Nucleoeléctrica y el Instituto Nacional del Agua: la licencia ambiental para proyectos nucleares

Nucleoeléctrica Argentina firmó con el Instituto Nacional del Agua (INA) un convenio marco de cooperación sobre la gestión sostenible de los recursos hídricos, un paso adelante en la obtención de la licencia ambiental de los proyectos nucleares argentinos.

Del convenio firmado se desprenden dos acuerdos específicos destinados a la realización de estudios ambientales, desarrollos tecnológicos e investigaciones hidrológicas.

Se firmaron en la sede central de la empresa y contó con la participación del presidente de Nucleoeléctrica Argentina, José Luis Antúnez, junto a todo el Directorio. Por parte de INA estuvieron presentes su presidente, Juan Carlos Bertoni, y Máximo Lanzetta, gerente de Programas y Proyectos del INA.

El primer acuerdo suscripto tiene como objetivo la obtención de las Declaraciones de Impacto Ambiental (DIA) para el Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear Atucha I y para el Proyecto Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Gastados II (ASECGII), además de la obtención de la certificación de la Prefactibilidad Hidráulica para el proyecto Central Nuclear Atucha III.

Rl segundo acuerdo tiene previsto la realización de investigaciones para obtener modelos de comportamiento posible del caudal del Río Paraná de las Palmas, del cual se sirve el sitio Atucha para la refrigeración de las plantas. Estos estudios colaborarán en la toma de decisiones para la operación de las centrales y en la generación de herramientas que permitan evaluar distintos escenarios hidrológicos.

Luego de la firma, Antúnez señaló: “En el pasado, estos servicios se contrataron en el exterior, o en privados, pero el sector público nacional cuenta con grandes capacidades intelectuales para realizar estos estudios”.

Por su parte, Juan Carlos Bertoni expresó: “Este acuerdo abre un horizonte de oportunidades para el país en materia energética y autonomía”.

Antúnez también resaltó el rol fundamental de los proyectos nucleares para el abastecimiento eléctrico del país y en la transición energética. «Son fundamentales para poder reducir la emisión de CO2, objetivo ambiental urgente para la humanidad».

 

Comentario de AgendAR:

Este comunicado de NA-SA tiene al menos dos puntos claves:

1) A la luz de lo que sucede en Francia, está clara la necesidad de evaluar cuáles son las nuevas mínimas de estiaje (merma de caudal) del Paraná. En Francia, algunas centrales nucleares enfriadas por el Ródano debieron apagarse por un combo de estiaje jamás visto antes y calentamiento del agua debido a las olas de calor. Técnicamente, las centrales francesas sobre el Ródano podrìan seguir funcionando, pero dejarían una «pluma de calor» aguas abajo que contribuiría a la eutrofización del río.

En criollo derecho, eutrofización significa un «boom» de algas generalmente unicelulares e indeseables, como las cianófitas. No hay como una floración de estas algas con pinta de moco azulado para matar la fauna acuática existente, y dejar knock-out las plantas potabilizadoras existentes aguas abajo de las centrales. Pueden eliminar las algas, a gran costo, pero rara vez eliminar el sabor horroroso del agua, e incluso algunas neurotoxinas poco recomendables que vienen con algunas especies.

Es difícil que incluso en años de estiaje extremo como han sido 2021 y 2022 tengamos un escenario siquiera parecido en Argentina: el Paraná en años normales tiene un caudal medio anual de 17.290 m3/s y el Ródano apenas 1.710 m3/s. Son 10 Ródanos para hacer una Paraná.

Pero se requiere un estudio del Instituto Nacional del Agua para que estime cuáles podrían ser las nuevas máximas y mínimas de caudal del Paraná de aquí a fines de este siglo, aunque el cálculo sea muy tentativo porque la evolución de todo el clima es la que está en movimiento. Y especialmente hay que predecir el futuro del famal llamado «de las Palmas», que es el que refrigera las centrales Atucha I y II, ubicadas en lo alto de su barranca derecha. Es el mismo brazo que deberá refrigerar tambièn la III y el CAREM.

Las centrales de hoy (Atucha III y el CAREM) tienen una vida prevista operativa de al menos 60 años, y las de ayer (las Atuchas I y II) probablemente atraviesen procesos de extensión de vida útil que podrían llevar a darles casi un siglo en operaciones. Esto obliga a tomar previsiones sobre las fluctuaciones de estiaje y avenida de muy largo plazo.

Hasta que en invierno volvió a llover sobre la cuenca superior del Paraná, en Brasil, el río atravesó una baja extrema. NA-SA debió bajar la profundidad de las bocatomas de las dos Atuchas en servicio para garantizar que el caudal y la temperatura del agua usada para refrigerar los circuitos secundarios de ambas maquinas siguieran dentro de los parámetros técnicos.

La pluma de agua caliente generada por ambas Atuchas sobre el Paraná siguió siendo mínima, si se considera la baja potencia total del complejo actual (unos 3300 MW térmicos) en relación al caudal de este brazo del 7mo. río de la Tierra, según los m3/segundo que mueve, que es el Paraná.

Por ahora no hay perspectivas de afectación térmica o biológica aguas abajo de las Atuchas. Pero éste es un país mayormente árido, con pocos ríos verdaderamente caudalosos, y no le sobran costas fluviales donde instalar centrales nuevas. Para tomar decisiones al respecto se necesita una perspectiva climatológica larga.

2) Lo interesante, lo lógico y también lo raro es que este estudio se contratara con el INA, antes llamado INCyTH (Instituto Nacional de Ciencias y Tecnologìas Hìdricas) y no con alguna consultora privada del Hemisferio Norte. Este instituto existe desde 1973. No hay en el mundo otras instituciones con mayor o mejor conocimiento del Paraná, y con mejores conexiones con organizaciones afines, como el Servicio Meteorológico Nacional, ahora dotado de nuevas supercomputadoras de modelización matemática. El INA tiene una relación privilegiada con las carreras de Climatología de las universidades nacionales, y en materia de observación de la Tierra, con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

En viejas visitas al INA, cuando todavía se llamaba INCyTH, pude ver hasta un modelo físico a escala del Paraná a la altura de Yacyretá, para predecir el impacto de la represa, entonces en construcción, sobre los patrones de erosión, sedimentación e inundación. Era un Paraná en miniatura, probablemente con mayor capacidad predictiva que un modelo matemático, y ocupaba el espacio de una playa de estacionamiento de hipermercado.

Dólares que nos ahorramos, además. Éste es un país donde las empresas públicas tienen una vieja tradición de obviar al sistema científico nacional y contratar a consultoras externas para saber adónde están paradas, o para que les den diagnósticos o pronósticos que ya saben, o para que les digan el que necesitan para justificar medidas raras.

De lo local, el sistema científico nacional sabe más. Y no se vende.

Daniel E. Arias