(La primera parte de este artículo está aquí; la segunda, aquí)
3. PURA FIBRA
El escepticismo en torno a ARSAT como empresa de telecomunicaciones duró poco. Ya en 2010, a 6 años de creada y 4 años antes de disparar con éxito ese primer satélite, ARSAT se disparó a sí misma como potencia telemática.
Debió ocuparse de los deberes incumplidos de la privatización de ENTEL, a saber: la planificación y tendido de la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO). En todo esto, la Argentina de inicios de siglo tenía su vieja y esquelética red de cables de cobre trenzado heredada del estado. Corría detrás de la región, que a su vez corre detrás del mundo.
El plan era instalar Internet en todo el país, incluidas desde sus 5 megalópolis a centenares de ciudades medianas y chicas, pero también centenares de parajes rurales donde a duras penas había un teléfono de línea en alguna comisaría o delegación municipal. Y el propósito era llegar a todos estos sitios con fibra óptica de 48 pelos, el equivalente digital de una autopista yanqui de 10 carriles por mano.
Esta fue una decisión presidencial, pero la propuesta -y el dinero inicial- salieron en buena medida de FOETRA, el viejo sindicato de telefónicos. La Federación de Obreros y Empleados de las Telecomunicaciones de la República Argentina es un gremio raro. Uno de los pocos que supo tener un pasado combativo en tiempos militares, y más raro aún, uno que tras la privatización de ENTEL, pese a que estuvo precedida y seguida de cesantías masivas, se atrincheró en Telefónica («Tasa», en «gremialés») y en Telecom («Teco»), y se negó a desaparecer a conveniencia de ambas.
Pese a tener el respaldo del gobierno de Carlos Menem y de su Poder Judicial, Tasa y Teco se encontraron con una defensa de los derechos laborales que en otros servicios privatizados (los ferrocarriles, la electricidad) sencillamente no ocurrió. Con FOETRA los nuevos dueños europeos debutaron zapateando sobre tachuelas desde los primeros compases. Y eso, extrañamente, desde 2010 empieza a salvar a los usuarios.
FOETRA tuvo más visión que la de la pura resistencia ciega. Decidió usar en su favor -sin garantías de éxito- el cambio tecnológico y la renuencia de las privatizadas en implementarlo a fondo. Los usuarios habían dejado en masa por aquella novedad, el celular, sus viejos teléfonos de línea. Pero se estrellaron contra una pared. Las firmas de telefonía de aire, sean de Tasa, de Teco o de terceros, dependen de las redes terrestres para las distancias medias y largas. Y ni Tasa ni Teco cumplieron con sus compromisos de inversión al respecto y las redes se saturaron. De modo que todas las firmas de celular pasaron en una década de ser percibidas como el salvavidas, la única opción para comunicarse, al rol de las firmas más detestadas del país por sus frustrados usuarios. En incontables «focus groups» de consultoras de opinión salían como más odiadas incluso que las de ferrocarril, subte y electricidad. Y es mucho decir.
En 2012 ya la calle sabía que el celular era un clavo, y que para una comunicación exitosa que no insumiera horas de intentonas había que tener al viejo teléfono de línea como «back up». Invisible para el público, el cuello de botella estaba en las redes. En 2000 seguían más o menos siendo las de 1990.
Nacido sobre aquellas líneas viejas de cobre trenzado, FOETRA jugó una ficha a las nuevas redes, las de fibra de vidrio, y lo hizo a través de ARSAT porque era el único jugador estatal a mano en el cuadro post-menemista. Lo hizo con la idea de que la telaraña óptica que empezó a construir el estado fuera mucho mayor y más robusta que las de las privatizadas, para que diera soporte a la telefonía de línea, la inalámbrica y a los entonces novedosos servicios IP, es decir apoyados sobre Internet, como dan los teléfonos celulares de 3G para arriba. El rol de FOETRA en el «boom» de la REFEFO implicó que el gremio tuviera derecho a nombrar un director en ARSAT: Marcelo Tessoro.
