AdendAR ha tenido ocasión -lamentablemente- de publicar en los últimos meses varios artículos acerca del peligro del dengue. Los más recientes: Dengue: otra alerta de la OPS. Más de 2 millones de casos en Latinoamérica, Avance del dengue en la región: el mayor número de casos registrados de la historia…
Ahora las advertencias llegan de más cerca. En las últimas dos semanas comenzaron a activarse los primeros sensores de la red de detección que mantiene un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Esta red monitorea la actividad de los mosquitos Aedes aegypti. «Está arrancando la temporada de calor y comprobamos que los huevos que durante el invierno están «latentes» comenzaron a eclosionar. En concreto ya detectamos los primeros mosquitos adultos volando por la ciudad de Buenos Aires», le advirtió a PERFIL el doctor Nicolás Schweigmann, investigador del Conicet.
El dato no es menor si se recuerda que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) acaba de publicar un informe que advierte que «America latina atraviesa una situación compleja con el dengue, ya que está inmersa en un nuevo ciclo epidémico de la enfermedad tras dos años de tener baja incidencia». En ese estudio la OPS destacó que «el dengue ya alcanzó el mayor número de casos registrados en la historia, con más de 2,7 millones de pacientes. Eso incluye, hasta octubre, 22.127 casos graves y 1.206 fallecimientos».
También el biólogo Marcelo Abril, Director Ejecutivo de la Fundación Mundo Sano -una ONG especializada en el seguimiento de enfermedades desatendidas– comentó que «están aumentando las temperatura medias y las lluvias. Y por eso las poblaciones de mosquitos comienzan a crecer. En los monitoreos permanentes que realizamos en varias ciudades del norte argentino vimos que ya están dadas las condicionados óptimas para la reproducción del mosquito».
Schweigmann, que es el director del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) que funciona en la carrera de Biología de la UBA, agregó: «normalmente estas condiciones suelen darse a partir de la segunda semana de octubre. Y ambos expertos redoblan el llamado de alerta, destacando que «la temporada 2019-2020 pude ser especialmente grave respecto a estas patologías, tomando en cuenta que en los últimos meses en todo el continente americano ya se contabiliza un número récord de pacientes casos con dengue y una alta tasa de casos fatales. Por eso es clave redoblar y profundizar la prevención durante los próximos meses».
Programa vs campaña. Para los especialistas, tal como en otros años, la clave de la prevención pasa por eliminar los sitios que favorecen su reproducción «básicamente por medio del descachararrado, algo que -lamentablemente- no se está haciendo en forma sistemática ni enmarcado en un programa de largo plazo», advirtió Schweigmann. «Lo que suelen hacer las autoridades es recurrir a la fumigación usando productos químicos. O, recientemente se probó la liberación en el ambiente de mosquitos machos irradiados y estériles para aque las hembras no puedan ser fecundadas. Sin embargo, cada vez hay más estudios científicos que demuestran que esas opciones de control no son efectivas. Lo único que realmente funciona es mantener un amplio programa de descacharrización a lo largo de los años, y que -además- dure los doce meses, no hacerlo solo en el verano».
Para el investigador del Conicet, «hacer fumigaciones en la vía pública tranquiliza a la gente, pero lo cierto es que el insecticida no llega a los criaderos que están en los fondos de las casa ni afecta a los huevos. Tampoco la suelta de machos irradiados parece ser efectiva en el caso del Aedes porque los cálculos indican que, si en una manzana hay 100 machos de Aedes comunes, para poder «superarlos», habría que liberar entre 1000 y 10 mil machos estériles. Y lanzar 10 mil mosquitos en una manzana para «combatir» otros mosquitos es un mensaje totalmente ilógico».
Es más, según Schweigmann hay estudios genéticos que encontraron que el resultado de esta acción fue que se mezclaron los genomas de los mosquitos comunes con los irradiados. Eso podría indicar que «lo que se logra es favorecer la creación de nuevas variedades genéticas que, posiblemente, sean capaces de adaptarse mejor a los ambientes. O sea, no es por ahora una estrategia recomendable para prevenir el riesgo». El investigador agregó que «lamentablemente no vemos campañas de prevención en este momento: ni hay publicidades ni se habla del tema. Y el Estado no genera recomendaciones. Además, las campañas «sueltas» no sirven: tienen que ser programas sostenidos en el tiempo».
En eso coincide Abril: «lo ideal es hacer prevención también durante el invierno. Hacerlo solo durante el veranos es llegar tarde y con pocos recursos. Y especialmente deberían reforzarse los consejos para los residentes argentinos que van a visitar países donde el virus circula todo el año». Y Schweigmann concluyó que «prevenir el dengue no es algo tan difícil si se implementan las medidas adecuadas».
Las obras son una fuente de peligro
Hace un par de años, durante la construcción de nuevos pabellones en Ciudad Universitaria, el equipo de del GEM comprobó un aumento en la cantidad de Aedes volando por la zona. «Durante la epidemia de 2016, en el predio había seis obras en construcción. Y descubrimos que tras la instalación de obradores creció en forma acelerada la cantidad de criaderos. O sea pudimos ver que las obras facilitan que los mosquitos colonicen nuevos ambientes», dijo Schweigmann. «Así, arquitectos, ingenieros e inspectores deberían recibir una capacitación especial para hacer prevención en esos espacios». El experto también destacó que las picaduras del Aedes pueden transmitir entre perros y personas una infección del nematodo Dirofilaria immitis. «Hay papers que indican que este gusano -que afecta el corazón de los perros, también puede afectar a las personas. Y hoy se calcula que entre el 10% y 15% de nuestras mascotas es portador de este gusano. Por lo tanto si una mascota infectada es picada por un Aedes que, luego, pica a una persona, podría haber un riesgo de contagio del gusano. Y sabemos que es una enfermedad grave que produce trombosis en el pulmón y de esto hay casos documentados».