El presidente Alberto Fernández anuncia y explica desde Olivos, en un breve video, otro desarrollo de científicos argentinos: un test llamado Neokit Tecnoami para detectar genes del virus SARS-CoV-2 de forma económica, sencilla y rápida. Brinda certeza confirmatoria, mayor que la que dan los tests serológicos que detectan anticuerpos.
El Neokit Tecnoami es un test de base molecular rápido, sensible, de bajo costo y sencillo de operar. Se realiza sobre la base de un hisopado.
Lo desarrolló un equipo del del Instituto de Ciencia y Tecnología Dr. César Milstein (un acuerdo público-privado entre el CONICET y la Fundación Pablo Cassará). Será producido a gran escala por el Laboratorio Pablo Cassará.
El Neokit Tecnoami es básicamente un PCR, detecta genes del virus SARS CoV-2. Antes los «amplifica» (multiplica su cantidad, copiándolos desde 12,5 a centenares de veces), Desde su multiplicación por 12 en cantidad -el límite de sensibilidad del sistema- se vuelven detectables a reactivos enzimáticos que, en caso positivo, cambian de color («viran», dicen los bioquímicos) de violeta a azul en un par de horas. ¿Fiabilidad? Con sólo 6 amplificaciones, del 80%, con 12, del 100%, que al ser comparadas contra otras PCRs más caras, lentas e imposibles de desplegar «a campo» dan un 98%, casi libre de falsos positivos o falsos negativos. Son números impresionantes.
La amplificación y el viraje se hacen en un aparato compacto llamado Plataforma de Amplificación Molecular Isotérmica (AMI), cuyo uso no necesita de profesionales universitarios: lo pueden manejar enfermeros y/o técnicos. Solo se necesita un tubo de reacción que contiene el «buffer» con las enzimas y la muestra. En lugar de amplificación a temperaturas alternantes (el ciclado térmico es lo típico de un PCR), el aparato isotérmico trabaja a 64°C constantes hasta lograr en un par de horas la amplificación génica necesaria para que la muestra haga esa reacción diagnóstica visible a ojo desnudo. El proceso toma 2 horas, en lugar de las entre 5 y 6 de una PCR convencional.
El Neokit Tecnoami para el SARS CoV-2 se deriva de otro que test venía (y viene) en camino, de similar base tecnológica y similar simplicidad. El Centro Milstein venía trabajando para una PCR simplificada capaz de detectar el dengue, con un equipo formado por los científicos argentinos Adrian Vojnov, Carolina Carrillo, Santiago Werbajh, Luciana Larocca y Fabiana Stolowicz. Cuando empezó la pandemia de SARS CoV-2, el grupo pidió apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MinCyT) y reorientó el foco hacia el nuevo virus. El MinCyt suministró ejemplares de «bibliotecas virales», en los que había virus provenientes de Wuhan, China, foco inicial de la pandemia, amén de otros provenientes de Japón, EEUU y Argentina.
El Centro Milstein terminó su desarrollo en apenas 60 vertiginosos días, incluido el tiempo de validar comparativamente el test con muestras clínicas hechas con el RT-PCR y otros PCRs convencionales, el «standard de oro» actual. Eso se hizo en la institución de referencia, que es el ANLIS-Malbran, dependiente del Ministerio de Salud. Allí es donde se certificó una fiabilidad comparativa del 98% respecto de estos exámenes considerados confirmatorios. Paralelamente, se trabajó en obtener el licenciamiento de la autoridad sanitaria, el ANMAT, la cual, ante la emergencia y vista la documentación acompañante, otorgó la autorización de uso masivo el 15 de mayo de 2020.
La plataforma AMI contiene en forma encapsulada toda la química necesaria para «correr» el procedimiento de copiado y amplificación de 4 secuencias genéticas que son exclusivas de este especie viral. Lo importante es que esa plataforma trabaja sola. Los únicos equipos auxiliares que deben acompañarla son una centrífuga chica y un «bloque térmico», equipos baratos y fácilmente disponibles en el mercado.
Los técnicos o enfermeros dedicados a usar el Kit Covid están eximidos de procedimientos de laboratorio calificados, engorrosos y falibles, como el pipeteado y manipulación de los reactivos por separado. Pueden trabajar lejos de todo laboratorio sofisticado, en sitios improvisados en cualquier barriada, donde lo único necesario son limpieza y electricidad. El Kit Covid-19 es, en todo sentido, un sistema de despliegue fácil.