Lo que sucedió en nuestro país es casi contraintuitivo y muy ignorado. Un gremio, FOETRA, apuesta su supervivencia a la REFEFO, y al hacerlo salva -sin que haya sido en absoluto su intención- a las firmas privadas que la usufructúan. Éstas son inviables: andan demasiado enredadas en su angurria de currar al usuario vendiéndole ancho de banda inexistente, y repatriar ganancias sin que se les caiga un centavo aquí. Finalizando la segunda década del siglo XXI, en telecomunicaciones la Argentina no es Uruguay (ya quisiera…), pero está mucho mejor que en 2000 y que en 2010. Y gracias a la REFEFO.
La REFEFO fue y sigue siendo, lectores, el mayor intento de integración regional de la Argentina desde los ferrocarriles ingleses, con todas estas diferencias: fibra china, cero ingleses, obra toda argentina, toda pública, de estructura anillada regional en lugar de “radial porteñocéntrica”, integra la Patagonia Austral, y no transporta personas o cosas sino información. Pero eso sí, muy rápido. Y además, sigue viva, no se privatizó ni cerró tramos. Se verá por qué.
En el trimestre final de 2015, la REFEFO ya tenía 31.000 km. tendidos sobre 58.000 planificados, con 6500 iluminados. El macrismo y El Gran Diario Argentino habían dejado de llamarla “obra faraónica” y preferían criticar el lento avance de la iluminación de la red. Bueno, es difícil iluminar la fibra si no ha sido comprada, tendida, microfundida y enterrada. Pero ya palpitando una posible victoria electoral, los “ut supra citados” estaban pensando más bien en cómo colonizarla.
En la REFEFO no hay un peso de inversión privada. Se financia con el Fondo Fiduciario del Servicio Universal, cifra que el ENACOM cepilla del 1% de todo lo facturado por empresas de telecomunicaciones en el país. La fibra envejece en 20 años, y nunca falta el constructor de obra pública o privada que la corta sin querer con su retroexcavadora. De modo que mantenerla en su kilometraje actual sale U$ 30 millones/año. Es plata.
En 2013, con la REFEFO creciendo a todo vapor, un ingeniero a cargo de “trazar la traza”, resumió así la situación: “En los últimos 2 años tiramos más fibra que Telefónica en 22, y del doble de ancho de banda”. En 2017 ese hombre, Alejandro Massolo, se volvería otro de los hoy ya 60 echados por la administración macrista de ARSAT, 20 por ser de la dirigencia anterior, el resto más o menos al voleo para causar terror, muchos irremplazables por su nivel técnico.
ARSAT usó el enorme capital físico y comercial que terminó siendo la REFEFO para dar servicio en los despoblados donde las 2 grandes “telcos” heredadas del menemismo jamás pintaron, porque allí perdían plata.
Pero ARSAT tenía otra misión tan importante como la de ocupar los sitios abandonados por las telcos y megacableras. También debía “pisarles el precio” y aumentar la oferta de ancho de banda en las ciudades medianas y grandes. El mandato con las privadas dueñas de la pelota era, llegado el caso, baipasearlas y hacer contratos directos con las distribuidoras locales chicas y las cooperativas. Y si no las había, con las municipalidades, que las intendencias mismas dieran Internet. Eso debía alcanzar para romper el derecho que tuvieron desde los ’90 los operadores monopólicos a cobrar precios desaforados a cambio de servicios miserables.
Esta consigna ARSAT entre 2010 y 2015 la cumplió con cautela, porque construía la REFEFO mucho más rápido de lo que la iluminaba. Pero en 2015 la iluminación masiva era inminente y abría la posibilidad de un estado regulador de servicios y precios contra cuya oferta no habría competencia posible. Eso aterraba a las telcos y megacableras, aunque ARSAT no amenazara con sustituirlas.
La magister en comunicaciones Mariela Baladrón, de la Universidad Nacional de Quilmes, da una visión minuciosa de este período 2010-2015 aquí. Es historia en acción, y casi nadie la sabe aunque hoy la tiene ante las narices. Es el momento en el cual la REFEFO como soporte de base, permite físicamente la floración explosiva de servicios IP (montados sobre Internet) al estilo de WhatsApp o Waze en todo el país, imposibles sin el cimiento invisible de esa red subterránea de fibra.
Es también el momento en que ese despliegue estatal y la campaña de corso del Gran Diario Argentino chocaron como trenes de frente, y cambiaron todo, para bien y para mal, en el panorama comunicacional argentino.
