Cómo afectara el cambio climático a Buenos Aires y otras cuidades costeras

Un nuevo mapa interactivo permite ver qué áreas del mundo podrían sufrir ante el aumento del nivel de los mares, provocado por el cambio climático, un panorama desolador que podría llegar a hacer desaparecer vastas áreas de la costa argentina nada menos que en el año 2050 si la situación climática continúa empeorando.

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El mapa, creado por Climate Central, permite ver los efectos que el crecimiento del nivel de los océanos tendrían en el mundo, y muestran el alcance de las aguas sobre la costa de la provincia y la Ciudad de Buenos Aires.
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Este mapa revela las localidades costeras de la provincia, además de partes de la Ciudad de Buenos Aires, que podrían tener que ser abandonadas masivamente debido al aumento del nivel del mar y la erosión de las costas.
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Entre esas áreas se La Plata, la zona costera del Conurbano bonaerense, las costas del Río de La Plata sobre la Ciudad de Buenos Aires. Además, un aumento del nivel del mar de 5 metros podría hacer desaparecer toda la costa bonaerense desde el Delta del Paraná hasta Mar del Plata.
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Los mapas de inundaciones costeras y aumento del nivel del mar de Climate Central se basan en la ciencia revisada por pares en revistas líderes. Muestran las áreas de tierra proyectadas para estar por debajo del nivel de inundación anual para 2050.
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Cuáles son las ciudades de la costa argentina amenazadas por el aumento del nivel del mar
Según los expertos en clima de la ONU (IPCC), el nivel del mar aumentó entre 15 y 25 cm entre 1900 y 2018, y se espera que suba otros 43 cm para 2100 en un planeta que ya experimentó un alza de casi 2 ºC de temperatura en comparación con las de la era preindustrial, es decir anterior a 1830.  Sin embargo, podría aumentar 84 cm si el planeta se calienta +3 °C o +4 °C respecto de esa línea de base.
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La subida de las aguas puede agravarse por la subsidencia geológica natural de algunas riberas marítimas, algo independiente del clima. Pero en todos los casos va acompañada de un aumento de las tormentas y de las inundaciones en áreas costeras.
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Esta misma semana, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, había advertido del riesgo de un éxodo «de proporciones bíblicas» en ciudades costeras como Buenos Aires debido al aumento del nivel del mar provocado por el calentamiento global.
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«El peligro es particularmente grave para casi 900 millones de personas que viven en zonas costeras bajas, una de cada 10 personas en la Tierra», dijo Guterres. «Las comunidades que viven en áreas bajas y países enteros podrían desaparecer para siempre. Estaríamos presenciando un éxodo masivo de poblaciones enteras, de proporciones bíblicas».
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Algunos estados insulares pequeños y escasamente poblados van a desaparecer por completo. Pero el impacto sobre los continentes del aumento del nivel del mar, causado por el derretimiento de los glaciares, la expansión de los océanos por temperaturas más altas y ahora principalmente por el derretimiento de los casquetes polares, va mucho más allá.
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«Sea cual sea el escenario, países como Bangladesh, China, India y Países Bajos están todos en riesgo», alertó Guterres. «Megaciudades en todos los continentes sufrirán severos impactos, como El Cairo, Lagos, Maputo, Bangkok, Dhaka, Yakarta, Bombay, Shanghái, Copenhague, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Buenos Aires y Santiago«, detalló.

El colapso de los hielos polares podría adelantar el desastre

Las capas de hielo del planeta podrían derretirse y elevar varios metros el nivel de los océanos con un aumento del calentamiento climático de apenas 0,5 grados, según estudios recientes que ponen de relieve interacciones meteorológicas hasta ahora ignoradas.

Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida perdieron más de 500.000 millones de toneladas anuales desde el año 2000, equivalentes a seis piscinas olímpicas cada segundo.

Pero los modelos climáticos subestimaron hasta ahora su contribución a la subida del nivel del mar ya que solo se tomó en cuenta el aumento de las temperaturas y se ignoraron las interacciones entre la atmósfera, los océanos, las capas de hielo y algunos glaciares.

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Un estudio de investigadores de Corea del Sur y Estados Unidos estableció que si se mantenían las actuales políticas climáticas, el derretimiento de la capa de hielo en la Antártida y en Groenlandia provocaría una subida del nivel del mar de aproximadamente medio metro de aquí a 2050.

Pero esto es si el sistema climático responde en forma lineal y predecible, y puede no hacerlo por obra de varios «tipping points», puntos de desequilibrio, que abren paso a escaladas de recalentamiento autosostenidas. Un ejemplo claro son las emisiones de metano del permafrost (suelo congelado todo el año) de la tundra ártica.

