MPVH: el virus respiratorio que se propaga en China

El aumento de casos en China del HMPV, un virus respiratorio no muy conocido, reflotó ecos oscuros de 2019, y del inicio de la pandemia de Covid-19 hace tan solo cinco años, tres de los cuales parecieron siglos. Pero a pesar de las similitudes, esta situación es menos brava.

Vamos entonces a China, cuna de tantas pandemias pulmonares zoonóticas, entre ellas varias gripes, en general aviares, de pésimo recuerdo. Lo que circula allí hoy son infecciones por metapneumovirus humano, o HMPV. ¿Y este bicho es malísimo, malo o simplemente de dormir sin frazada? Van los hechos, pero NUESTRO problema actual, compatriotas, es el dengue. Después volvemos con eso.

¿Qué es el MPVH?

Es uno de muchos virus respiratorios varios patógenos de circulación mundial. Es tan común que el primer contagio suele darse en la infancia, y aún así es casi seguro que uno volverá a pescárselo y enfermarse varias veces a lo largo de la vida. El MPVH es bastante estacional: en los países con inviernos fríos tiene temporada anual, como los virus de la gripe, pero en climas tropicales poco variables a lo largo del año circula siempre, aunque a poca velocidad.

El MPVH es similar a otro virus más conocido por pediatras y gerontólogos: el respiratorio sincicial, o VRS. Ambos dan síntomas gripales, asunto que también comparten con el Covid-19 y otros coronavirus de fama menos renegrida: tos, fiebre, congestión nasal y sibilancias (en mi barrio, chiflidos pulmonares por obstrucción).

Pero como todos estos, salvo el del Covid-19, han sido virus habituales e inmemoriales de los humanos, ya no desencadenan reacciones inmunológicas furibundas.

El virus SARS-CoV 2 del Covid-19 es zoonótico, uno de los muchos que se transmiten entre aves y mamíferos, y sus primeras detecciones en humanos fueron muy recientes. Sus primos, los virus previos conocidos de tipo «corona» con que hemos lidiado a lo largo de nuestra historia y prehistoria probablemente fueron peligrosos y pandémicos, pero eso cuando novedades. Si hoy no lo son, si hoy en general sólo causan resfríos curables es porque seleccionaron genéticamente a la población. Nos hicieron cambiar.

Fríamente dicho, descendemos de LOS QUE NO SE MURIERON por esas infecciones, esos resfríos sin viaje de regreso, o por las reacciones inmunológicas descontroladas ante los mismas. En promedio, tenemos gentes un poco más resistentes a coronavirus que esa ponchada de precursores nuestros que murieron jóvenes, hace siglos o milenios, en la flor de la edad, y sin tiempo de haber dejado hijos.

Lo letal del Covid-19 rara vez fue el virus en sí, sino que en su lucha contra el mismo, el organismo humano a veces atacaba en forma inflamatoria aguda algunos órganos vitales marcados con signos moleculares de «ojo, aquí tejido infectado»: pulmones, corazón, riñones, cerebro, la mismísima sangre. De los casi 30 millones de personas que mató esta enfermedad entre 2019 y 2023, la mayor parte murió por destrucción inflamatoria de esos órganos y tejidos.

Lo que más se vio, y eso era bizarro según nuestra experiencia previa con otros virus respiratorios, fue la neumonía bilateral, es decir en ambos pulmones a la vez. Las neumonías de otros virus suelen ser unilaterales.

Cuando todavía faltaban meses para que aparecieran las primeras -y carísimas- vacunas efectivas, cuando algunos idiotas recomendaban públicamente no hacer cuarentena, no usar barbijo, amucharse e ingerir lavandina (y eso sí que mató a unos cuántos), en las terapias intensivas argentinas se empezaba a mitigar el incendio inmunológico con antiinflamatorios baratos y banales. ¿Cuáles? Los corticoides, en particular, la dexametasona. Esas pastillas de anaquel sí que salvaron vidas.