En 2014, comparados en ancho de banda con la región, no éramos la potencia comunicacional que es Uruguay, y tampoco Brasil. Pero ya no dábamos lástima. Hoy ya subió a 16 mega. Eso es lo que da la REFEFO.
Lo único que ARSAT tenía prohibido fundacionalmente es lo que la jerga llama “última milla”: llegar directamente con fibra óptica a las casas de los usuarios finales. Esto se hizo para preservar a miles de cableras y cooperativas chicas del interior para las cuales la REFEFO se volvió lo que el oxígeno para los humanos. Inevitablemente, a salvo de una competencia directa de ARSAT pero ante un nuevo y descomunal cantero de ancho de banda, los grandes dragones del mercado acopiaron todo el que pudieron a muy bajo costo y multiplicaron sus ganancias, reclutando el doble o triple de clientes, sin mejorarle el servicio o el precio a ninguno, fuera viejo o nuevo.
En la práctica, la REFEFO significó para todo argentino un servicio cuyo ancho de banda promedio nacional en 2004 se medía en kilobytes por segundo (entre 14 y 56). Bajar de Internet un gráfico de barras era bancarse la máquina colgada durante horas. En ciudades de 15.000 habitantes había que hacerlo a las 3 de la mañana, cuando la población y los cibercafés dormían, y tomaba horas.
En 2004 toda Argentina se apoyaba mayormente sobre viejas redes de telefonía de cable de cobre trenzado, o –peor aún- radioenlaces estrechísimos, y sujetos a corte por meteorología: lo que dejó ENTEL cuando la canibalizaron. A partir de 2010 ARSAT empieza a comprar fibra y cavar zanjas, y en 2014, con sólo un quinto de la red iluminada, la velocidad de internet en el país iba llegando a los 4,5 “mega”, 357 veces más rápido que en 2004.
Las Toninas, provincia de Buenos Aires, punto de enlace de la REFEFO con el resto del mundo.
La REFEFO y los satélites absorbieron básicamente casi toda la inversión de ARSAT hasta 2015 (U$ 200 millones/año), pero para los usuarios, esto fue el “Big Bang”. Hoy, sin poner plata en más satélites, ARSAT sigue fondeando U$ 55 millones en hacer crecer la REFEFO (mucho más despacio que antes), porque así le conviene a sus grandes usuarios. Eso sí, desde entonces las nuevas autoridades la rebautizaron Plan Federal de Internet y dan a entender que lo inventaron. Ese afano es un elogio.
Antes de la REFEFO, un mega costaba U$ 250 dólares en San Genaro, Santa Fe; US$ 120 en Santa María, Catamarca; US$ 160 en Perito Moreno, Santa Cruz; y US$ 180 en Sunchales, Santa Fe. ARSAT desde 2018 empezó a ofrecer el mega mayorista a U$ 10. Poco antes de las elecciones, la dirigencia PRO de ARSAT desdolarizó el precio y lo fijó en $ 447. Obviamente, los titanes locales de la Internet no bajaron sus precios y están embolsando diferencias en última milla como nunca antes, mientras Papá Estado Bobo paga la expansión y el mantenimiento de la red en dólares.
La otra razón de ARSAT en 2010 para no dar última milla es que habría tenido que abandonar su tamaño ideal. En 2015 teníamos 2 satélites, el mejor “Data” del país, 30.000 km. de red, 95 estaciones retransmisoras de la Televisión Directa por Aire, la 2da mayor planta de testeo de satélites del Hemisferio Sur y para operar todo eso sumábamos escuetamente unas 400 personas. Empresa chica y ágil pero con activos gigantes, éramos una novedad en la Argentina.
Para dar “milla final”, es decir llegar a las casas, ARSAT habría debido volverse un coloso de decenas de miles de empleados. El GDA y la oposición la habría llamado inmediatamente una ENTEL resucitada, y habría recordado los infinitos males de aquel monopolio estatal.
Hoy la megafusión de Cablevisión y Telecom habilitó al Gran Diario Argentino para volverse un monopolio mucho más poderoso que la vieja ENTEL: genera los contenidos y además tiene un acceso privilegiado en precios a la red de distribución, aunque no sea de su propiedad. Por ende, su capacidad de fabricar la percepción pública jamás llegó tan alto. Si el negocio de los multimedia en Argentina pasó siempre más por la venta de silencio que por la de información, hoy su poder es inmedible: son literalmente dueños de la verdad.
