Si todo sale bien a principios del 2020 -en un corral científico ubicado en San Antonio de Areco- nacerá la primera tanda de terneros cuyos embriones fueron editados genéticamente en un laboratorio y clonados antes de ser transferidos al útero de vacas sustitutas. El experimento, que está realizando un equipo de investigadores argentinos, tiene un objetivo doble: científico y productivo: obtener una primera camada de animales con su genoma «mejorado» de manera que puedan ganar entre aproximadamente un 20 % más de carne que el promedio de su raza.
El procedimiento incluye un segundo paso complejo, pero que ayuda a tener muchas «copias» del ADN de los animales mejorados: la clonación de las células «optimizadas» que atravesaron previamente con éxito el “programa de mejoramiento genético de «precisión”. Si todo funciona como está previsto en siete meses nacerán terneros capaces de producir más carne en menos meses, sin aumentar su consumo de alimento.
Desde hace tiempo laboratorios -y empresas- argentinos clonan rutinariamente animales, en particular caballos. Pero este es un paso adelante en esta frontera biológica.
«Empezamos el proyecto en 2018», contó el biotecnólogo Gabriel Vichera; director científico y cofundador de la firma Kheiron Biotech. Y agregó: «el objetivo es, mediante edición génica, obtener nuevos ejemplares de raza Brangus, pero con la característica de ofrecer más carne y llegar a su peso ideal de faena en menor tiempo. Todo eso consumiendo la misma cantidad de alimento que sus congéneres con el genoma no alterado.
Una vez logrado ese ADN «mejorado», algo que lograron usando herramientas de edición genómica llamado CRISPR Cas9; los científicos clonaron esas células fecundadas e implantaron los embriones resultantes en el útero de un rebaño de vacas. Así ahora, en la cabaña del laboratorio, hay una cincuentena de vacas preñadas y los veterinarios están a la espera de que nazcan los primeros terneros, que tienen fecha de parto prevista para principios del año próximo. «Durante 2020 esperamos criar un rebaño de alrededor de 70 animales clonados. Todos con características genéticas idénticas y que -esperamos- mostrarán mayor «productividad» en la producción de carne que un ejemplar común de la misma raza».
Lo que los científicos destacan es que no se trata de un animal transgénico. «Todo el procedimiento fue cuidadosamente pensado para evitar la introducción de cualquier material genético extraño. Recurrimos a la edición de precisión pero trabajando exclusivamente sobre el ADN original de la raza evitando de esa manera cualquier controversia bioética futura».
Según Vichera, «hoy con las «tijeras genéticas CRISPR, podemos editar el genoma como si fuera un libro: desde corregir errores de tipeo a agregar, o suprimir, frases o secuencias. Así, en nuestro laboratorio, logramos disminuir la expresión del gen de la miostatina, cuya función es crear las proteínas responsables de ralentizar y frenar el crecimiento del tejido muscular del animal. El resultado es que esperamos tener un rebaño de vacas con ese gen «silenciado» y que por eso alcanzarán mayor masa muscular, asegurando una carne más magra y, en promedio, un balance de mayor producción de proteínas por animal».
Otro punto destacado del experimento es que, en lugar de llegar a obtener estos ejemplares mejorados, por medio de cruzas convencionales -algo que llevaría décadas de cría natural-, la edición genómica en el laboratorio se logró en una sola generación. En otras palabras, «en menor tiempo logramos lo mismo que se hizo ancestralmente con las prácticas de los ganaderos, que suman la selección natural, el cruzamiento orientado de ejemplares que muestren características útiles y la variabilidad genética que surge del azar».
Según Vichera, «nuestros resultados nos permitirán tener un avance importante en términos reproductivos y podrían tener un fuerte impacto económico, ya que la gran ventaja de usar herramientas de edición genética y clonar sus resultados nos permite obtener ejemplares de ganado con nuevas características biológicas, en menor tiempo y de forma no azarosa”.
Por otra parte el know how biotecnológico que están poniendo a punto es lo suficientemente flexible como para regular, en cierta medida, el factor limitante del crecimiento de manera de poder crear animales con diferentes grados de crecimiento muscular, algo que puede ayudar a adaptar esta misma técnica para el mejoramiento de otras razas bovinas.
Otro camino biotecnológico
La idea de hacer mejoramiento del genoma mediante el uso de técnicas de edición de precisión como es CRISPR-Cas9 es muy prometedora. Y otros grupos de destacados investigadores argentinos trabajan en líneas similares. Es el caso de Adrián Mutto, investigador del Conicet y especialista en reproducción y mejoramiento genético. Mutto fue profesor de Vichera en la Universidad de San Martin y hoy dirige el Laboratorio de Biotecnologías Aplicadas a la Reproducción y Mejoramiento Genético Animal y trabaja en desarrollos conjunto con equipos de expertos del INTA.
La teoría del experimento que está realizado el grupo de Vichera es interesante, pero habrá que ver como son los resultados finales». «Además, su proceso incluye clonación y eso es algo que, todavía, causa cierto rechazo en los posibles consumidores».
Por su parte, en equipo con Nicolás Mucci y Germán Kaiser, del INTA, Mutto también recurre a CRISPR-Cas9 para «editar» el genoma de vacas lecheras, pero sin clonar los resultados proceso que, en ocasiones, puede poner en riesgo la salud del animal.
«En nuestro laboratorio modificamos el ADN de embriones producidos in vitro y «knockeamos» el gen responsable de la producción de la proteína beta-lactoglobulina, el principal alérgeno de la leche bovina», resumió. Y detalló que «ahora, en un campo del INTA, tenemos cuatro terneras ya nacidas y una decena de animales preñados que tendrán cría en pocos meses. Esperaremos a que crezcan para hacerlas producir leche y comprobar que todas expresen la mutación y que su leche sea realmente hipoalergénica. Con ese resultado, posiblemente el INTA intente armar un tambo experimental para estudiar si es posible hacer una transferencia al sector privado de manera de que sea una realidad la posibilidad de producir productos lácteos hipoalergénicos”.