El «target» sanitario lógico de esta nueva herramienta lo decidirá el MinSal, pero se entiende que la prioridad la tendrán los barrios populares del AMBA y los cordones externos de otras megalópolis argentinas, así como cualquier otro lugar donde el nivel de contagio está facilitado por el hacinamiento. El kit se puede usar tanto «a pie de cama» como en carpas sanitarias, con la única salvedad de separar la sala donde se toman los hisopados de aquella otra donde se «corre» la reacción detectora, para evitar contaminaciones cruzadas del material.
La sencillez aparente del despliegue y de los procedimientos esconde las complejidades químicas del kit. Los genes del virus SARS CoV-2 están hechos de ARN, como todos los del género «Corona», y lo primero es copiarlos en otro soporte genético más duro: ADN, y luego aumentar la cantidad de copias de ese ADN hasta alcanzar el límite de sensibilidad de los reactivos: el «viraje» de violeta a azul que indica un caso positivo.
Al empezar la pandemia, el trabajo inicial del MinSal fue descentralizar el diagnóstico RT-PCR, sólo disponible en el ANLIS Malbrán, y llevarlo a más de 34 laboratorios asociados públicos y privados en todas las provincias. Ahora el Neokit Tecnoami descentraliza la detección aún más, y ésta puede ir a miles de sitios donde vive la población de mayor riesgo social y sanitario.
Como argentinos, esto nos deja en un sitio exclusivo en una región que vive importando sistemas de testeo de menor fiabilidad o de descentralización imposible, y que frecuentemente debe conformarse con lo que hay, tanto en calidad como cantidad. Cuando se masifique la producción, el Neokit Tecnoami podrá llegar incluso a los pequeños caseríos de la población rural agrupada. Esto no será inmediato: el Laboratorio Pablo Cassará estima hasta 60 días para lograr una rampa de producción capaz de seguir la curva de demanda.
Por ahora, Cassará proyecta una producción local de casi 500 kits por semana. Cada uno permite procesar simultáneamente hasta cien muestras de hisopados, lo que permitirá alcanzar los 200.000 testeos mensuales de calidad confirmatoria.
«Es importante entender la ciencia, para qué sirven los científicos. Sirven para esto, para que a 60 días de instalada una pandemia, nosotros tengamos personas que pudieron dedicarse a ayudarnos a detectar a las personas infectadas rápidamente y actuar según los protocolos que nos recomienda el Ministerio de Salud para tratar a esos pacientes, a esa gente», dijo el presidente Alberto Fernández.
«Tiene un 98% de coincidencia. Quedaría un 2% que puede darse una falsa negatividad», agregó el ministro de Salud, Ginés González García, en la misma conferencia de prensa. «Esto es una ventaja importantísima. El tema de los reactivos es una demanda mundial muy importante. Un desarrollo nacional, que hace a la propia industria y sustitución de importaciones. Además, un test que tiene mejores características al procedimiento actual. Puede hacerlo gente de menos calificación y puede hacerse descentralizado, es más rápido».
Por su parte Roberto Salvarezza, el Ministro de Ciencia y Técnica, agregó: «Es un método similar a la PCR pero más rápido, que simplifica mucho la técnica de diagnóstico del virus. ¿Se acuerdan de que la semana pasada anunciamos el tema de los tests serológicos? Esos son de anticuerpos. Éste es de detección».
Para ahondar en la distinción de Salvarezza: en un artículo previo de AgendAR comparamos ambos tipos de tests: los serológicos de anticuerpos detectan las dos grandes reacciones sucesivas del sistema inmune contra la invasión del SARS CoV-2: la aparición de anticuerpos IgM, que suele empezar entre 5 y 10 días después de iniciada la virosis, en su período clínicamente más asintomático, y luego la aparición de los anticuerpos IgG, de acción más específica, retrasada hasta 3 semanas respecto del inicio de la infección. La fortaleza de los tests de anticuerpos son su bajo costo, su tamaño compacto (son tiras de papel con los reactivos embebidos), sus resultados casi inmediatos y la posibilidad de su uso en espacios abiertos públicos.
Los tests de anticuerpos de buena calidad detectan separadamente los anticuerpos «de emergencia» IgM y los «definitivos» IgG. La intensidad de cada reacción (medida por la aparición de dos rayas bien separadas en una misma tira de papel) permite hasta dar una cronología aproximada de la enfermedad al momento del ensayo. Una sola raya de IgM y ninguna de IgG es una infección reciente, una sola raya de IgG es una infección ya vieja, posiblemente en evolución hasta la curación, o incluso curada. Esto puede habilitar al testeado no a trabajar (no se ha demostrado aún que tener anticuerpos equivalga a estar protegido), aunque sí a donar sangre para fabricar concentrados curativos de plasma para sacar a flote a pacientes graves.