Pero blanco sobre negro, gracias a la REFEFO al menos se miente más rápido. La velocidad promedio nacional de la Internet subió a 16 mega. O eso dice, al menos, el Ministerio de Modernización, nuevo dueño de ARSAT desde la desaparición del Ministerio de Telecomunicaciones. Esos números hay que mirarlos con la lupa.
Blanco sobre negro, si no se privatizó totalmente ARSAT es por eso: para los privados, paga mucho más viva, pero colonizada. Aunque ya no nos dejen hacer satélites, siempre fuimos buenos cavando zanjas. Y gracias a esas zanjas su proveedor de celular tiene señal, y Ud. puede leer este texto por WhatsApp.
Sin embargo, la idea de llegar con fibra óptica directamente hasta las casas con una operadora estatal se emperra en algunas cabezas gringas. En Australia es el negocio de la estatal nbn (escriben su logotipo en minúsculas, de puro modernos). La nbn se fundó porque cualquier “yobbo” veía que las privatizadas de los ’90 allí tampoco invertían un “zack”, y a décadas de la privatización la red de aquel país-continente seguía formada por cables de cobre hechos fruta. Los laboristas reemplazaron todo eso por fibra y servicio estatal “fiber to home”, lo que puso fuego bajo el asiento de las privadas, que tuvieron que empezar a invertir porque se les venía la noche.
Australia se nos parece demográficamente, pero exagera: es un inmenso desierto central con algo de población urbana costera. Por ello, a la población rural dispersa del interior la nbn la comunica no con fibra (sería irrealmente caro) sino con dos satélites muy poderosos, los Sky Muster, que le dan a cada cliente entre 20 y 50 mega de ancho de banda. Los Sky Muster son HTS (satélites de banda muy ancha), de una ingeniería parecida a la que planificábamos para los ARSAT del 4 al 8. Pero pese a que Australia es un país aeroespacial, no trataron siquiera de construir esos monstruos. Les resultan demasiado complejos. Y los ejecutivos de nbn nos miran con cierto asombro.
Jeremy Corbyn, el lider laborista británico y hombre con chances de llegar a Primer Ministro en su país, acaba de declarar que si lo votan fundará British Broadband con última milla incluida (ver aquí). British Telecom, por supuesto, está aterrada. El público británico, no tanto. Todos los servicios privatizados por Maggie Thatcher hoy están entre los más caros del mundo.
Hoy la Argentina es el 2do país sudaca con mayor porcentaje poblacional conectado a Internet: hay un 63% de compatriotas “online”. Viven usando la REFEFO sin saber que existe y que la hizo/hace/mantiene ARSAT, estatal y eficiente, aunque embichada de punta a punta. Ya la desparasitaremos, porque la vieja ENTEL se murió de eso: invadida de empresitas y empresotas parásitas que la mataron por lenta parálisis.
Significativamente, el primer puesto regional en conectividad y velocidad de transmisión lo sigue teniendo Uruguay gracias a la vieja telefónica estatal, ANTEL. Los uruguayos plebiscitaron no privatizarla, tras constatar los resultados impresentables del faenamiento de ENTEL en la Argentina. Y ANTEL tapizó “el paisito” de fibra óptica.
- Llega “No Robarás”
Rodrigo de Loredo, mano derecha de su célebre suegro, el ex ministro de Telecomunicaciones Oscar Aguad. De Loredo es célebre también por su brazo izquierdo.
El Programa Conectar Igualdad, o PCI, nació en 2010 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Debía reducir la brecha digital entre adolescentes pobres y mejorar la calidad de la educación pública secundaria. Era un programa básicamente educativo: ARSAT se limitaba a ser –con orgullo- su “pata técnica”.
En 5 años, el PCI entregó una netbook por alumno de secundaria pública: cuando por fin egresaba del cole, se la quedaba consigo. Hasta 2015, el PCI había entregado 5.315.000 computadoras a docentes y estudiantes en 11.573 escuelas.
El éxito del PCI, aunque poco mentado por los medios, fue despampanante entre los docentes de esas escuelas. Muchos de ellos serían votantes de Mauricio Macri, razón por la cual mientras duró la campaña electoral de 2015, Macri asegurara que iba a mantener ese programa.
