Agua pesada: la última trinchera de la energía nuclear argentina.

Recibimos el siguiente comunicado de la APCNEAN:

Durante la semana pasada, del 27-11 al 1-12, se llevó a cabo la XLVII Reunión anual de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear, bajo el lema “Proyecto Nacional, planificación federal y producción argentina”.

APCNEAN formó parte activa de la organización de este evento tan relevante de la comunidad nuclear argentina, entendiendo que la AATN es un foro muy importante para la discusión de los problemas y cuestiones vitales del sector. Fué la reunión de la AATN más exitosa, con más de 600 inscriptos y más de 200 trabajos presentados, mostrando la vitalidad del sector nuclear. Fue una semana intensa con dos jornadas plenarias (lunes y viernes) y tres (martes, miércoles y jueves) con varias sesiones paralelas en las cuales se presentaron y discutieron todos los temas que hacen a nuestra actividad, entre ellos tecnología de reactores, aceleradores, radioisótopos y radiaciones, aplicaciones a la salud como BNCT y Protonterapia, etc., etc. 

Como había sido también en 2022, uno de los Leitmotiv de la AATN fue el así llamado Proyecto Nacional, es decir el proyecto que busca darle continuidad a la línea tecnológica de uranio natural y agua pesada, impulsando la construcción de centrales de tipo CANDU y la puesta en marcha de nuestra planta industrial de agua pesada (PIAP) que produce el insumo esencial para el funcionamiento de nuestros reactores presentes y futuros. Debido a la paralización de la PIAP en 2017 estamos importando agua pesada, unas 15  toneladas anuales por varios millones de dólares, para reponer las pérdidas que se producen naturalmente en nuestras centrales. Se necesitan unas 500 tn durante el resto de su vida útil.

Como hemos enfatizado muchas veces, nuestro país domina esta tecnología con altos estándares de seguridad y eficiencia, incluyendo la totalidad de los pasos del ciclo de combustible y, como demostrado en la extensión de vida de la Central Embalse, podemos proveer localmente más del 70% de todos los bienes, insumos y servicios necesarios para construir estas centrales. 

Si hay algo que nos han enseñado estos últimos tiempos, en particular la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania que dejó desabastecida a Europa de gas, es que los países necesitan tener un grado importante de autosuficiencia para garantizarse la seguridad energética y tecnológica. Argentina tiene todo, si hablamos de la tecnología CANDU. Faltaría reflotar la producción local de uranio natural.

La humanidad enfrenta un gravísimo problema de supervivencia con el calentamiento global debido a la quema de combustibles fósiles. Hay un amplio consenso a nivel internacional de que la energía nuclear, una energía de base, libre de emisión de gases de efecto invernadero, debe y va a jugar un papel importante en la transición energética, hacia la meta de emisión cero en el año 2050. La Argentina ha adherido a todos los acuerdos internacionales en ese sentido. Muy pronto se llevará a cabo una muy importante reunión internacional a nivel de jefes de estado para consensuar la ampliación de la flota de generación nuclear con miras al 2050.

Somos de los pocos países que dominan la tecnología nuclear y esto nos abre muy importantes perspectivas. Hoy Argentina exporta no solo reactores multipropósito productores de radioisótopos (léase INVAP en este caso) al mundo, sino que provee servicios y piezas muy sofisticadas vinculadas, entre otras, para la tecnología CANDU (p.ej., cientos de kms de tubos especiales por la empresa CONUAR) a varios países del mundo como India y Canadá.

A lo largo de los últimos años se han acumulado pedidos en relación a la demanda creciente de agua pesada (D2O) que además de ser el elemento esencial para el funcionamiento de la centrales PHWR es un insumo crítico necesario para la industria electrónica y para diferentes aplicaciones médicas. Hay sin duda una gran escasez de D2O en el mundo. Esto sin considerar que el deuterio va a ser el combustible del futuro para los reactores de fusión.

Además de la India, que está expandiendo su flota de centrales nucleares tipo CANDU de manera vertiginosa (5 en construcción y 12 más aprobadas), Canadá está extendiendo la vida útil de numerosas de sus centrales CANDU (19 unidades) y está encarando una expansión muy importante de su flota de estos reactores incluyendo versiones más grandes de una potencia del orden del GigaWatio (unos 10 reactores más, por lo menos).

Tuvimos en la AATN una delegación canadiense muy importante que manifestó claramente su necesidad e interés en la futura producción argentina de D2O y también en una colaboración estrecha de la industria e instituciones argentinas en el terreno de las centrales CANDU.  También se enfatizó la necesidad de construir centrales grandes para poder alcanzar las metas previstas de descarbonización. Reportaron asimismo su involucramiento en la terminación de las centrales CANDU, Cernavoda 3 y 4 en Rumania, para lo cual Canadá ha dispuesto un importante financiamiento.

En vista de éste más que promisorio escenario, la pronta puesta en producción de la PIAP está más que justificada. 

