanto a la construcción hay mucho campo: los edificios, tanto los que ya existen como los que vayan a levantarse, deberían estar pensados para no provocar emisiones de CO2. Utilizar electricidad renovable, impedir las fugas y conseguir que demanden menos energía.
Los científicos del IPCC insisten en que “la evidencia es cristalina”. “El momento de actuar es ahora y pueden rebajarse a la mitad las emisiones para 2030”. Nos encontramos en una encrucijada“, resume el jefe del IPCC Hoesung Lee. ”De las decisiones que tomemos ahora depende conseguir un futuro vivible“.
Comentario de AgendAR:
Esta nota de Diario.AR transmite el consenso prácticamente unánime de los expertos en las ciencias de la atmósfera, con la intensidad de las organizaciones ambientalistas.
Pero… la invasión de Ucrania ha cambiado las prioridades de los gobiernos, aún de los más favorables a este enfoque. La agencia Deutsche Welle presenta este mismo informe con un título menos inquietante «Lograr la neutralidad de carbono es «complicado, pero posible», concluye panel de la ONU».
Por otro lado, en un país interesado en la protección del ambiente, como Australia, una parteimportante de sus exportaciones es… carbón.
Resumiendo: si se encara en serio la descarbonización, los «verdes» deberán repensar sus tabúes en forma realista. Por ejemplo, Alemania tendrá que dejar de lado su superstición antinuclear.