Mintió. Es el momento de presentar a Rodrigo de Loredo, abogado, cero experiencia en Telecomunicaciones, pero yerno de Oscar Aguad, también abogado, también cero experiencia en lo mismo, pero Ministro de eso mismo. “El Yerno” fue el primer interventor macrista de ARSAT. No usamos la palabra “interventor” livianamente.
Treintañero y pintón, su autoridad era temible pero vicaria, una cara puesta ahí por jugadores ocultos y poderosos en serio. De Loredo no inventó la liquidación de los satélites ARSAT, o el intento de darle la construcción y propiedad de los mismos a Hughes a partir del 3°. Pero se jugó por todo ello. El hombre, sin embargo, tenía objetivos propios, a saber: ser intendente de Córdoba Capital.
El yerno de Aguad entró en ARSAT alabándola por sus muchos logros, ante una asamblea obligatoria de empleados silenciosos como en misa. Muchos le creyeron: la firma abunda en profesionales veteranos, votantes casi naturales del PRO. En aquella ocasión, De Loredo también prometió cero persecuciones políticas.
También mintió. A las dos semanas echó a la cúpula anterior y varios cuadros medios, 24 en total. Pero además dejó afuera a 5 contratados y a 3 profesionales de Ciencias de la Educación que hacían de ARSAT la pata técnica del programa Conectar-Igualdad, el PCI, tema al que ahora volvemos. Nos pareció necesario retratar al verdugo –que es accesorio- para entender a la víctima. El tema es la víctima.
El antebrazo izquierdo de De Loredo le gana fama: tiene un tatuaje en caracteres góticos: “No robarás”, dice. El antebrazo derecho no parece tener leyenda alguna.
El Yerno es autorreferencialidad dermatológica en estado puro: al llegar a ARSAT, prometió no dejarse el bigote hasta tanto no cumpliera los planes que tenía para la firma. El planeta entero contuvo el aliento… Cuando se tuvo que ir en 2017, porque se descubrió que este gobierno presuntamente profesional estaba demasiado lleno de tíos, sobrinos y parientes sin pergaminos o pinet para su función, como él mismo, El Yerno había logrado (dijo) todo esto:
- Déficit cero. Obtenido suspendiendo el ARSAT-3 y cobrando la venta de señal de los ARSAT-1 y 2, que obviamente De Loredo NO construyó y estaban recién satelizados. Es el equivalente de perder 30 kilos amputándose las 2 piernas.
- 410 localidades nuevas conectadas a la REF… perdón, al Plan Federal de Fibra Óptica, sobre 1300 que había prometido. Las 410 son discutibles: al llamar por teléfono a decenas de intendentes respectivos, casi una tercera parte ignoraba para qué servían aquellas cajas blancas de conexiones que ARSAT había dejado en la plaza, o en algún lugar céntrico, y adiós. Ahora Ibarra dice que son 1000 localidades conectadas. Le creemos tanto como a De Loredo.
“No Robarás”, haciendo patria con los operarios y técnicos que tienden la REFE… perdón, el Plan Federal de Internet.
- 23 antenas de TDA menos. Sobre 15 antenas nuevas prometidas por “No Robarás” a la TDA (Televisión Directa por Aire), no pintó ninguna. Ésas eran las que transmitían los contenidos culturales argentinos de calidad de la Televisión Pública, y también “Fútbol para Todos”. Pero 8 antenas quedaron fuera de combate por falta de mantenimiento. En sumas y restas de almacenero, quedaron con 23 antenas menos. Ah, y aquellos 100.000 decodificadores sin repartir…
- Aún así, De Loredo se fue de ARSAT con bigote. Pasó el tiempo y en las elecciones de Córdoba Capital salió tercero, pese a que ARSAT desde 2016 le había pagado una campaña fabulosa. Durante su intervención, la firma literalmente inundó las redes sociales con imágenes de su recia estampa, usando casco de seguridad y charlando con los operarios en todo lugar al que llegaba la REFEFO. Pruebe googlear su nombre + fotos y hay a patadas, porque contrató fotógrafos, cameramen y operadores de drones y agencias de publicidad para inmortalizarse en acción. Nos habría encantado tener semejante maquinaria comunicacional cuando lanzamos el ARSAT-1. Trate en cambio de encontrar una foto de Pablo Tognetti, el tipo que construyó la emprea ARSAT, la REFEFO, el Data, los satélites, etc: no hay. Nos encanta aún el slogan que trajo De Loredo a ARSAT: “El futuro en cada argentino”.
