La soja, académicamente conocida como Glycine max, es una planta leguminosa que se cultiva por sus semillas y su alto contenido de aceites y proteínas. En este momento, en 130 millones de hectáreas del mundo están creciendo estas plantas y Argentina alberga el 10 por ciento de este total mundial, con una extensión de siembra equivalente a la superficie completa de la provincia de Santa Fe.
Todas las plantas están expuestas a enfermedades que dificultan su desarrollo o incluso pueden causarles la muerte, y la soja no es la excepción. Aproximadamente el 20 por ciento de las pérdidas anuales en soja se deben a las enfermedades que afectan al cultivo, entre las cuales, las de origen fúngico son las de mayor impacto.
En un estudio que apunta a ayudar a resolver este problema, investigadores e investigadoras del CONICET en la división de microbiología del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR) y en el Laboratorio de EcoFiosología Vegetal del Instituto de Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR, CONICET-UNR) pudieron reportar por primera vez el efecto que tienen las bacterias del género Streptomyces sobre el rendimiento y el control de enfermedades producidas por hongos en plantas de soja.
Estos estudios, publicados recientemente en la revista Biological Control, muestran que la inoculación de semillas de soja con Streptomyces eurocidicus no sólo protege al cultivo de infecciones por hongos de gran impacto, sino que también promueve su crecimiento y desarrollo.
De acuerdo con el equipo de investigación, el trabajo pone de relieve la importancia de generar alternativas al manejo fitosanitario, históricamente basado en la aplicación de agroquímicos nocivos para el ambiente y la salud humana.
“Para el control de las enfermedades fúngicas en plantas, las técnicas de manejo tradicionales son la rotación de cultivos, para que los patógenos no se enquisten en la tierra, la resistencia genética y el tratamiento con antifúngicos químicos”, explica Eduardo Rodríguez, investigador del CONICET en el IBR, y agrega: “Hoy en día, se está tratando de evitar el uso de agroquímicos, con esa idea surgió el uso del control biológico con bacterias u hongos”.
Esta estrategia de control es una alternativa para el manejo de enfermedades que apunta a utilizar organismos biológicos capaces de disminuir los efectos deletéreos que causa un patógeno sobre el crecimiento y la productividad de un cultivo. De esta manera, el control biológico permite reducir el uso de agroquímicos y evitar al mismo tiempo la generación de resistencia y la aparición de plagas secundarias.