Más precisa, más segura y más efectiva. Así describen los expertos la nueva terapia de radiación con protones para combatir el cáncer, una tecnología que por el momento solo está disponible en ochenta centros de todo el mundo –la mayoría en EE.UU., Europa y Asia– y que ahora desembarcará en la Argentina.
En la ciudad de Buenos Aires avanza la construcción del Centro Argentino de Protonterapia (CEARP), que será el primero del país y de América Latina y estará dedicado a la investigación y el tratamiento de tumores de difícil acceso y/o pediátricos.
Se trata de un proyecto de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) que nació en 2015 e involucra a Invap –principal contratista–, la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y el Hospital del Pediatría Juan P. Garrahan.
El Centro argentino se ubicará en un predio lindero al Instituto de Oncología Angel Roffo (UBA), tendrá una superficie de 7.858 m2 y contará con cinco plantas que albergarán un área de radioterapia convencional, una de protonterapia y otra destinada a la investigación. La inversión total es de 80 millones de dólares y está a cargo de la Secretaría de Energía.
“Desde 2015 fueron transcurriendo años de planificación, diseño, selección de equipos, interacción con los médicos, hasta llegar a concebir un edificio de cinco plantas”, explicó Gustavo Santa Cruz, gerente de Investigación y Desarrollo en Aplicaciones Nucleares a la Salud de la CNEA. “Ya presentamos toda la información necesaria en el gobierno porteño para conseguir los permisos de obras. A partir de ese momento, Invap estará listo para intervenir en el terreno y comenzar a preparar las estructuras para poder traer los equipos de Bélgica de manera que el próximo año, tras las aprobaciones de la autoridad regulatoria, se puedan instalar, ir testeando y comisionando.
«La idea es iniciar la parte de terapia convencional en 2021 y en 2022 la incorporación de protones”.
Los equipos incluyen un acelerador de partículas de trayectoria circular (llamado ciclotrón) que pesa aproximadamente 200 toneladas. Fabricado por la empresa IBA (Ion Beam Applications) de Bélgica, el moderno aparato será instalado y puesto en marcha por Invap, quien también estará a cargo de la conformación del equipo de especialistas que operará el servicio, algo exigido por la Autoridad Regulatoria Nuclear y la empresa proveedora.
La protonterapia es la modalidad de radioterapia que emplea haces externos de protones de altas energías para el tratamiento del cáncer, con alta efectividad y menos efectos secundarios.
“Del total de pacientes oncológicos, el 50% en algún momento de su evolución va a requerir radioterapia. Dentro del arsenal de equipos y de haces que existe en la radioterapia, uno con características particulares es el de la protonterapia. La radioterapia clínica que todos conocemos está basada en un haz de fotones. La protonterapia agrega una característica del haz de radiaciones que es muy peculiar en términos de cómo se deposita en el organismo”, manifestó Pablo Menéndez, director del área de Terapia Radiante del Instituto de Oncología Angel Roffo (UBA).
A diferencia de los fotones, los protones causan un daño menor al tejido sano al entrar en el organismo, y descargan la mayor parte de su energía destructiva donde se encuentra el tumor. Una vez depositada esta energía en donde está ubicado el tumor, no se produce un daño adicional al tejido sano que se encuentra detrás de este ya que no hay una dosis de salida. Este fenómeno se conoce como pico de Bragg. Gracias a esto, el tejido sano resulta menos expuesto a la radiación, y las complicaciones del tratamiento son menores.
“Claramente le da la posibilidad al médico de proteger mucho las estructuras críticas o cercanas, si tiene la habilidad de sintonizar la energía apropiada y concentrar esos protones en el lugar donde está el tumor. Por ejemplo, se podría irradiar un melanoma en la zona de la retina y no el nervio óptico que está al lado. Esa es la gran propiedad física”, destacó Santa Cruz.
Actualmente, la evidencia científica justifica su uso para un número creciente de indicaciones y con una clara ventaja terapéutica respecto de otras modalidades de radioterapia, siendo beneficiosa para el tratamiento de tumores pediátricos, cáncer avanzado de cabeza y cuello, cáncer ocular, tumores de la base del cráneo, carcinoma hepatocelular, tumores de la columna vertebral y casos de reirradiaciones.
«El beneficio clínico va a ser muy claro en las lesiones que son muy difíciles de tratar con fotones o un tumor pegado a una estructura muy sensible. Algunos papers aseguran que el 15% de los pacientes que hacen radioterapia convencional se beneficiarían con la protonterapia”, señaló Menéndez.