Las vacunas lo que hicieron contra el SARS CoV2 fue mejor y más duradero: crear islotes y barreras de población poco contagiable, pero en forma «no darwiniana», sin matar a nadie. Nada se difunde tan rápido como un virus transmitido por aerosoles pulmonares. Para contagiar a tu vecino de tren o de aula, lo único que tenés que hacer es respirar.

Con las vacunas, también hicimos cambiar al virus SARS CoV2 y volverlo menos virulento. Habría sucedido igual, pero a un costo mucho peor que los alrededor de 30 palos de muertos que dejó la pandemia. Las vacunas bajaron la velocidad de libre circulación del Covid-19, y así se disminuyó, entre otras cosas, su infernal capacidad de generar mutaciones más letales y de desenlace rápido. Un virus que se propaga fácil, muta fácil. Máxime si es un retrovirus hecho de ARN, bastante propenso a errores de copiado genético.

Si le bajás la velocidad de contagio a un virus, le bajás la letalidad. El virus encuentra ventajas en progresar despacio y no matar al portador. Por eso las vacunas en la Argentina protegieron incluso a quienes no pudieron o quisieron dárselas.

Si un virus circula con trabas, el que termina seleccionado no es el humano (y por muerte), sino el virus mismo, y por falta de descendencia. Entre distintas variedades virales prospera más la que no te mata de movida y te da más tiempo de portación sana (e infectante). Se impone más el que te permite vivir en forma asintomática, a veces sin anoticiarte siquiera de que te lo agarraste. Compiten mejor los benignos, y los más virulentos se transmiten menos. ¿Por qué? Porque los malísimos se autoeliminan al eliminar al portador sano.

En suma, el MPVH no es más benigno «per se», sino probablemente porque es menos novedoso que esta abominación que del SARS CoV2. El sistema inmune humano promedio lo tiene junado y lo ataca en forma proporcional y efectiva, pero no desmesurada.

La mayoría de casos de MPVH no pasa de los síntomas de un resfrió cualquiera. Los pocos que se agravan pueden terminar en bronquitis o incluso neumonía, sobre todo en bebés, viejos y personas inmunodeprimidas. Los que tienen asuntos pulmonares preexistentes, como asma o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), la pasan peor y corren mayor riesgo.

En los países ricos el HMPV rara vez es mortal. En los pobres y muy pobres, o ricos pero con mala calidad de aire, sistemas sanitarios débiles o inaccesibles y poca vigilancia epidemiológica, el MPVH es mucho peor. La obviedad del día: lo que mata es la pobreza y el estado ausente, no importa si rico o pobre. Chocolate por la noticia.

¿Desde cuándo existe este virus?

Imposible saberlo. Se identificó en 2001, pero parecería que anda por el mundo desde hace al menos 60 años. Aunque no es nuevo, tiene poca prensa: a diferencia de los virus gripales, los del Covid-19 y los sinciales, fuera de los ámbitos de la infectología y la neumonología, no se lo conoce mucho. En un caso agudo, los médicos de hospital pueden llegar al diagnóstico casi por descarte de los otros. Y pueden no llegar a ninguno, y el caso resolverse por curación natural. O bueno, ya sabemos.

¿Cómo se infecta una persona con el HMPV?

El virus se propaga principalmente a través de gotitas o aerosoles procedentes de la tos o los estornudos, del contacto directo con una persona infectada o de la exposición a superficies contaminadas. Historia repetida. Son básicamente los mismos canales de contagio con que la gente se resfría, se pesca una gripe o cualquiera de los virus corona, incluido el hasta hace poco temible SARS CoV2.

Para todo patógeno, los aerosoles respiratorios son el canal de contagio más efectivo, más aún que la transmisión por agua. Una enfermedad transmitida por vectores animales (como el dengue) es más manejable atacando el mosquito, y hay muchos modos de hacerlo. Pero para una respiratoria que llegó a ser aún más contagiosa que el sarampión, como el Covid-19, fuera del barbijo, el apartamiento social y las vacunas, no hay manejo posible de la transmisión.

¿Existe una vacuna? ¿O un tratamiento?