Dr. Andrés J. Kreiner

Secretario General APCNEAN

ooooo

Nota de AgendAR:

Si hemos titulado con cierta estridencia la sobria nota del Dr. Kreiner no es para lograr clicks. Sucede que la PIAP es la última trinchera del Programa Nuclear Argentino más o menos independiente que veníamos tratando de recuperar.

Eso puede volverla blanco de un primer ataque, que de ser exitoso podría desatar el derrumbe del resto del ecosistema de instituciones y empresas mixtas y privadas que forman el mundillo atómico nacional. Por ahora esa planta sigue cerrada, como desde 2017, pero recuperable.

Tal vez por ello este Mauricio Macri «reloaded» que habita «estilo Alien» en el presidente electo Javier Milei sepa que si además de mantenerla cerrada y deteriorándose, ahora abandona, caranchea, chatarrea o enajena la PIAP, privará de un insumo básico a todo el mundo atómico del país.

Entonces ya no tendrá sentido darle 20 años más de vida útil a Atucha II, será casi imposible seguir quemando el único combustible nuclear que nos hace independientes: el uranio natural. Y por ende, a la larga terminaremos importando llave en mano plantas de uranio enriquecido, a la UE o a China, quien apriete más.

Una Hualong-1 de 1120 MW, por ejemplo, volvería dependientes de proveedores externos a más o menos 3,5 millones de argentinos. Una vez que entre en línea, tratá de sacar del Mar Argentino a los alrededor de 300 pesqueros chinos ilegales y contame cómo nos comemos apagones en cadena durante años en el AMBA.

Pero seguramente el nuevo gobierno, operado por vivillos desde Vaca Muerta y Washington, no querrá hacer obra nuclear alguna, ni de uranio natural ni de enriquecido. Hay que terminar en 4 años con 73 años de tradición atómica independientista.

Y como el mayor exportador de reactores multipropósito del mundo, INVAP, también usa agua pesada como envoltura del núcleo enriquecido de sus reactores, contame de dónde la va a sacar cuando vuelva a estar por revolcar en el polvo a sus competidores de siempre en alguna licitación internacional. Que vienen teniendo mala suerte: INVAP les gana casi siempre y por calidad, no por precio.

Hoy es facilísimo armar un boicot de agua pesada contra la Argentina. No hay oferta, porque no hay saldos excedentes. El mercado es inelástico, porque diseñar y construir una planta de agua pesada es caro, complicado, largo y nadie te vende la tecnología. La mayor planta del mundo era la PIAP. Su desaparición hizo subir el precio de U$ 300.000 la tonelada a un millón. Habrá que importarla a ese precio, de ahora en más. U$ 15 millones año puede parecer poco, pero con U$ 17 se podría recuperar técnicamente la PIAP a estado de producción. Hasta ahora, en sus mejores momentos dio 185 toneladas/año.

Reventar la PIAP de algún modo drástico, incluso en cámara lenta, se volverá prioridad. Lo ha sido para Menem, De la Rúa y Macri, y lo será siempre para los presidentes más proyanquis y los secretarios de energía más petroludos. Liquidarla para siempre sería empezar esta nueva batalla antinuclear por la victoria misma. Hay un modo elegante de reventarla que es venderle la planta a China, «para fabricar urea». Taaaan necesaria para nuestro campo. Taaaan exportable.

Por si alguien no lo notó, el valor de la urea granulada este mes anda en U$ 380 la tonelada, y el de agua pesada, en U$ 1 millón la tonelada. Es decir, lo que la PIAP ya venía produciendo hasta que la cerró Mauricio Macri en 2017, hoy vale 2632 veces más que la urea, aunque el precio de la urea está infladísimo por la Guerra de Ucrania. Y el agua pesada tiene demanda mundial que crece en rampa. Y sin ella, se nos fractura prácticamente todo el Programa Nuclear.

Eso sí, capaz que si la compra China, entonces también nos emboca una central Hualong-1, ya que no podremos sostener ningún programa de centrales de uranio natural y tubos de presión, como Embalse. Y de paso, así nos vende uranio enriquecido, y los manojos metálicos de los elementos combustibles, lo que acorralaría a CONUAR, formada por el grupo PECOM y la CNEA, en su propio país.

Un perfecto win-win. Sí, bueno, para China. Con beneficiarios indirectos en la UE, EEUU, Rusia, China y Corea y Canadá, porque nos saca del ring nuclear mundial en camilla. Justo ahora en su segundo renacimiento.

El primer paso de la opereta, vender la PIAP a China, se cocinó a medias este año que ya termina. Massa, encantado. Neuquén, accionista por arte de magia de esa instalación que ni siquiera entiende, vota a favor con los dos brazos. Vamo’ la urea, todavía.

Si este primer paso no sucede con el gobierno entrante, demasiado caniche loco del State Department como para regalarle un negocio a China, queda para el próximo. Hace ya 15 años que nos quieren vender una Hualong-1 y hacerle pito catalán a EEUU y la UE. Son pacientes, los chinos. No por nada inventaron hace 4000 años el go.

Que se gana encerrando lentamente al rival.

Daniel E. Arias