La conflictividad en el Hospital Garrahan sigue creciendo. Con medidas de fuerza que se suceden desde hace ocho semanas por los salarios y una fuga de profesionales especializados hacia el sector privado, se reconfiguran turnos o intervenciones que puedan esperar y servicios que estén afectados. A la par, en el inmenso hall del ingreso por la calle Pichincha, se nota el aumento de la demanda en ese centro nacional de referencia en pediatría con cerca de 4800 empleados.
La decisión del ministro de Salud, Mario Lugones, de echar a los integrantes del Consejo de Administración porque habían resuelto pagar un bono complementario de $500.000 a todo el personal generó enorme desconcierto interno. A la par, puso aún más en alerta a los gremios y la asociación profesional con representación en el hospital.
El dinero para ese bono no provenía del presupuesto anual del hospital que comparten entre la Nación (80%) y la Ciudad (20%). La fuente era un aumento del 433% en la facturación durante los últimos nueve meses a través del recupero de prestaciones y servicios a obras sociales y prepagas, provincias y países de la región. Se había cobrado el mes pasado poco menos del 50% de $10.000 millones facturados y se podía hacer frente a un bono extraordinario de medio millón de pesos para cada empleado del hospital. En un cálculo rápido, el pago de ese plus iba a demandar unos $2400 millones, menos de la cuarta parte de fondos que estaban ingresando por el recupero.
“Era la primera vez que ese beneficio también alcanzaba a los residentes y becarios que están atrasados con respecto de los residentes de la Ciudad y la provincia [de Buenos Aires]”, destacó uno de los profesionales que tiene a cargo médicos en formación en el servicio. “Los bonos se dan en forma habitual y no es plata que tiene que enviar el Gobierno”.
Ese bono, por planilla complementaria, no solo paliaba las necesidades económicas que venía expresando el personal. Ayudaba a reducir la conflictividad interna.
De ahí que la medida tomada por el flamante ministro, al día siguiente de prestar juramento en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, no se termina de comprender en el Garrahan. Basta, si no, con preguntar a los que ahí trabajan. Es que el mismo día que Lugones echó a los consejeros, refrendó la decisión del Consejo de Administración de pagar el bono, que se efectivizó a las 24 horas.
Recursos genuinos
En los recibos de sueldo del personal del Garrahan, hay un ítem por recursos genuinos todos los meses: son $200.000 que cobra el personal para mejorar el ingreso y provienen del mismo fondo que el bono adicional de $500.000. Solo que, en lugar de abonarlo en dos o tres meses con los salarios, se definió hacerlo en un solo pago y se hizo en diálogo con delegados gremiales.
“Hace más de dos meses que, por un reclamo genuino por el retraso salarial, empezamos a conversar con el consejo para que le retransmitieran al Ministerio de Salud preocupaciones puntuales porque había profesionales con excelente formación, prestigio y antigüedad que estaban empezando a buscar trabajo en el sector privado por mejores salarios y eso iba a dañar la calidad de la atención en el hospital”, dijo la comisión interna de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN), gremio que el 30 de septiembre suscribió un acta acuerdo por el pago del bono.
“Tomamos conocimiento de que en los últimos seis meses presentaron la renuncia 30 profesionales de distintas áreas por mejores propuestas laborales. Esto no se había visto en mucho tiempo”, continuaron. En más de un servicio, mencionaron a este medio que la principal opción está siendo la industria farmacéutica, seguida de búsquedas de propuestas en el exterior.
Al respecto, tras la publicación de esta nota, desde el Ministerio de Salud de la Nación pidieron aclarar que el año pasado “renunciaron, en total, 85 trabajadores, mientras que en 2024, 66. En 2023, renunciaron 14 médicos especialistas y, este año. van 16. Los números indican que no hay fuga, sino que se mantuvo el promedio de los últimos años”.
Los niveles salariales más bajos –camilleros, operarios y ayudantes– empezaron a quedar muy retrasados con respecto de la canasta básica. Se sucedieron reuniones con la gestión anterior en el Ministerio de Salud, pero si la solución dependía del presupuesto anual no tenía aprobación de Economía porque cualquier aumento salarial está sujeto de las paritarias para la Administración Pública Nacional. “Quedamos empantanados y empezamos a buscar alternativas con las autoridades del hospital, que por decreto tiene recursos propios por recupero de prestaciones que puede distribuir entre el personal”, continuaron.
En ese contexto, UPCN suscribió el acta acuerdo con los consejeros. También lo hizo el Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la ciudad de Buenos Aires (Sutecba), según refirieron en el hospital, no así la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), aunque con la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT) aceptaron la medida. “Era un monto importante y ayudaría mejor a los trabajadores que están con deudas, retraso en el pago de las tarjetas, los alquileres, servicios y compras diarias”, refirió uno de los delegados que suscribió el acta.