Pero la debilidad intrínseca del método es el «período ventana»: los entre 5 y 10 días en que el portador sano puede tener una alta viremia (contenido de virus en sangre), ser un «supercontagiador», y sin embargo todavía carecer de anticuerpos IgM. Es riesgo es lo que está implícito en un falso negativo. Es más, si con únicamente este método se sale a relevar la incidencia de una ciudad o provincia donde la pandemia acaba de llegar y casi todos los casos son nuevos, tanto los individuos como las autoridades tendrán un cuadro atrasado de información.
Esto es inevitable aún si se trata de kits de desarrollo local, apuntados a las cepas virales de circulación regional, licenciados por el ANMAT y con una calidad de fabricación óptima (a diferencia de los kits donados por China, o los de una farmacológica europea de primera línea). Si al problema del «período de ventana» se le suman la falta de licenciamiento de la autoridad sanitaria del país de origen (el caso de algunos tests chinos y al menos de uno de un prestigioso laboratorio europeo), la cantidad de falsos negativos puede exceder el 60%.
El Neokit Covid-19, en cambio, es un detector de 4 secuencias genéticas exclusivas del SARS CoV-2. Es un test sumamente específico: no tiene sensibilidad alguna ante otras especies de coronavirus, entre ellas las 4 del resfrío común, o las de epidemias asiáticas letales como el SARS 1 o el MERS. Aunque haya muy pocos virus en las narinas, la faringe o la saliva del portador, la amplificación isotérmica de los genes del SARS CoV-2 da una fiabilidad imposible para los tests serológicos, dependientes del tiempo de la infección y de la capacidad inmunológica del infectado, que es sumamente variable. Si hay virus, aunque sea poco, con un test tipo PCR como el Neokit salta literalmente a la vista, y con una posibilidad de falso negativo de apenas el 2%.
Lo que no logra un PCR (éste o cualquier otro de alta calidad) es medir el grado de evolución de una infección en curso. Y es que detecta al invasor, no la evolución cronológica de las defensas bioquímicas del enfermo contra el mismo. Por eso ambos tipos de test son de uso complementario y se contempla su uso combinado.
Segundo avance clave en menos de 10 días
La presentación del Neokit Tecnoami es el segundo gran avance de la medicina y la industria nacional ante la pandemia. Hace ya casi dos semanas, otros científicos argentinos encabezados por Andrea Gamarnik desarrollaron un test serológico para medir anticuerpos contra el coronavirus, como informó aquí AgendAR.
Ese desarrollo, que se pensaba tardaría entre tres y cuatro meses, se completó en un tiempo récord de un mes y medio (Gamarnik confiesa que ella y su equipo, y los equipos asociados, trabajaban 15 horas/día en promedio). Esta primera herramienta de testeo de la Unidad Covid-19 armada por el MinCyT fue validada en 5.000 muestras con óptimos resultados y recibió la aprobación de la ANMAT apenas 9 días antes de la presentación del Neokit Tecnoami.
Con esto se va completando la panoplia nacional de sistemas de diagnóstico ante la emergencia. A subrayar, estas tres ideas-fuerza: lo que hemos desarrollado en Argentina es la capacidad, ni más ni menos, de testear al 100% de la población allí adonde vive, y más de una vez, y mientras dure la pandemia. De todos modos, si a escala de 41 millones de argentinos el costo por testeo se vuelve económicamente insignificante, no está demostrado que esta estrategia sea efectiva en términos sanitarios. La que se instrumentará por ahora es usar el test de anticuerpos en casos sospechosos y sumar el Neokit Tecnoami como confirmatorio en el enfermo, así como en toda persona que esté o haya estado en contacto estrecho con el mismo, tenga o no síntomas.
Nuevamente, dentro de Sudamérica somos un ejemplo único de autosuficiencia en diagnóstico, y se alcanzó en dos meses. Esa carta va dirigida a los medios que siguen insistiendo «en que en Argentina hay pocos casos porque se testea poco». Falso, hay pocos casos porque se aplicó cuarentena INICIAL a rajatabla y se acható la rampa inicial de infecciones.
Con dos equipos de diagnóstico complementarios, de base tecnológic diferente, de producción nacional, de alta calidad, y de certificación por la máxima autoridad regulatoria, no sólo estamos bien parados para la gestión de la pandemia, sino en sustitución de importaciones, e incluso ante la posibilidad de exportaciones, a la región y al mundo.