Nada de eso. Sí existen, y desde hace años, vacunas contra el virus sincicial, o VSH, peligroso para chicos y ancianos. El mundo farmacológico investiga alguna vacuna doble que proteja contra ambos, y en lo posible, de dosis única. No es imposible que alguna firma lo logre: hay bastante parecido genético y morfológico entre el MPVH y el VSH.

No existe un tratamiento antiviral específico para el HMPV. Lo que se combate son los síntomas, y ojo: no da para protestar. Lo que mató a tanta gente del Covid-19, finalmente, fueron los síntomas inflamatorios desaforados. Y estimados lectores, se los pudo tratar con medicación que ya cumple 70 años en los anaqueles: la vieja, barata y accesible «dexa».

¿Qué dice China al respecto?

Hemos reproducido, como curiosidad geopolítica, esa pregunta tan estadounidense e ingenua que sacamos del Science Times, el suplemento científico del New York Times. La primera respuesta es otra pregunta y se la hacemos al Science Times desde AgendAR: si el metapneumovirus existe en todos los continentes, salvo la Antártida, ¿qué dicen los autodenominados americanos al respecto? ¿O acaso un tejano no puede contagiar a un habitante de Wuhan?

La respuesta propiamente china es ésta: el gobierno de Xi Jingping observa que los casos nacionales de HMPV están aumentando. Pero dice que el MPVH es un viejo conocido, como no lo era de modo alguno el SARS-CoV2 en 2018. Por ende, el metapneumovirus no da para perder el sueño.

En una conferencia de prensa celebrada por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China el 27 de diciembre, Kan Biao, director del Instituto de Enfermedades Infecciosas, dijo que hay una rampa de MPVH entre chicos de alrededor de 14 años para abajo. El aumento fue más notorio en Manchuria, la China del norte, donde también hubo un pico de casos de gripe. Tiene sentido, allí reina un invierno crudo y el aire urbano es irrespirable.

Añadió Kan Biao que podrían aumentar los casos durante las vacaciones del Año Nuevo Lunar, a finales de enero: todo el mundo viaja en China en estos días, y se reúne en grandes grupos familiares en la aldea de origen familiar, generalmente lejana de las megalópolis costeras. El SARS CoV2 explotó bien esa oportunidad.

Pero en general, los epidemiólogos argentinos creen -no son los únicos- que este año la propagación de virus respiratorios en general va a ser menor que la de 2024. Ojalá sea así, no tendríamos objeciones.

Xinhua, la agencia estatal de noticias de China, confirma un aumento de casos agudos y de casos banales y ambulatorios. Instó a la población a buscar datos del virus en Internet, y a seguir algunos consejos de sentido común: lavarse las manos con frecuencia, usar barbijo y evitar los lugares muy concurridos.

Eso último no es fácil en un país de 1400 millones de habitantes.

Lo que están haciendo desde 2024 los epidemiólogos chinos es construir un sistema de vigilancia de las neumonías de origen incierto. Y esas cosas hoy se hacen con poca plata: para algo tienen que servir la televisión pública (como la CCTV), la alta conectividad nacional y las plataformas de Internet como Weibo.

¿Qué dice la Organización Mundial de la Salud?

La OMS. no ha expresado su preocupación. Esto no debería preocupar a nadie, ya que en la pandemia de Covid-19 esa agencia de las Naciones Unidas no dio pie con bola un solo día. La Dra. Margaret Harris, portavoz de la organización, habló de un aumento previsible de casos.

«Como era de esperar en esta época del año, el invierno del hemisferio norte, se ha producido un aumento intermensual de las infecciones respiratorias agudas, incluida la gripe estacional, el virus de la inmunodeficiencia respiratoria y el metapneumovirus humano», dijo Harris en un mail. Decime algo nuevo, Maggie. O algo.

¿Alguien debería preocuparse?

Según el New York Times, los informes procedentes de China evocan los de los primeros y confusos días de la pandemia de Covid. La OMS sigue instando a China a que comparta más información sobre el origen de aquel brote, cinco años después. Según las costumbres chinas, antes va a enfriarse el infierno. Pero, ya con menos pasión indagativa, a falta de información de detalle sobre la génesis de esta pandemia, siguen prosperando teorías conspiranoicas.

