La Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) presentó una plataforma con más de 5.000 fotografías, videos, mapas, archivos sonoros, ilustraciones y hasta croquis que apuestan a una recuperación ambiental, histórica y cultural de un área en la que viven 4,5 millones de argentinos.
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Ellos miran a la cámara entre el candor y la sorpresa, como quien se asoma a una ventana que promete algo extraordinario. Unos pasos más atrás ellas salen por un portón grande, abierto de par en par. Sonríen. A un costado, el único hombre que da la espalda. A contracorriente de la multitud que sale de fábrica mira hacia adentro, como buscando a alguien. Es 17 de abril de 1942. Es un día cualquiera. Un instante irrepetible. Los obreros de la textil Piccaluga, en Barracas, salen de trabajar. Van al encuentro del Riachuelo, el río que siempre estuvo ahí. Cómo las máquinas, el trabajo, la vida misma.
La imagen forma parte de los más de 5.000 archivos, entre fotos, mapas, filmes, audios y croquis que forman parte de la plataforma que el Centro Documental de la Cuenca Matanza Riachuelo presentó eL jueves pasado y desde la que se puede recuperar la historia, la cultura y el imaginario del río que a lo largo de 64 kilómetros atraviesa parte de la provincia de Buenos Aires para desembocar en el Río de la Plata, una de las cuencas más importantes de la Argentina.
Carta de la Provincia de Buenos Aires 1824. Fuente: Biblioteca Nacional.
“Sanear un río, el Matanza Riachuelo, no es sólo ocuparse del agua y de las cuestiones de saneamiento sino también de la cultura, el patrimonio, la historia y los imaginarios en torno a ese río, porque eso es también parte de su recuperación”, dice Lorena Suárez, coordinadora de Cultura y Patrimonio de ACUMAR y responsable de la iniciativa.
Una propuesta que busca mostrar que junto a ese río que supo ser sinónimo de contaminación y daño ambiental hubo modos de vivir y de estar, cotidianidades y grandes obras de infraestructuras, paradigmas de trabajo y progreso, modos de cuidar y de dañar. Una forma de recuperar más de siglo de historia, pero también de imaginar un futuro diferente.
En la cuenta alta (Cañuelas, Las Heras, Marcos Paz, San Vicente) el Matanza Riachuelo no tiene un tramo principal sino una serie de arroyos ramificados que desembocan en el cauce principal del río que, cuando nace, se llama Matanza y en su desembocadura, después de Puente La Noria, se denomina Riachuelo.
La cuenca recorre catorce municipios bonaerenses: Lanús, Avellaneda, Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, La Matanza, Ezeiza, Cañuelas, Almirante Brown, Morón, Merlo, Marcos Paz, Presidente Perón, San Vicente y General Las Heras. Y atraviesa toda la Comuna 8 y parcialmente las comunas 1, 3, 4, 5, 6, 7, 9 y 10 de la Ciudad de Buenos Aires.
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“Existen imaginarios negativos, un imaginario donde está todo perdido, a mucha gente incluso le cuesta imaginar usos en torno al río, y la cultura viene a trabajar para revertir eso, con la posibilidad de recuperarlo”, explica Suárez al detallar los objetivos del Centro Documental, que ya lleva dos años de trabajo.
El proyecto tuvo que enfrentar distintos desafíos. El principal fue el tiempo. Acumar fue creado recién en noviembre de 2006 para sanear la cuenca Matanza Riachuelo, contaminada durante décadas y décadas por ser destinataria de desechos industriales y cloacales, además de depositaria de residuos. La cuenca es una de las áreas más pobladas e industrializadas del país.
El material de archivo del que disponía el ente tripartito databa de poco más de una década, aunque necesitaba recorrer más de un siglo. Para salvar esa distancia articuló con diversos organismos públicos e instituciones, como el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, Radio y Televisión Argentina, el Archivo Nacional de la Memoria y el Museo Benito Quinquela Martín, pero también con instituciones y colecciones privadas, como Archivo Vaggi o Croquisteros Urbanos.
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“Lo que fuimos a buscar en los archivos fue la mirada de un río que se está recuperando. Y encontramos materiales vinculados al trabajo, la navegabilidad, los usos, los paisajes, las intervenciones, los meandros, las rectificaciones, a las grandes obras, y a todo lo que fue la Argentina del último siglo”, explica Suárez.
A través del camino de la cooperación los materiales en torno a la cuenca comenzaron a multiplicarse. Y también a catalogarse, fundamentalmente con la colaboración de la Biblioteca Nacional. Y todos esos archivos, a su vez, a ser vinculados con la plataforma del Centro, desde la cual hoy se puede acceder a un reservorio tan vasto como diverso.
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Así, y con un solo clic, se puede acceder a verdaderos tesoros. Fotos de la estación Constitución, del puerto a mediados del siglo XIX, planos, croquis y documentación sobre el crecimiento de la actividad portuaria o acerca de las inundaciones en La Boca durante los años 40.
Todo eso, y más, forma parte de los registros gráficos, audiovisuales y sonoros clasificados según el organismo o institución de pertenencia. Otra opción que brinda la plataforma es acceder al material de archivo por tema, utilizando un buscador.
La Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar) es un organismo público creado en noviembre de 2006 a través de la ley 26.128. Esta fue consecuencia de la Causa Mendoza, demanda cursada ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para el saneamiento y recomposición del ambiente de la Cuenca.