En la vida real, que es más sucia que la mediática, De Loredo fue uno de los que destriparon el Plan Conectar Igualdad (PCI). Y al hacerlo esos tipos le robaron bastante futuro a mucho argentino adolescente de familia pobre. De modo que ahora sí entremos en materia.
Si pudiéramos acusar a Mauricio Macri de tener ideas, tras un encuentro en Davos, Suiza, con Bill Gates, adoptó las del fundador de Microsoft en materia de informática educativa. Por eso en el decreto 386/2018, que sustituye al Programa Conectar Igualdad (PCI) por “Aprender Conectados”, Macri sostiene que quiere ir más lejos que una mera repartija de notebooks hechas en Tierra del Fuego.
En realidad, el PCI no fue jamás un revoleo de hardware: el Ministerio de Educación tenía aproximadamente 1000 expertos tejiendo software nacional para todas las materias de secundaria, y con enfoques muy originales e interdisciplinarios. Si hubo revoleo, fue sobre todo de software.
Después del 10 de diciembre de 2015, aquel valiente millar de expertos en Ciencias de la Educación, en su mayoría dependientes del Ministerio mediante “contratos basura”, fueron dejados primero sin tarea, luego relegados a las provincias (que no querían saber nada de pagarles), y después cesanteados. Si te he visto, no me acuerdo. Hay que aprender la lección: no se puede revolucionar la educación sin trabajo de planta.
Pero algo del trabajo de todos esos docentes echados vive. Las 5.315.000 notebooks del PCI permitían (y permiten), por ejemplo, estudiar Geografía y Ciencias sociales como Ud. y yo jamás lo hemos hecho: a partir del análisis de imágenes satelitales. O también aprender Lengua y Literatura a partir de un cuento en versión audiotexto. Y luego el programa le pide al alumno que produzca una versión audiovisual de la narración, pero usando sistemas de programación gráfica y de sonido, que también le suministra.
La enseñanza de manejo profundo de “la compu” con el software del PCI era directa e indirecta: estaba implícita hasta en consignas como las de generar videojuegos usando soft de base libre como “Pilas Engine” o “Scratch”.
Ud. se estará preguntando, lector, si estamos hablando de Finlandia, pero le juramos que todo esto pasó en la Argentina y durante 5 años, hasta que de pronto no pasó más, y nadie se preguntó siquiera por qué. Ud. tal vez dude si el PCI existió. Pregúntele a alguien que haya cursado la secundaria pública entre 2010 y 2015. Nosotros, que somos respectivamente un informático y un periodista científico, sabemos bien que la venta de silencio cada vez paga más y sale mejor. ¿Cuántos argentinos saben que existió Conectar Igualdad? Hay gente que lo ignora EN ARSAT.
La nueva y amable cara de ARSAT, Raúl Martínez. No le hemos visto tatuajes.
Entre tanto, la empresa migró en el tótem ministerial. Ido que se hubo De Loredo rumbo a la gloria edil, ARSAT quedó bajo comando directo presidencial, y la dirige Raúl Martínez, hombre del riñón del extinto Franco Macri, “preso y procesado en los ´90 por contrabando agravado, evasión impositiva y obstrucción de la justicia como cabeza de una offshore con la que los Macri hacían negocios desde la automotriz Sevel” (según el portal Nuestras Voces, periodismo ciudadano). Nuestras Voces añade –tal vez de un modo reduccionista- que fue la absolución de los imputados en aquella causa por parte de la Corte Suprema (un modesto asunto de U$ 55 millones), lo que determinó el fácil descabezamiento de la misma por el presidente Néstor Kirchner. Eso es quitarle méritos a aquella Suprema.
Los tilingos que gobiernan 2015/19 creen que la educación de calidad es un derecho de ricos, y a veces lo dicen. Mauricio Macri en particular parece no haberse beneficiado nada de ese privilegio, pero él y sus caciques odiaron Conectar Igualdad visceralmente. ¿Era demasiado “wow” enseñar informática a través de Historia o Física? Tal vez. Pero el crimen real era que PCI obviara a Microsoft y funcionara en Huayra, una variante criolla del código abierto Linux. Eso no le paga licencias al tío Bill (Gates).
