Argentina, India y los átomos: sin novedades pero con historia

Línea de “celdas calientes” del BRIT (Board of Radiation & Isotope Technology) en Mumbai. INVAP construye todo un nuevo laboratorio de radioisótopos médicos para la India, operativo en 2020

Le pedimos Daniel Arias que escriba sobre: 1) el viaje de Macri a la India, resultados en el área nuclear; 2) la historia del programa nuclear indio, y sus vínculos con el nuestro; 3) posibilidades de sinergia entre ambos. No tuvimos que insistir.  Lo hizo en un sólo envión. Esta es la 1° parte, más un video de 1 minuto sobre la producción de radioisótopos:

No parece haber grandes novedades nucleares del paso del presidente Mauricio Macri por la India, donde fue recibido con pompa y circunstancia. Infobae menciona la continuidad del “Fission Moly Project”, que es la provisión llave en mano de una planta de radioisótopos medicinales, acordada en 2013 y a completarse en 2020.

Ámbito Financiero, por su parte, habla de la firma de un memorándum de entendimiento. Se estableció entre la GCNEP, un foro de intercambio tecnológico-diplomático del programa nuclear indio y nuestra CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica). De ese documento, Ámbito da cero detalles. Tal vez sea un “tratado marco” sin carozo, de esos que el Palacio San Martín produce por unidad de peso. O tal vez haya algún contenido real en el mismo. Pero Cancillería no está diciendo nada.

Blanco sobre negro, en asuntos de átomos este viaje tiene gusto a poco. Por su programa de construcción de centrales tipo CANDU, como la que tenemos en Córdoba (Embalse), la India podría ser el comprador más importante de componentes, sistemas, insumos críticos como agua pesada, y asesorías nucleares de la Argentina. Eso daría oxígeno a nuestro Programa Nuclear durante años.

Mucha experiencia argentina

La línea de “celdas calientes” del Centro Atómico Ezeiza, donde se extraen radioisótopos médicos para Argentina y el Cono Sur

No es que sea fácil vender tecnología nuclear allí: el programa nuclear hindustano es bastante proteccionista, y además, luego del 21 de mayo de 1974, cuando la India ensayó en forma subterránea su primera bomba nuclear, los EEUU lo declararon diplomáticamente leproso: todo intento de comprarles o venderles algo, así fuera tan insustancial como una patente para fabricar pastillas cerámicas de combustible, sería objetado abiertamente o boicoteado secretamente por el Departmento de Estado. Sobre eso, ya hemos contado historias aquí.

Pero el comercio nuclear con la India tampoco resulta imposible, dado el apoyo que el embajador argentino Rafael Grossi trató de darle a la India para hacerle ingresar en el NRG (Nuclear Suppliers Group), con la oposición única –pero acérrima- de China.

Una membresía en ese grupo, que sólo tiene 20 miembros (y del cual Argentina es parte) aceitaría bastante las compras y ventas de tecnología atómica de un país que, como la India, no ha firmado el Tratado de No Proliferación (TNP). En eso las historias de nuestros dos países también coinciden un poco. La firma del TNP, un documento francamente tóxico en materia de soberanía tecnológica, es algo en que decenas de gobiernos legítimos y de facto de la Argentina coincidieron desde 1965, hasta que en 1995 lo rubricó el presidente Carlos Menem, sin avisar al entonces principal socio comercial y diplomático de la Argentina, otro renuente histórico a firmar: Brasil.

El período en que Grossi, como adalid de la causa india ante el NRG, aparecía seguido en la tapa del “Times of India” de Delhi y el “Hindustan” de Mumbai puede haber generado dos hechos: “Fission Moly” es una realidad. La obra, acordada en 2013, tuvo 2 años y medio a INVAP, la empresa nuclear barilochense, deambulando a tientas por el complejo laberinto del sistema de adquisiciones públicas de la India. Superada esa etapa, la construcción empezó firme en 2016 y se termina en 2020.

Una planta de radioisótopos médicos no parece una instalación dual, pero lo es y sólo resulta vendible bajo salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), lo que significa que están monitoreadas en forma remota desde Viena, sede de esa dependencia de las Naciones Unidas, pero también reciben inspecciones sorpresivas.

Esas plantas, de las cuales INVAP construyó bastantes (Perú, Argelia, Egipto, Cuba, Bolivia, Venezuela, Argentina, Australia) consisten en una batería de “celdas calientes” ligadas a laboratorios de formulación y empaquetamiento. Las celdas son recintos de acero y plomo blindados a la radiación. Un experto afuera de cada celda manipula mediante brazos telecomandados los materiales irradiados por un reactor nuclear o por un ciclotrón, todo bajo control visual directo a través de un vidrio opaco a la radiación gamma y a los neutrones por su alto contenido de plomo. Y los daños por radiación terminan opacando el vidrio.

Manipulación de un “blanco” irradiado en Ezeiza para la purificación de un radioisótopo médico.

La actividad más frecuente en estas plantas provistas por INVAP es disolver en ácidos los “blancos” irradiados de uranio de bajo enriquecimiento, y tratar los líquidos resultantes para extraerles 99-Mo, o molibdeno 99, el radioisótopo de diagnóstico por imagen nuclear que constituye por sí mismo el 80% del mercado de nucleídos médicos del mundo. Desde 2009 hubo episodios repetidos de desabastecimiento mundial. Nunca nos afectaron: nos autoabastecemos y exportamos. Pero en la UE, EEUU y Japón fue una tragedia médica silenciada, y probablemente no se resuelva hasta 2022.

Refinado a máxima pureza de todo otro isótopo contaminante, el 99-Mo se encapsula en unidades portátiles blindadas llamadas “Moly Cows” en la jerga del oficio, y éstas se distribuyen a toda velocidad (dado que tienen apenas 6 días de vida útil) sobre decenas, centenares e incluso miles de hospitales o clínicas en todo el mundo. Pero la lista de la radiofarmacia que emerge de esas plantas incluye más de medio centenar de otros radioisótopos de diagnóstico, como el 18-Fl (flúor 18), o de tratamiento, como el 192-I (iridio 192). Y se los emplea en enfermedades serias: cardíacas, oncológicas, autoinmunes, metabólicas, neurológicas, etc.

En un país de desarrollo medio y con un sistema público de medicina nuclear como el nuestro, es probable que un argentino deba usar radioisótopos al menos 2 veces en su vida los radioisótopos creados en el reactor RA-3 y procesados, formulados y empaquetados en el Centro Atómico Ezeiza. Un video de un minuto da una idea del asunto:

El RA-3, funciona en el Centro Atómico Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires. Es el más importante por su potencia de 10MW y también por ser el mayor productor de radioisótopos de Latinoamérica.

(Continuará)

Daniel E. Arias