Entre los muy, pero muy tontos de mi edad, cunde la versión de que el SARS CoV2 fue un arma china de guerra social. Se diseñó para aliviarle la carga a los sistemas jubilatorios, allí en China, al menos donde los hay. Genial, un país regido por una canosa gerontocracia que promedia los 65, que de pronto se vuelve suicida e inventa un virus para matar viejos. Cierra por todos lados. Llamen a FOX News.

Nos encantaría más bien que la OMS explique por qué no autorizó jamás la vacuna Sputnik-V. Pasaron 5 años y no piensa hacerlo, aunque está muy «buena de papeles» y fue suministrada con una efectividad equivalente o mayor que la de Pfizer en 40 países… pero a menos costo. Salvó a decenas de miles de argentinos, parece.

Nos gustaría saber también por qué el gobierno de Alberto Fernández dejó que mAbxcience, empresa de Hugo Sigman, exportara el 100% de las vacunas anti Covid-19, sin expropiar siquiera los 12,5 millones de dobles dosis que habían sido pagadas. Y de paso, también por qué sólo autorizó la excelente vacuna de la UNSAM después de la pandemia.

La OMS sí autorizó rápidamente dos vacunas chinas, tal vez menos porque eran menos rusas, y hoy eso paga. Paga aunque la Sinopharm y Sinovac eran algo más caras, y mucho y muchísimo (respectivamente) menos efectivas que la Sputnik-V. Gente, la Sinovac, la vacuna más vendida del mundo tenía una eficacia del 51%. Un punto menos y no había modo de licenciarla. Eso según decenas de estudios masivos.

Pero Rusia no aporta mucha plata a la OMS, mientras que los EEUU y China son sus valedores número uno y número dos, respectivamente. Las amenazas del entonces presidente Trump de cortarle la financiación a esa plácida burocracia médica si autorizaba la vacuna pueden haber nublado su entendimiento, sin embargo, Antes de que la OMS lo admita también va a enfriarse el infierno.

Lo claro por ahora es que el metapneumovirus humano no está haciendo colapsar las guardias ni las terapias intensivas chinas. «Sin embargo, también es vital que China comparta oportunamente sus datos sobre este brote», afirmó el Dr. Sanjaya Senanayake, especialista en enfermedades infecciosas y profesor asociado de medicina en la Universidad Nacional de Australia. Añadió: Esto incluye datos epidemiológicos sobre quién se está infectando. Además, necesitaremos datos genómicos que confirmen que el HMPV es el culpable y que no hay mutaciones significativas preocupantes.»

En AgendAR somos plenamente conscientes de estar siguiendo la curva de noticias generada por un país rico del Hemisferio Norte, y de que somos otro país (por ahora) y con otros problemas, y de yapa en otro hemisferio. Lo que nos preocupa es que este verano austral, que empezó medio frío, la semana que viene va a haberse recalentado bastante, y que el Ministerio de Salud Pública está en manos de un gobierno cuyo axioma sanitario es que el gobierno no tiene por qué ocuparse de epidemias y otras cosas que joden a los pobres.

Y tanto no se ocupa que se encogió de hombros cuando SC Johnson, la firma estadounidense que fabrica el repelente de mosquitos más popular de Argentina (que es el Off), decidió ganar plata en serio y dejó de suministrarlo a las farmacias y supermercado. El Off terminó vendiéndose en los semáforos del AMBA a U$ 10 o 20 el frasquito. A la noche los homeless que empezaron a dormir en zaguanes y cajeros automáticos porteños, picados como alfileteros, pedían una rociada de Off por caridad.

Eso en medio de la mayor epidemia de dengue de la historia argentina. Hasta 2025, al menos.

Este flavovirus entre diciembre de 2023 y abril de 2024 mató a casi 400 argentinos… que se sepa, nadie los contó. Lo transmiten los mosquitos Aedes aegyptii, que ningún gobierno nacional, provincial o municipal ha combatido en serio desde hace 40 años. Y produce la segunda enfermedad infecciosa más común en Brasil, Bolivia y Paraguay.

Que se nos viene encima de nuevo.

Daniel E. Arias