Una de cada cuatro personas manifestará un problema psiquiátrico o neurológico en algún momento de su vida. Esto equivale a 1800 millones de habitantes en todo el mundo. Sin embargo, los psiquiatras no cuentan con herramientas objetivas para la evaluación de los pacientes. Esto ocasiona que a veces los diagnósticos sean tardíos, que muchas personas no tengan acceso a los mismos y hay una baja tasa de éxito en la aprobación de nuevas drogas por el costo enorme de desarrollo que presentan.
Para curar al cuerpo, la medicina cuenta con los exámenes de laboratorio para medir patrones objetivos que el médico interpreta para tratar una diabetes, una cardiopatía, colesterol o una fractura. ¿Y si pudiéramos hacer lo mismo con la mente? Esto es lo que se preguntó un grupo de científicos argentinos hace ya una década, cuando comenzaron a desarrollar una herramienta capaz de desestrañar los patrones presentes en el lenguaje. Así nació Sigmind, una plataforma de inteligencia artificial de análisis automático del discurso, que cuantifica síntomas, eventos y problemas de los pacientes. «Sigmind no hace un diagnóstico del paciente, eso lo hace el psiquiatra. Medimos de manera objetiva distintos patrones que los psiquiatras evalúan a la hora de medicar y tratar. Los algoritmos descomponen el discurso, que es el núcleo de los diagnósticos psiquiátricos, en distintas métricas objetivas, en números que le sirven al psiquiatra como una evidencia más para sustentar su diagnóstico», explica Facundo Carrillo, cofundador y director de tecnología de Sigmind.
La plataforma también da información de los efectos de los fármacos a través del tiempo y colabora en la adherencia al plan recetado. En la Argentina ya están trabajando con médicos de las principales instituciones médicas, como es el caso del Fleni. Hoy ya cuentan con 400 pacientes del país, Chile y España y con 5000 audios grabados por los pacientes.
Sigmind Labs es el nombre de la plataforma y de las apps que usan médicos y pacientes. A través de su teléfono, el paciente se graba a sí mismo por fuera del espacio de consulta. Con esa información, el psiquiatra puede observar cómo está evolucionando y actuar en caso que esté teniendo algún episodio que requiera de atención específica. «Un paciente acude a consulta una vez cada dos semanas o menos, entonces cuando se le pregunta cómo ha estado, es habitual que conteste bien o mal, pero sin mayor información porque no recuerda y porque no es fácil armar un relato de todo el tiempo vivido», explica Carrillo. La app posibilita los audios periódicos, varias veces al día y en distintas ocasiones. Envía recordatorios de las grabaciones como también de las pastillas a ingerir. A su vez, estos audios se almacenan en una plataforma online a la que el médico puede acceder para estudiar la evolución o no del paciente, así también como las anomalías o episodios puntuales. Esto va alimentando una gran base de información creciente que hace que la IA empiece a aprender de los patrones detectados.
La privacidad de la información es una de las variables más críticas de la digitalización, aún más al tratarse de la salud de las personas. Desde Sigmind aseguran que son únicamente los médicos de cada paciente los que pueden acceder a la información de los mismos y que son los mismos pacientes los que dan su consentimiento para que la plataforma utilice los audios para mejorar cada vez más la herramienta, aunque la seguridad de los datos online seguirá siendo un desafío constante para todas las industrias.
Sobre el fantasma de que estas tecnologías vienen a sustituir el trabajo humano, Carrillo asegura que esto es una herramienta para que el psiquiatra despliegue: «Una de las cosas más valiosas que hay en el diagnóstico psiquiátrico es la subjetividad del psiquiatra. Esta herramienta es un soporte para el profesional, una ayuda para tener una base objetiva sobre la cual poder llegar a sustentar alguna decisión diagnóstica. Siempre, el que hace el juicio, el que evalúa, es el psiquiatra», indica Carrillo.
Proyecto del año
El 29 de noviembre último, Sigmind resultó la ganadora de Samsung Innova 2019, la tercera edición del concurso de innovación de la compañía tecnológica en Argentina, que premia a los mejores emprendimientos del país vinculados con la tecnología, la innovación y que generan impacto positivo en la sociedad. La startup de IA ganó en la categoría ciencia y salud y también el Gran Innova, que es el máximo reconocimiento al mejor proyecto del año. El equipo de Sigmind está integrado por cuatro científicos formados en la universidad pública, tres de ellos científicos del Conicet y docentes. El neurocientífico y físico Mariano Sigman, fundador y ahora también director ejecutivo de estrategia, Facundo Carillo, director de tecnología que hizo su tesis doctoral en esta temática, Raúl Etchegoyen como CEO y el doctor en psiquiatría y master en estadística médica Lucas Drucaroff, como director médico.
Además de la plataforma para médicos y pacientes también trabajan en Sigmind Pharma, una división que apunta a hacer crecer la medicina de precisión, es decir el desarrollo de drogas más personalizadas, ya que estas métricas pueden servir para predecir si una determinada droga va a hacer efecto o no en un paciente. «Para las drogas psiquiátricas, lo que se llaman los neuropsicofármacos es complicado todo el proceso de aprobación porque, justamente, no existen o no hay otros marcadores que ayuden a seleccionar mejor los pacientes para los ensayos clínicos», explican. Y también avanzan en otras ramas de la medicina como la cardiología, para la que están desarrollando Cardio Traige, una IA para mejorar el diagnóstico y tratamiento en eventos cardíacos. Además, están conversando con entes regulatorios y con los demás actores del universo de la salud para integrar esto de la mejor manera posible. El equipo de Sigmind usará el premio de Samsung Innova para invertir en gastos legales que requiere la startup, para tercerizar partes del producto y en gastos para viajes comerciales.
El sueño de estos emprendedores argentinos es convertirse en el estándar de la psiquiatría moderna y, aunque quedan muchos desafíos por delante, como la adaptación de la herramienta a distintos lenguajes, se sienten confiados en estar en el umbral en un nuevo momento de la medicina potenciada con el poder de la inteligencia artificial. Carrillo siente que llegó el momento de devolver: «Me siento privilegiado por haber podido acceder a la universidad que me permitió cursar una carrera de grado y un posgrado que fue financiado por Conicet. Creo que este privilegio tiene que funcionar para la sociedad en general y no solo para mí. Se puede colaborar desde el sector privado con responsabilidad y devolver a la sociedad como vehículo para la inclusión de sectores que hoy la están pasando mal».