Aún falta ponerlo a punto, pero los integrantes de una empresa de base tecnológica del CONICET ya han iniciado las pruebas en humanos.
Una tira reactiva similar a las que se usan en los test de embarazo podría detectar material genético (ARN) del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 a partir de muestras de saliva, aseguran los científicos argentinos que trabajan en su desarrollo.
“Queremos llevar nuestra solución a hospitales y salas de baja complejidad lo antes posible, tanto a nivel nacional como mundial”, afirmó Guillermo Repizo, integrante del equipo de Caspr Biotech, una empresa de base tecnológica del CONICET e investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR).
El test rápido y portátil en desarrollo se basa en la tecnología CRISPR de edición genética. “Es un sistema de detección rápido de material genético. Veníamos trabajando con esta metodología para otros patógenos, pero al irrumpir la pandemia lo adaptamos para el nuevo coronavirus”, afirmó el investigador del IBR, que depende del CONICET.
Aún falta ponerlo a punto, pero los investigadores probaron de manera exitosa el test en muestras de saliva provenientes de 10 pacientes infectados y 10 personas sanas que previamente habían sido diagnosticados con el método clásico de PCR, pero que implica procesos más largos, equipamiento de mayor complejidad y reactivos importados más costosos.
“Nuestro test permite detectar el ARN del virus en una baja concentración en menos de una hora y sería portátil y económico”, indicó Repizo, un doctor en biología que se especializó en bioinformática y también es docente de la Universidad Nacional de Rosario.
La tecnología CRISPR podría servir para diagnosticar la infección del nuevo coronavirus desde que el paciente comienza con las manifestaciones clínicas e incluso antes de presentar síntomas.
“Tratamos de tener el kit de detección para julio, optimizado, validado con muestras, y aprobado por la autoridad reguladora de medicamentos de Estados Unidos (FDA) en formato de emergencia”, afirmó Repizo, quien trabaja en un equipo integrado por más de 25 personas y está asesorado por colegas argentinos que realizan sus posdoctorados en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.
Los resultados de las primeras validaciones del test fueron publicados en BioRxiv, un repositorio de preimpresión de acceso abierto para las ciencias biológicas.