500 mil personas ya se anotaron en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular

En seis semanas de funcionamiento, sin ruido en los medios, casi medio millón de personas se inscribieron en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular. Abierto desde el 7 de julio, el RENATEP suma ya 461.810 anotados, según dio a conocer ayer jueves 20 la secretaría de Economía Social.

Los inscriptos son trabajadores informales que generan sus propios ingresos. Es decir, aquellas personas que no tienen empleo en el sector privado ni dentro del Estado, y que han debido inventarse su trabajo. En el gobierno estiman que esa franja social puede abarcar a seis millones de argentinos, más de un cuarto de la población económicamente activa.

La creación del Renatep fue impulsada por los movimientos que integran la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), para poner en el mapa una realidad subvalorada en los análisis económicos. Uno de los debates en curso en este sentido es cómo reconocer derechos laborales a estos trabajadores: vendedores ambulantes, feriantes, gasistas,  electricistas y albañiles que viven de changas, talleristas autogestivos, trabajadores de comedores populares, recicladores urbanos, quinteros de la agricultura familiar, cooperativistas, trabajadores de fábricas recuperadas y  de comercializadoras alternativas.

«Se puede anotar quien no esté inscripto en la AFIP o tenga monotributo desde la categoría A hasta la D«, explica Sonia Lombardo, directora del Renatep. También quienes, teniendo trabajo en relación de dependencia, cobren menos que un salario mínimo.
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El primer dato destacable es que se inscribieron más mujeres que varones. La lectura que hacen en el Renatep de es que la economía popular está feminizadacomo la pobreza.
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Si se mira por tipo de actividad, lo más llamativo es la cantidad de personas que realizan trabajos sociocomunitariosson un 26% de los inscriptos. Es un reflejo del momento que atraviesa el país con la pandemia y la crisis alimentaria. Esos trabajadores realizan en su mayor parte tareas en los comedores y merenderos comunitarios, preparando comida, limpiando, cargando y descargando mercadería, distribuyendo viandas. También entran aquí quienes sostienen medios de comunicación barriales, agentes de salud, quienes realizan tareas para sostener la escolaridad de los chicos y otras actividades de cuidado.

Un grupo equivalente, un 27% de los inscriptos, es el de quienes trabajan en servicios personales. Las trabajadoras y trabajadores de limpieza son 21 de cada cien casos. Son mujeres que limpian casas por hora y que no llegan a ganar un salario mínimo o están en negro. Otro 10% vive de cocinar para terceros y un porcentaje similar realiza servicios de peluquería, manicuría o depilación.

Un 13% trabaja en ferias u otros espacios públicos. Su denominador común es que trabajan en la calle, y por esto son los que en este momento están más limitados por la pandemia. No es difícil pensar que una vez terminada la cuarentena, este grupo va a ser un porcentaje más alto.

Sólo 4% realizan actividades manufactureras (un ejemplo serían los trabajadores de polos textiles). También apenas otro 4% tiene trabajo en el reciclado, recuperación y servicios ambientales, un área que para poder desarrollarse necesita del apoyo del estado -especialmente de que las municipalidades reconozcan el aporte ambiental de organizar este servicio.

Los porcentajes de este desglose seguramente cambiarán a medida que se anoten más personas.  Reflejan a los primeros inscriptos, que ingresaron al Renatep mediante una planilla online. Entre los registrado hay así una abrumadora mayoría de residentes en la provincia de Buenos Aires, lo que puede ser atribuido a que es una zona con mayor conectividad y donde los movimientos populares tienen un trabajo muy fuerte.

Pero además pueden recordarse otros elementos. Como se sabe, el Área Metropolitana de Buenos Aires concentra a un tercio de la población del país y es en este tejido urbano superpoblado donde golpeó con mayor fuerza el proceso de cierre de industrias ocurrido en los cuatro años del gobierno macrista, situación agravada ahora por la pandemia. También es en los barrios del Gran Buenos Aires donde la sobrevivencia está en este momento más ligada a la organización barrial. De los anotados, más de la mitad -el 53%- son trabajadores que generan sus ingresos de manera asociativa.

Como  actividad más vinculada a la producción aparece la elaboración de alimentos, seguida de la confección de ropa. De manera incipiente se ve también en el registro que hay un desarrollo de la producción popular de productos de tocador y limpieza. La lectura que se puede hacer es que el sector está encontrando cómo obtener ingresos elaborando productos de primera necesidad.

En la Agricultura familiar se anotaron pocos, lo que es atribuido a que ya existe un registro específico para el sector, por lo que sus trabajadores no tienen tanta necesidad de hacerse visibles.

Entre los que dependen del trabajo en la calle hay un abanico muy extenso de trabajo:  vendedores ambulantes, feriantes, artesanos, vendedores callejeros pero con un punto fijo, comercializadoras alternativas (en almacenes o nodos), artistas callejeros, limpiavidrios. Emparentados, pero en otro rubro, están los trabajadores precarizados del transporte, entre ellos quienes hacen delivery, manejan remises o fletes.

Una de las expectativas abiertas con el Renatep es que sirva para laboralizar las políticas sociales. Saber dónde y en qué se trabaja en la economía no formal y con qué ingresos, son datos que van a ayudar a entender mejor temas como el salario social complementario, o a debatir la creación de trabajo garantizado por el estado. «Laboralizar las políticas sociales es un tema importante, pero no habría que pensar que es el único o el central», apunta sin embargo Sonia Lombardo. 

Observación de AgendAR:

Una característica sorprendente de la economía argentina -rara en un país con su ingreso promedio por cápita, su base industrial y el nivel de sindicalización- es el altísimo que se mueve en la informalidad, «en negro». Se estima en un 50%, o más. Esto aparece en países mucho más, aparentemente, «tercermundistas» que el nuestro.

Por supuesto, sería un error equiparar al sector informal con la economía popular, ni siquiera con la pobreza. «En negro» también se maneja mucho dinero en Argentina. Pero lo contrario sí es cierto. La pobreza más dolorosa es la de aquellos que no tienen un trabajo formal, obra social ni sindicato. El RENATEP, como otras políticas sociales, es un paso en la dirección de visibilizarlos. Salir de esa situación, será la tarea principalmente de ellos mismos.

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