Disperso su plantel de creadores, hasta el 10 de mayo de 2018 el PCI siguió en plan zombie, más muerto que vivo y sin actualizarse. ¿Qué habrá pasado con su “nube”? Usaba aquel nuevo nombre de “Aprender Conectados”, pero se había devaluado a repartir “tablets”, aparatos tan útiles para la enseñanza “online” como las galochas lo son para el fútbol. Nuevamente, quedaron 800.000 notebooks sin entregar. ¿Quién se las quedó?
A todo esto Microsoft y el GDA hicieron fuerza para que el ENACOM, que tiene el “sí” fácil, firmara la implementación del programa “Shape The Future” (Dale forma al futuro), compuesto por paquetes de software educativo importados. “Shape” es tan argentino como Puerto Rico, pero además corre sobre sistema operativo de Microsoft, que cobra licencia por cada plataforma en que se instala.
Sin embargo, la gigante del Silicon Valley no está haciendo grandes negocios en nuestras aulas. El nuevo Ministerio de Educación, regido ya no por el carismático Esteban Bullrich sino por Alejandro Finocchiaro, al que le tocó operar en el ajuste extremo, dictaminó que ya basta de entregar notebooks o tablets. Es que el 87% de los alumnos de secundario encuestados respondieron que ya tenían una computadora en su hogar.
Moreno, el informático entre quienes firmamos, cree que los encuestadores no preguntaron por el origen de tales computadoras: en los 2 quintiles más pobres de la población estudiantil, dice Moreno, habría salido clarito que dichas máquinas eran las 5.315.000 repartidas por “Conectar-Igualdad”. La primer “compu” que hubo en casa…
En lugar de los 1000 expertos echados del PCI, Finocchiaro puso a 4 universidades privadas (todas canteras del funcionariado del PRO) para que continuaran elaborando los contenidos de “Aprender Conectados”. Son la Siglo XXI, la Católica Argentina, la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).
Por lo pronto, dicha craneoteca y Finnochiaro decidieron que “Aprender Conectados” implementaría educación digital, programación ¡¡y robótica!! en la currícula para todos los niveles obligatorios (inicial, primario y secundario) e incluso para los Institutos de Formación Docente. Lo extraordinario del caso es que esos 4 templos del saber refulgen por su falta de laureles en todas esas disciplinas. Diferencia notable con el viejo plantel de “Conectar Igualdad”, salido de las plebeyas universidades nacionales de Buenos Aires, La Plata, Córdoba y la Tecnológica (UTN).
Pero Finocchiaro no tendrá tiempo para transformar su Ministerio en las Nuevas Academias Pitman. Primer problema, se le acabó el tiempo: el PRO perdió las elecciones y “Aprender Conectados” se ganó entre los profesores de secundaria la misma popularidad que el presidente Mauricio Macri tiene en las canchas de fútbol. En parte, por lo mismo.
Lo otro es que “Aprender Conectados” se licuó con la hiperinflación de 2018 no sólo en contenidos sino en plataformas. Si antes revoleaba notebooks y luego entregó algunas tablets, finalmente descendió a un goteo de celulares, de los cuales la gobernadora María Eugenia Vidal y el presidente Macri repartieron unos 8000 destinados a 2000 colegios secundarios bonaerenses en un acto en San Justo. 4 celulares por colegio, y se acabó lo que se daba.
El problema es que una parte de los 16.000 colegios bonaerenses carece de telefonía móvil. Más interesante aún, esos 8000 telefonitos no pueden siquiera salir de cada colegio. Donde obviamente, terminarán siendo usados para videojuegos.
En síntesis, ARSAT es recuperable porque hizo demasiadas cosas por el país, y las hizo bien. Recuperable a alto costo. Mucho negocio parásito a expurgar, preferiblemente en los 100 primeros días, y suerte al que lo intente.
Pero no parece que tengamos opción.
Alfredo Moreno, informático, profesor de TICs en la Universidad Nacional de Moreno, delegado de ARSAT ante FOETRA
Daniel Arias, periodista científico, ex RRII de ARSAT