Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba y del Conicet detectaron que una droga puede destruir células tumorales. El fármaco no daña tejido sano.
En la búsqueda de nuevas terapias contra el cáncer, gran parte del trabajo actual se enfoca en hallar medicamentos que tengan bajo nivel de efectos adversos (depresión inmunológica, vómitos, caída de cabello, úlceras en la boca, sangrado, etcétera) y que se puedan indicar en dosis que dañen escasamente a las células normales.
Con esa idea, un grupo de investigación de Córdoba halló un fármaco que destruye selectivamente células de cáncer de mama y de ovario que tienen una falla en el gen BRCA1. Y lo lograron al entender que esas células, para sobrevivir y crecer, se hacen “adictas” a una proteína llamada PLK1. Por lo tanto, la droga que encontraron elimina el tejido cancerígeno inhibiendo la PLK1 y tiene baja toxicidad sobre las células sanas.
En este contexto, la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet, junto a varios equipos de investigación y al apoyo de una farmacéutica, son el anclaje del hito científico. El fármaco se está estudiando en seres humanos para distintos tipos de cáncer y el hallazgo del grupo liderado por Gastón Soria, desde el Laboratorio de Letalidad Sintética en Cáncer, en la UNC, muestra que es posible trasladar los resultados de la investigación básica a las pacientes. Esto es lo que valoró la revista científica Clinical Cancer Research, donde se publicó el trabajo.
Además, podría ser un tratamiento para las mujeres que tienen un tipo cáncer de mama llamado “triple negativo”. En estos casos, las opciones terapéuticas son escasas y cuando la quimioterapia pierde su efecto, prácticamente no hay recursos de tratamiento. “Estas pacientes serían candidatas para un ensayo con la droga que encontramos, y para esto me estoy moviendo para conseguir financiamiento en la Argentina o en el exterior”, señala Soria.
Otra ventaja del fármaco es que se administra por la boca, lo que va en sintonía con la búsqueda actual de medicamentos que simplifiquen el tratamiento.
“A esto, que será terapéutico y amigable con la vida, lo encontramos con una tecnología que desarrollamos aquí, desde cero, con una biblioteca de drogas que nos compartió Glaxo Smith & Kline y así pudimos avanzar”, subraya el científico, cuyo laboratorio está en la Facultad de Ciencias Químicas.
Se trata de la creación de una plataforma de búsqueda de drogas selectivas gracias al trabajo pionero en biología celular, ingeniería genética y automatización de procesos. “Estoy trabajando en esto hace tres años y medio. Para mí es como un hijo y este resultado es la primera cristalización del esfuerzo”, dice Florencia Pansa, integrante del laboratorio.
“Cuando hace cuatro años escribí los proyectos para encarar este tipo de estudios –cuenta Soria–, la gente pensaba que estaba loco”. Y agrega: “En 2015, obtuve un subsidio de un millón de dólares de Glaxo, el laboratorio se llenó de gente, la farmacéutica también colaboró científicamente y comenzamos a trabajar en distintas líneas”.