El permafrost se descongela y origina decenas de miles de lagos con vegetación fósil, cuya descomposición estuvo frenada durante miles de años. Pero al volver a estar en un medio acuático, se pudre y emite metano. Éste es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el C02 (dióxido de carbono), y su entrada en la atmósfera planetaria puede causar disparadas de temperatura que derretirán más y más permafrost, con emisiones cada vez mayores de metano. Este «tipping point» ya parece que lo hemos superado, y hay un ciclo de realimentación de límites impredecibles. El del metano de la tundra es un ejemplo más, hay otros.

La cuestión es que este tipo de forzantes impredecibles podrían aumentar la altura de los mares en 1,4 metros sobre el nivel actual en el peor escenario, que implica mayores emisiones de gases de efecto invernadero. Y como se ve en el caso de la tundra, las emisiones antrópicas, causadas por la humanidad, pueden llegar a ser controlables. Pero cuando éstas desencadenan ciclos cerrados de realimentación de emisiones naturales, las cosas pueden pasar de crisis a catástrofe a gran velocidad.

Los expertos basaron sus predicciones en función de los distintos escenarios planteados por los expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas.

La investigación, publicada esta semana en la revista Nature Communications, precisa también cuándo podría acelerarse el derretimiento incontrolable de las capas de hielo y de los glaciares.

«Nuestro modelo establece umbrales de entre 1,5 °C y 2 °C de calentamiento -siendo 1,8 °C nuestra mejor estimación- para la pérdida acelerada de hielo y la subida del nivel del mar», explicó Fabian Schloesser, de la Universidad de Hawai, coautor del estudio.

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Las temperaturas ya aumentaron casi 1,2ºC en todo el mundo desde la era preindustrial.

Los científicos saben desde hace tiempo que las capas de hielo de la Antártida Occidental y de Groenlandia -que podrían elevar el nivel del mar hasta 13 metros a largo plazo– tienen «puntos de inflexión» más allá de los cuales su desintegración, caída al mar y derretimiento es inevitable. Pero nunca se habían identificado con precisión las temperaturas asociadas a este fenómeno.

Otros estudios publicados este semana en Nature muestran por otro lado que el glaciar de Thwaites, en el oeste de la Antártida, se está fracturando mucho más rápido de lo esperable. Este glaciar, del tamaño de Gran Bretaña, ya se redujo 14 km desde los años 90, pero el fenómeno no se comprendía bien por falta de datos, y por ende no se podían hacer predicciones.

Acaban de aparecer datos nuevos. Una expedición de científicos británicos y estadounidenses perforó un agujero de una profundidad equivalente a dos torres Eiffel (600 metros) a través de la gruesa lengua de hielo empujada por Thwaites en el mar de Amundsen, tomaron muestras de las corrientes bajo el glaciar, midieron sus temperaturas e incluso hicieron navegar un robot con forma de torpedo bajo la banquisa, y registrando en forma visual el efecto del agua caliente sobre el anclaje del Thwaites. Encontraron signos de erosión acelerada, así como grietas abiertas por el agua del mar.

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«El agua tibia entra en las fisuras y participa al desgaste del glaciar en su punto más débil», subrayó Britney Schmidt, autora de uno de los estudios y profesora en la Universidad de Cornell de Nueva York. El punto más débil aludido por Schmidt es el anclaje del glaciar en el fondo marino, que lo estabiliza precariamente.

Ese anclaje está «tierra adentro», a unos 14 km. promedio del frente de la banquisa (el hielo flotante del glaciar) y actúa como un dique: apalancado en las rocas del fondo, resiste en sus espaldas la presión de trillones de toneladas de hielo en lento descenso desde tierra adentro.

Pero está siendo desgastado con rapidez por corrientes submarinas de agua relativamente cálida. Toda vez que ese anclaje de fondo cede, un témpano de tamaño desaforado se desprende del Thwaites y empieza a navegar hacia el Norte, derritiéndose a medida que sube en latitud. Cada desprendimiento acelera la velocidad de flujo del Thwaites hacia el Mar Antártico. Hay decenas de glaciares en situación similar a la del Thwaites, pero ninguno de su tamaño. De lo que aguante el Thwaites depende el futuro de miles de ciudades costeras y de costas bajas habitadas.

Otro estudio publicado en la revista Earth’s Future, subraya a su vez que la subida del nivel del mar destruirá tierras cultivables y fuentes de agua potable, lo que obligará a millones de personas a exiliarse antes de lo previsto. ¿De lo previsto por quién? ¿Cuántos de los miles de campesinos de las costas de Pakistán, La India o Bangla Desh tienen pensada su mudanza? ¿Hacia adónde?

«El tiempo del que disponemos para prepararnos ante una mayor exposición a las inundaciones puede ser mucho menor de lo que se suponía», advierten los autores.

Los cálculos dependían hasta ahora de datos mal interpretados. Al medir la altitud de las regiones costeras con radar, las copas de los árboles y los tejados se confundían a menudo con el nivel del suelo. Esto significa que, en realidad, el suelo está mucho más abajo de lo que se pensaba. Costas bajas parecían menos bajas.

VIAPerfil