El consejo que desplazó Lugones lo presidía, desde febrero, Oscar Imventarza, jefe del Servicio de Trasplante Hepático del hospital pediátrico y expresidente de la Asociación Internacional Hepato-Pancreato-Biliar (IHPBA, por su nombre en inglés) y la Sociedad Argentina de Trasplante. Tras completar su formación en la Universidad de Pittsburgh, volvió al país y, en 1992, creó los dos primeros programas de trasplante hepático del país en el sistema público de salud: para chicos en el Garrahan y para adultos en el Hospital Argerich. Continuará al frente del servicio en el hospital pediátrico, según se indicó ante la consulta.
Durante su gestión, se firmaron convenios con los ministerios de Salud de 15 de las 24 provincias para recuperar costos de prestaciones a pacientes derivados y otros servicios de capacitación profesional, mientras que se suscribieron acuerdos Garrahan Internacional con Uruguay y Paraguay para ordenar la demanda de los pacientes extranjeros –que sean derivados en lugar de llegar por turismo médico– y recuperar los costos de atención.
Un 40% de los pacientes oncopediátricos del país se atienden en el Garrahan y, con este tipo de convenios, se facturan las prestaciones a las provincias que los derivan. También con la Organización Panamericana de la Salud se suscribió un acuerdo para entrenar a médicos de países de la región con capacitaciones remotas, otra fuente de ingresos genuinos.
Abuso de poder
Con el cambio de consejeros, en Salud se decidió reducir de cuatro a tres el número de representantes que tiene la Nación en el órgano que conduce el hospital. La presidencia pasaría a tener doble voto en las decisiones. En el convenio con la Ciudad, que se actualizó en 2017, se definieron en cinco los miembros. El representante porteño, en tanto, sigue en funciones.
Hasta el momento, no se publicaron las designaciones en el Boletín Oficial. “Hoy, el hospital no tiene presidente”, coinciden profesionales y gremios ante la consulta sobre la toma de decisiones de administración y vías de diálogo.
Esta semana, mientras se llevaba adelante la primera de dos jornadas de paro, la diputada Marcela Campagnoli, vocal de la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara Baja del Congreso Nacional, y Elisa Carrió (Coalición Cívica) denunciaron al nuevo ministro por abuso de poder. Consideran que la decisión de separar de sus cargos a las autoridades del hospital fue “arbitraria” de parte de Lugones y persigue “evitar un efecto contagio en los reclamos salariales” en los demás organismos nacionales en la órbita de Salud.
“La arbitrariedad e ilegalidad estaría dada en la atribución de facultades por parte del ministro que no le son propias, las que habrían motivado su orden abusiva de solicitar la renuncia del Consejo”, señalaron en el escrito. Es que en la comunicación oficial inicial sobre el desplazamiento se atribuyó la decisión a que “la entrega de esas sumas [por el bono de $500.000] no obedece directamente a la negociación de la pauta salarial” en relación con las paritarias de la APN.
Por lo tanto, para las denunciantes, “la directiva impartida tiene por único fin amedrentar a toda autoridad administrativa para que se someta al criterio del Ministerio de Salud de la Nación, aun cuando actué en contra de las normas legalmente vigentes”.
Anteayer, cuando concluyó el paro por 48 horas de esta semana, hubo que volver a reordenar turnos y servicios. Ante la consulta, en el hospital comunicaron que, durante la medida de fuerza, el servicio de Emergencias operó con la Guardia de 24 horas para la atención de pacientes durante ambos días, se reprogramaron consultas ambulatorias y cirugías en ambas jornadas de paro.
El martes próximo, en una nueva asamblea, se decidirán más medidas. “Pedimos $1,5 millones de sueldo inicial, igual a la canasta básica (hoy, los sueldos comienzan en $500.000 el personal de mantenimiento y $900.000 un médico con 15 años de especialización). Reclamamos un aumento de las guardias de 24 horas, que nos pagan $6000 la hora, la mitad que en los privados, y rechazamos el impuesto al salario, entre otros puntos. Por estas condiciones estamos perdiendo personal altamente calificado, irremplazable”, señalaron desde APyT, que lidera las movilizaciones con ATE y Autoconvocados. “Están jugando al límite con la salud pública y están creando las condiciones para una verdadera marea blanca”, lanzó Norma Lezana, secretaria general de APyT.
En tanto, en la comisión interna de UPCN consideran que esta situación de conflicto “le hace daño” al hospital. “Hay una gran mayoría silenciosa dentro del hospital que no está acompañando las medidas, pero no por eso la está pasando bien. No puede ser que las familias que llegan con sus hijos que necesitan atención tengan que encontrarse con un hospital convulsionado”, plantearon.
Fabiola Czubaj