La decisión de los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de suspender temporalmente las patentes de las vacunas anticovid es un acto simbólico cuyo alcance real todavía es impreciso.
Tras casi dos años de negociaciones, los 164 países de la OMC alcanzaron ayer 17 de junio ese pacto “sin precedentes”, que permite a los países en vías de desarrollo fabricar durante cinco años las vacunas contra el coronavirus, sin pagar regalías.
La decisión incluye la tecnología del ARN mensajero, una novedad científica desarrollada en los tratamientos contra la pandemia. Los países que lo deseen podrán utilizar ese método sin tener que contar con la autorización del laboratorio que hizo el desarrollo. Organizaciones no gubernamentales y potencias regionales como Sudáfrica e India reclamaban ese derecho.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque el 60% de la población mundial ha recibido dos dosis de vacuna anticovid, la situación es muy desigual. En Nigeria solamente ha sido vacunada el 8% de la población, menos del 5% en Camerún, el 17% en Libia.
El statu quo actual “equivale a un sistema de apartheid vacunatorio”, según Tendayi Achiume, relatora especial de la ONU sobre discriminaciones.
Es la primera vez que se adopta una suspensión de patentes en el seno de la OMC, aunque aprobó medidas equivalentes. En 2001, la organización votó la creación de un mecanismo de licencia obligatoria sobre los tratamientos de triterapia contra el VIH, es decir, la autorización para los países en desarrollo de utilizar de reproducir esas fórmulas farmacéuticas, aun sin el acuerdo de sus creadores.
Eso permitió disminuir el precio de los tratamientos, aunque los laboratorios mostraron su descontento.
Este nuevo acuerdo supone “un paso hacia adelante” respecto a las licencias obligatorias que se crearon jurídicamente en 2001, explica Francois Pochart, del Gabinete August Debouzy.
“Los Estados pueden decidir por si mismos, sin tener que hacer una demanda. La verdadera novedad es que la derogación permite también al país que va a producir la vacuna exportar a otros mercados, hacia otro miembro que sea admisible, y no solamente para su propio país”, explica.
La reacción de las farmacéuticas
La industria farmacéutica advirtió que la producción de vacunas ya es muy elevada. A mediados de junio ya se habían producido cerca de 14.000 millones de dosis en todo el mundo, según información de la agencia AFP.
Algunos productores, como el gigantesco Serum Institute de India, decidieron incluso interrumpir su producción, ante la falta de demanda.
El problema desde el principio fue la distribución. Numerosos países productores bloquearon las exportaciones en nombre de la soberanía sanitaria, resalta Thomas Cueni, director general de la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA). “Eso no ha sido tratado correctamente por la OMC”, denuncia.
Y además subsisten los problemas de logística para distribuir medicamentos que requieren cuidados especiales, a causa de su sensibilidad a las variaciones de temperatura.
“Simplemente es demasiado tarde” para que se abran nuevas fábricas, opinó el ministro indio de Comercio en la OMC, Shri Piyush Goyal.
“Estamos decepcionados de que no se haya podido alcanzar una verdadera derogación de la propiedad intelectual (…) que cubra todas las opciones médicas contra el Covid-19, en todos los países”, añade por su parte el doctor Christos Christou, presidente de Médicos sin Fronteras, en un comunicado.
La polémica en Argentina:
Tras la decisión, la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (Caeme) expresó a través de un comunicado “la importancia de los desarrollos amparados por la propiedad intelectual que, lejos de impedir la innovación, resultan esenciales para el descubrimiento de nuevos tratamientos y curas”.
La Cámara pidió que “los Estados y la industria deben trabajar en conjunto para abordar los verdaderos cuellos de botella en torno a los nuevos tratamientos y vacunas contra el Covid-19, incluidas las trabas burocráticas y dificultades en la cadena de suministro”.
La entidad remarcó: “Las vacunas contra el Covid-19 hoy disponibles y que nos permiten pensar en una salida de la pandemia, existen gracias a la propiedad intelectual y otros incentivos que impulsaron en 2020 su investigación y desarrollo, en tiempo récord y con un altísimo riesgo”.
CAEME está integrada por 41 empresas farmacéuticas y biotecnológicas de I+D de la Argentina, Australia, Japón, Estados Unidos y Europa. Con 97 años de trayectoria, es la entidad que en Argentina reúne a la mayoría de los laboratorios extranjeros, es la primera cámara del sector fundada en América Latina.
Al momento de actualizar esta nota, no había información sobre la actitud de CILFA, la cámara que reúne a la mayoría de los laboratorios nacionales.