Acumar es un ente autónomo, autárquico e interjurisdiccional. También es tripartito, ya que articula el trabajo de los tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: Nación, Provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires.
Además, tiene un Consejo Directivo, hoy presidido por Martín Sabbatella, que integran representantes de los estados nacional, provincial y porteño. También convoca a la Comisión de Participación Social, integrada por organizaciones que representan a la sociedad civil.
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La mayor parte del archivo está compuesto por fotografías que dan cuenta de los distintos momentos de la cuenca. Entre escenas de la vida cotidiana, se puede recuperar lo que significó el río y también imaginar lo que puede ser.
“Si en algún momento se pescó, se navegó, se nadó, se pudo pasear y hacer actividades recreativas, por qué no imaginarnos que eso puede volver a ser posible. Si imaginamos eso podemos reclamar por su recuperación y aportar a ella como habitantes de la cuenca”, asevera Suárez.
Entre las curiosidades que nos entrega el material se destacan numerosos mapas, alguno de ellos dibujados. “Hay croquis y mapas antiguos muy interesantes que permiten ver cómo fue la intervención en la cuenca, las grandes obras, los usos que se pensaban”.
“Cuando el río se rectifica -explica Suárez-, porque era meandroso, se estaba pensando en una navegación de gran calado. Todas estos registros nos permiten pensar el lugar que ocupó el Matanza Riachuelo y lo que pudo albergar”.
Pero la cuenca es mucho más que un río. “Además del tramo principal, que es el río Matanza Riachuelo, sumamos material gráfico y audiovisual de gran parte de sus arroyos, que están un poco olvidados en tanto afluentes de la cuenca”.
“En su momento -detalla- eran cauces de agua silvestres, abiertos, donde se podía ir a pescar e incluso a pasar”.
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El principal desafío para la Cuenca Riachuelo Matanza es alcanzar su saneamiento y lograr una recomposición del ambiente. En poco más de 2047 kilómetros cuadrados, desde la naciente de los arroyos bonaerenses Cañuelas, Cebey y Rodriguez hasta la desembocadura en el Río de la Plata, viven unas 4.5 millones de personas, que representan el 10% de la población del país.
“Cuando hablamos de lo ambiental no sólo nos referimos a la vegetación o a una huerta, sino también a lo social, a la cultura, al patrimonio, a las cuestiones de género, al acceso a derechos, ya que el ser humano es parte de ese ambiente, tanto cuando lo daña como cuando lo nutre y desarrolla”, considera Suárez.
Y agrega: “Estamos ante el conflicto ambiental más importante, más profundo, de nuestro país. Esto significa que allí hay una historia, una cultura, una mirada, una forma de vivir, una forma también de contaminarlo. Y la cultura está vinculada a esto. El paradigma ambiental hoy, como antes el del trabajo o el del progreso, está vinculado a esto”.
Siendo una parte esencial de catorce municipios bonaerenses y atravesando nueve comunas porteñas, la suerte de la Cuenca es también la de sus habitantes. “Revertir todos esos años de contaminación es muy costoso. No solo en términos económicos sino también en la afectación de recursos humanos y naturales. Eso es lo que puede aportar la cultura: vivir al lado de un río tiene que ser visto como algo positivo”, acota la encargada del proyecto.
“El Estado -subraya- debe garantizar que si vos te acercás al río no te enfermes, que puedas tener una experiencia positiva. La historia, el patrimonio y la cultura pueden ayudarnos que esto sea posible”.
El lanzamiento del Centro Documental fue solo la primera etapa. Acumar prevé seguir recopilando material para ampliar la plataforma a través de registros en poder de coleccionistas privados, fotográfos, medios de comunicación y particulares.
“Nuestra idea es que en la nueva etapa el Centro Documental se nutra de los aportes de instituciones, universidades e incluso clubes de barrio, que puedan compartir su material. El Rioachuelo fue cuna de los inmigrantes. Allí se crearon, por ejemplo, clubes de fútbol, que tienen mucho material. A todos ellos vamos a invitar a sumarse”, adelanta Suárez.
Y cuenta: “El otro día encontramos una publicidad de Rafaela Carrá que se filmó en La Boca. Fue algo que marcó una época. Era un lugar donde pasaban un montón de cosas. Eso es lo que nos interesa recuperar: la vida y la cultura del Matanza Riachuelo”.
Y tal vez así, un día, el río vuelva a ser río. Y la vida a su alrededor algo que más que un esfuerzo de supervivencia.
Comentario de AgendAR:
Valoramos el esfuerzo y el talento que se volcó en esta plataforma. Porque es la memoria de un tramo muy importante de la vida argentina. Y de las vidas de sus habitantes.
Pero hay algo que nos sentimos obligados a señalar. Para recuperar la cuenca Matanza-Riachuelo, el requisito inicial es dejar de contaminar. Eso todavía no se está haciendo. No puede hacerse, porque la mayor parte de las actividades no tienen los recursos, la rentabilidad necesaria para los procesos de decontaminación necesarios. Las autoridades locales, los municipios lo saben, y no se deciden a exigirlas.
Esta situación debe ser encarada con una política que tome en cuenta todos los factores. Algo se ha empezado en esa dirección, pero los responsables deben explicar a la ciudadanía los problemas y el desafío.