Tomás Fuentes Benítez tenía un problema común entre las personas que trabajan en oficinas: le agarraba hambre entre comidas, pero no quería consumir lo que consideraba «comida basura». Pensó en el beef jerky -o carne seca- muy popular en los Estados Unidos. Y, si bien lo comenzó a producir en la Argentina, tuvo que llevar su experimento a China cuando ganó una beca para hacer un máster en Tsinghua, la universidad número uno de ese país.
Su idea prosperó: en las próximas semanas lanzará el producto en cuatro sabores a nivel nacional. «Empecé desarrollando el producto en la Argentina hace unos tres años. Importé un horno especial de los Estados Unidos, comencé a investigar y armé una cocina y laboratorio en el quincho de la casa de mis viejos en Necochea. ¡Las primeras prueba fueron terribles! Al único al que le gustaban era a mi perro».
«Para mejorarlo, empecé a aprender de química de alimentos, probar cientos de recetas y métodos de cocción. No era fácil para un abogado como yo. Después de un par de meses así, me acuerdo que un fin de semana dejé una bolsa grande en la alacena de casa y para el lunes ¡ya no quedaba nada! Ahí fue la primera vez que pensé que había creado un producto».
En ese momento Fuentes Benítez quería irse a estudiar negocios al exterior y ganó la beca Schwarzman Scholars para cursar un máster en Tsinghua. «Decidí llevar el producto conmigo a China a ver qué pasaba. Cuando llegué, me acuerdo que fui al supermercado y me encontré con góndolas enteras de snacks de carne. Pero todos de baja calidad, hechos con aceite, mucho azúcar y sal. Ahí me di cuenta de que había una oportunidad para un producto como el mío».
Empezó a producir en su cuarto en la universidad en secreto para que no lo echaran y, después de graduarse, alquiló una cocina en un restaurante, compró mejores máquinas y puso un stand en el «farmers market» más grande de Beijing para validar el producto con consumidores chinos que no lo conocieran.
«Después de varios meses de trabajar siete días a la semana y vender cientos de bolsas, tenía un producto en el que creía. Entonces empecé a buscar una fábrica que pudiera producir mi snack y conseguí una perfecta en Shanghai, que no sólo tiene tecnología de punta, sino que entiende nuestra visión. En las próximas semanas vamos a estar lanzando el producto en cuatro sabores a nivel nacional en China».
«Dentro de los países que exportan alimentos, Australia, Nueva Zelanda y hasta Chile tienen mejor reputación que nosotros. No es que los argentinos tengamos mala reputación, sino que no hemos construido ninguna. China es el mercado con la mayor clase media del mundo. Esa demanda es y será algo nunca visto. Si queremos aumentar las exportaciones de nuestro país, tenemos que aprovechar esta oportunidad única», concluyó.